Parece el guion de una película, pero no lo es. SEMANA revela la historia de Fredy Andrés Patiño Ávila, el colombiano que se convirtió por más de una década en uno de los hombres más buscados en Rusia por los robos de joyas en eventos exclusivos, en la ciudad de San Petersburgo.

Patiño Ávila, en una historia rodeada de misterios, logró viajar a Rusia en varias oportunidades y colarse en eventos más que exclusivos. Sin conocer el idioma y con rasgos mestizos que revelaban a metros sus raíces latinas, se pudo camuflar no solo para realizar los robos, sino para hacerles el quite a las estrictas autoridades rusas.

En la acusación emitida por el juzgado de primera instancia del Distrito de Moscú, y conocida en su totalidad por SEMANA, se revela que, a finales de enero de 2012, “Patiño Ávila junto a otros colombianos llegaron a Rusia con la intención de realizar repetidos robos de joyas de metales preciosos (sic)”.

Joyas de oro con piedras preciosas fueron hurtadas por Fredy Andrés Patiño y su banda de ladrones en Rusia. | Foto: Pawel Gaul

Los golpes se presentaron, como aducen las pruebas, en febrero de 2012, en la exclusiva exposición Lenexpo, que se realizó en el distrito de Vasioleostrovksy. Patiño junto con otros hombres “formaron el grupo de crimen organizado para realizar la intención criminal común”. Tras un minucioso trabajo de inteligencia y monitoreo, tanto de las joyas expuestas como de los asistentes, se dispusieron a dar el gran golpe a las víctimas plenamente identificadas en sitios que ya habían “marcado” para su propósito criminal. El primero se presentó en una estación del tren.

“En secreto, deliberadamente, por motivos egoístas, le robaron a un miembro perteneciente a la mencionada exposición de joyería (...) una maleta de cuero de color marrón, cuyo contenido alcanzaba un valor de 3.000 rublos (unos 132 millones de pesos)”. La acusación es tan detallada que da cuenta de los otros elementos que le hurtaron a la víctima: pantalones para hombres, jeans, pantalones de tela de lana, una chaqueta de lana, dos enaguas masculinas en tejido mezclado, ropa interior, y el botín mayor: tres joyas y una estatua de regalo en forma de elefante, por el valor total de 2.188.236 rublos, 67 kopeks (96 millones de pesos).

En la acusación emitida por el juzgado de primera instancia del Distrito de Moscú, y conocida en su totalidad por SEMANA, se revela que, a finales de enero de 2012, “Patiño Ávila junto a otros colombianos llegaron a Rusia con la intención de realizar repetidos robos de joyas de metales preciosos (sic)”.

Los miembros de la banda, que ya tenía marcados sus roles para la comisión del delito, “escaparon de la escena del crimen y ordenaron la propiedad saqueada a su discreción, al dividirlo entre todos los miembros del grupo organizado. Se sabía que la propiedad en cuestión fue obtenida por medios delictivos (sic)”.

El 5 de febrero repitieron el golpe. En esa oportunidad, en el aeropuerto de Pulkovo-1, en Moscú. Esta vez su víctima fue un ciudadano turco al que le habían hecho seguimiento por días mientras se movía en la exposición. “El director financiero de 000 ‘SitiTreyd’, registrado en la Federación de Rusia y ciudadano de la República de Turquía”.

La banda le robó “una bolsa de color rojo que tenía 1.930 piezas de joyería de oro, incluyendo diamantes y piezas de plata, por un valor superior a los 30 millones de rublos (unos 1.400 millones de pesos); dinero en efectivo por 837.555 rublos (cerca de 367 millones de pesos), que pertenecían a la empresa 000 ‘SitiTreyd’”.

El colombiano que robaba joyas siempre corrió con mucha suerte.

Y agrega que el botín se componía, además, de “22 joyas avaluadas en 141.453 rublos, 82 kopeks (cerca de 600 millones de pesos). Igualmente, se apropiaron de dinero en efectivo recaudado por la empresa Zolotaya Galereya, por el monto de 84.000 rublos (369 millones de pesos)”.

La suerte acompañó durante muchos años a Patiño Ávila; era su fiel compañera. De otro modo, no se podría explicar cómo las autoridades rusas detuvieron a todos los integrantes de la banda el 14 de febrero de 2012 en el aeropuerto de Domodedovo y solo se salvó él. “No fue detenido y su paradero no se ha establecido hasta la fecha”, recalcó la acusación de la justicia rusa, que lo requería por el delito de hurto.

Tampoco se puede explicar el hecho de que, pese a que en 2017 fue capturado en Bogotá, las autoridades colombianas tuvieron que dejarlo libre porque la embajada rusa tardó en enviar la documentación requerida para su judicialización.

La banda del colombiano robaba todo tipo de joyas.

Cuando todos los requerimientos llegaron, Patiño Ávila estaba gozando de la fortuna hurtada en joyas por fuera del radar de la justicia. Pero como dice la canción: “Todo tiene su final, nada dura para siempre”. El protagonista de esta historia cayó de forma insólita el 29 de agosto de 2023, en un procedimiento de rutina. Agentes de la Policía requirieron en una de las calles del municipio de Soacha (Cundinamarca) al conductor de una camioneta Toyota Prado TXL para verificar si tenía los permisos al día para usar vidrios polarizados, teniendo en cuenta los lineamientos del Código de Tránsito.

Sin embargo, al verificar su cédula, el sistema lanzó una alerta. El nombre del conductor aparecía en un curioso documento firmado por Gorlenko Sergey Vladimirovich, en calidad de asistente del fiscal general de la Federación Rusa. Como si fuera poco, su nombre estaba vinculado a un rosario de delitos en Colombia como fabricación y tráfico de armas, tentativa de homicidio, fuga de presos, homicidio, violencia contra servidor público, lesiones personales y una veintena de hurtos.

Situación que abrió la puerta a más preguntas sobre la forma en cómo, por más de una década, pudo evitar el accionar de la justicia y cómo pudo lograr que en más de una oportunidad le dieran detención domiciliaria o que los casos en su contra prescribieran, como lo señalan los documentos de la Fiscalía.

Rusia se convirtió en su centro de operación. | Foto: © Sylvain SONNET

Inmediatamente, fue puesto a disposición de las autoridades competentes para adelantar su extradición. Tras un extenso estudio en la Corte Suprema, el despacho del magistrado Gerardo Barbosa Castillo le dio el visto bueno al requerimiento de la justicia rusa. En el aval se deja muy claro que el ciudadano colombiano no podrá ser sometido a tratos inhumanos y actos de tortura, hecho por el cual se les pidió a las autoridades revisar la reclusión de este colombiano de 41 años de edad.

Solo falta la firma del presidente Gustavo Petro para que Patiño viaje de nuevo a Rusia, esta vez no será en una de sus travesías en las que lograba burlar a las autoridades de ese país. Tendrá que pagar una condena de diez años de cárcel por el cargo de sustracción clandestina de la propiedad ajena, por un grupo organizado a escala particularmente grande.