Una de las vergüenzas para el sistema penitenciario colombiano fue la fuga de Juan Larinson Castro, alias Matamba, quien cruzó las puertas de La Picota como si fuera su casa y luego fue movido en diferentes vehículos para concretar su escape. Entre los conductores estaba Manuel Castañeda, conocido como el narcochofer, quien en su declaración a las autoridades, conocida en exclusiva por SEMANA, reveló un encuentro de los más poderosos mafiosos del Clan del Golfo y de las extintas autodefensas, quienes acordaron un gran pacto criminal del que formaba parte Matamba.
La cumbre de capos se habría realizado en Puerto Araújo, Santander, a los pocos días de la fuga de Matamba, a donde llegaron, según la declaración de Castañeda, narcos como alias Botalón (en las AUC, quien tenía ese alias era Arnubio Triana Mahecha, jefe en el Magdalena Medio), alias Pájaro, alias Gonzalito (actual cabecilla del Clan del Golfo), alias Barbas, alias el Mago y Chiquito Malo, considerado actualmente como el reemplazo de Otoniel en el Clan del Golfo.
Llegaron al lugar en lujosas camionetas, con sujetos armados hasta los dientes como escoltas de los peligrosos capos, quienes decidieron encontrarse para solucionar rencillas del pasado y hacer acuerdos para retomar los negocios del narcotráfico en una superestructura.
Tras la fuga de Matamba, en la que habrían participado Édgar Munévar, alias el Caballista; el capitán del Gaula de la Policía, Luis Eduardo Duque, y Jhon Freddy Gallo, alias el Pájaro, lo llevaron a la región de Doradal, Antioquia, a una finca en donde había por lo menos 50 hombres armados, y allá vinieron las celebraciones. Castañeda contó que no se quedó al festín y regresó a Bogotá con el Caballista, quien le pagó 4 millones de pesos.
A los pocos días lo contactó de nuevo para un trabajo. “El 23 de marzo, posterior a la fuga de Matamba, Édgar me dijo que tenía que ir a Puerto Araújo, Santander. En la madrugada, en el camino, se recogió a unas personas que desconozco en un CAI, cerca al centro comercial de la 80”, dice la declaración. Lo que no sabía Castañeda era que en Puerto Araújo iba a ser testigo de una gran cumbre de mafiosos.
El encuentro se dio en un hotel y los pobladores quedaron sorprendidos, dice el narcochofer, al ver tantas camionetas de alta gama con sujetos fuertemente armados, ‘en las narices’ de la Policía, que no hacía nada. Luego de saludarse los criminales, contó el narcochofer, se fueron a comer a un lugar cerca a la vía nacional donde los estaba esperando alias Pájaro. “Terminamos de desayunar y salimos en una caravana de siete carros, esto era muy notable, pero ni así la Policía hizo nada”, relató Castañeda a la Fiscalía.
La notoria “delegación criminal” llegó a un restaurante de propiedad supuestamente de un sujeto conocido como alias McGyver (las AUC tuvieron en su momento un cabecilla bajo ese alias). Al llegar al punto ya había otro grupo, “eran como ocho camionetas con sujetos armados que estaban escoltando a los duros”, se lee en la declaración. Dice Castañeda: “Noté que en la reunión entre varios de los presentes existían malas relaciones, pero entre todos hicieron borrón y cuenta nueva por una nueva causa”.
Los capos, según el narcochofer, hablaron de tomar el control en pueblos y ciudades donde no hacían presencia. En el plan era clave Matamba, pues buscaban retomar los contactos en Nariño, zona que fue manejada por este narco antes de ser capturado y en donde, según pruebas y audios revelados, tenía en su nómina a miembros del Ejército. Alias Gonzalito, uno de los jefes del Clan del Golfo, tenía como tarea meterse fuerte en Bogotá y lograr la incorporación de personal para la organización. También hablaron de abrir rutas de envío de cocaína al exterior, compra de químicos y armamento, y fortalecerse en los Llanos, donde habían perdido terreno.
Pero hubo algo que llamó la atención de Castañeda. Fue en el momento en el que los mafiosos hablaron sobre cómo iban a lograr repotenciar el negocio y dijeron que tenían oficiales amigos en la fuerza pública que les podían ayudar.
“Hablaron de nómina del general Zapateiro o algunos oficiales de alto rango de la Policía, entre esos un capitán del Gaula, el cual me pidieron que con mis contactos no lo dejara trasladar, ya que este les ayudó en la fuga de Matamba junto con otros miembros del Gaula, la Sijín, la Dijín e Inteligencia”, reveló Castañeda a la Fiscalía.
Al escuchar esta conversación dijo que recordó un episodio ocurrido supuestamente cuando dejaron a Matamba en la finca luego de su fuga. Contó que “alias el Pájaro dio órdenes a los tipos encargados de la finca para que trajeran comida y licor, además de sacar los encargos que le dejó el general Zapateiro. Cuando veo que empiezan a repartir fusiles, granadas, pistolas, radios, chalecos, estaban armando un pelotón”.
Sobre este señalamiento, SEMANA se comunicó con el general (r) Eduardo Zapateiro, quien lo negó tajantemente. “Es la declaración de un bandido, criminal y narcotraficante. Mi gestión de comando, durante el gobierno del presidente Iván Duque, habla por sí sola. Nunca me he visto ni me veré involucrado en actos que rayen o violen la ley. Después de 40 años, mis esfuerzos con mis oficiales, suboficiales y soldados los van a pretender manchar por una declaración amañada, no sé cómo más definirla”, dijo el general Zapateiro.
Agregó que esta versión surge por “estar defendiendo la institucionalidad desde mi retiro, buscan callarme, pero quiero decirles que están equivocados. No crean que van a manchar mi carrera involucrándome en una declaratoria o documento donde aparezca un criminal nombrándome. Estoy tranquilo con mis acciones, quien debe estar intranquilo es el criminal que parece no conocer que las declaraciones se hacen bajo gravedad de juramento y está incurriendo en delitos”.
Según la declaración de Castañeda, con las rencillas superadas y todos jalando para un mismo lado, la reunión mafiosa se terminó a las tres de la tarde, y cada quien se desapareció en cuestión de segundos como si fueran fantasmas. Además, entregó a las autoridades las placas de por lo menos seis camionetas que estuvieron ese día.
También dio un relato detallado sobre su participación en la fuga de Matamba. Aseguró que el Caballista lo contactó para pedirle los servicios de alquiler de un carro en la noche del 17 de marzo. Llegó a su casa en Normandía acompañado por otro sujeto, que tenía recién operado el rostro, en una camioneta BMW, la cual dejaron guardada. Dijo que en el recorrido con el Caballista, pasada la medianoche, arrancan y toman la avenida Boyacá hacia el sur hasta llegar a Yomasa. Durante el trayecto, supo que el sujeto operado era alias el Pájaro y que la persona a la que iban a “recoger era Matamba, un man duro que se estaba fugando de la cárcel”. Él no lo conocía.
A la altura del botadero de Doña Juana se encontraron con un Renault Symbol gris plata, que tenía un stop dañado, de donde bajó un sujeto en sudadera, con una pistola con silenciador. “Las primeras palabras que dijo (Matamba) fueron: ‘Gracias, viejo, le debo la vida, el dinero ya lo cuadramos’, y le da un beso”, eso fue a alias el Pájaro, según el testimonio.
En el camino se les unió una camioneta Renault Duster color gris ratón, y sobre la calle 80, saliendo de Bogotá, los estaba esperando una camioneta de la policía de marca Nissan Frontier a la que se pasan Matamba y el Pájaro. En el otro carro iban él y el Caballista, quien le dice que tienen que acelerar para llegar al Magdalena Medio antes de las seis de la mañana, hora en la que en La Picota se darían cuenta de la fuga.
“Más adelante, llegando a Doradal, está una camioneta Toyota TX color blanco y una Chevrolet Dimax con unos ocho sujetos, los cuales portaban placas de la UNP y armamento. En este punto se sube a conducir alias Pájaro la TX blanca y alias Matamba se pasa con él”, relató. La fuga de Matamba parece que tiene mucha más tela para cortar de lo que se cree, eso por el número de personas que, según Castañeda, participaron y que las propias autoridades han dicho que el plan habría costado más de 6.000 millones de pesos, al parecer la respuesta está en la cumbre mafiosa.