Totalmente desconcertado. Así se siente el indígena arhuaco Rogelio Mejía Izquierdo después de enterarse por accidente que una fotografía que le tomaron en una tarde remota de 2013, a las orillas del río Seco, en Valledupar, aparecía en 313 locales de Juan Valdez en Colombia y otras 132 tiendas ubicadas en todo el mundo, para promocionar el café de origen de la Sierra Nevada. Como si fuera poco, su imagen fue utilizada en unos “mugs mágicos”, esos que cambian de color cuando entran en contacto con el calor.
Nunca fue consultado, no le informaron, nunca le pagaron un peso y, lo peor, la publicidad señala que él le vende su cosecha a la Federación Colombiana de Cafeteros, pero, asegura, nunca le han comprado ni un gramo. La fotografía de Rogelio sonriendo y portando con orgullo la vestimenta característica de su comunidad arhuaca era casi tan icónica como la imagen de Juan Valdez, el campesino de bigote que aparece con su mula Conchita y que es reconocido en todo el mundo.
En este caso, la gran diferencia radicaba en el simple hecho de que a Rogelio jamás le preguntaron si podían utilizar su imagen como parte de esa campaña publicitaria. Solo recuerda que esa foto se la tomaron cuando unos delegados de la Federación Colombiana de Cafeteros, que viajaron desde Bogotá, le propusieron un negocio para comprarle toda su cosecha de café “a un precio favorable”. En ese momento, en medio de la ignorancia, firmó un documento del cual nunca volvió a saber nada, pues ni una copia le dieron y hoy este es el centro de la discusión.
Pese a que el nombre original de este caficultor en lengua arhuaca es Zarunküngümü, que significa ‘camino de la abundancia’, la prosperidad más bien ha brillado por su ausencia. Hasta el sol de hoy no ha recibido ni un solo peso por el uso de su imagen y la promesa de la compra de su cosecha de café quedó en el aire. Por eso siente que fue asaltado en su buena fe y engañado “por personas tan serias”, las mismas que no tuvieron ningún problema en cambiar incluso toda su historia.
Y es que en los murales gigantes, que fueron ubicados en las tiendas, claramente se leía: “Rogelio, o en lengua wiwa Zaraunkungumu, es uno de los más de 500.000 caficultores colombianos a quienes pertenece esta tienda”.
Pero lo cierto es que nada de lo que se dice ahí corresponde a la realidad: Rogelio significa Rogelio, la lengua de la etnia arhuaca a la que pertenece es la iku y no la wiwa y, evidentemente, él no forma parte de los 500.000 caficultores colombianos a quienes pertenece la tienda Juan Valdez, puesto que nunca se le compró su producto, “aprovechándose de su condición de inferioridad”.
Como si fuera poco, Rogelio ha tenido que soportar el rechazo social dentro de su comunidad, puesto que por la misma publicidad de Juan Valdez suponen y presumen que él se enriqueció vendiendo sus tradiciones y cultura. Esto ha afectado “de manera grave su autoridad, estatus ancestral y liderazgo, impidiéndole su designación y reelección por parte de los mamos (hombres mayores y sabios) como gobernador del cabildo indígena”.
En entrevista con SEMANA, Rogelio señaló que este embrollo ha llevado a que su comunidad no crea en él. “Pensaban que yo les mentía. Ellos (la Federación) pusieron un aviso que no es verdad, yo no soy dueño de las tiendas, es que ni me compran el café. Yo no sé a quién le compran el café porque a mí no es”.
Por la explotación indebida de su imagen, nombre y cultura pide una indemnización. En diálogo con SEMANA, el abogado Juan Manuel Grueso detalló que, tras realizar el peritaje que les ordenó el juez civil, la cifra rozaría los 2.400.000 dólares. Esto, teniendo en cuenta el lucro y las ganancias que ha obtenido por nueve largos años la marca Juan Valdez con el rostro de este indígena arhuaco.
Pese a que Rogelio quiso llegar a un “amable acuerdo conciliatorio” con las partes demandadas, la Federación Nacional de Cafeteros y Procafecol S. A., lo único que recibió fue un portazo en la cara. El pasado 8 de febrero, los abogados contratados no mostraron ningún interés para conciliar ante la Superintendencia de Sociedades.
La parte demandante no entiende por qué no se le ha querido reconocer un solo centavo a este indígena arhuaco, cuya familia lleva 80 años cultivando café, y sí a famosos que aparecen posando con una taza del producto: “Rogelio, como es un indígena y lo engañaron, no le pagan un peso”, reclamó su abogado.
De la noche a la mañana, la imagen de Rogelio fue borrada de todas las tiendas en Colombia y solamente atinaron a pedirle unas escuetas disculpas. Con esta acción, según reclamó el abogado Grueso, se “reconoce tácitamente que incurrieron en una irregularidad”.
Con esto quieren tapar el sol con un solo dedo, pues después de nueve años de explotación comercial y venta de los mugs y suvenires se han enriquecido.
Por esto, el proceso seguirá en los estrados judiciales, que deberán definir si, en efecto, la Federación incurrió en artilugios y engaños para tomar aquella fotografía y utilizarla con fines comerciales sin que Rogelio tuviera conocimiento alguno o participación en este negocio.
Una delegada de la Federación Nacional de Cafeteros le respondió a SEMANA que no iban a pronunciarse sobre el asunto, puesto que no habían sido notificados de la demanda. Esto, a pesar de que en un documento enviado a la Superintendencia de Sociedades se reseña que fueron informados desde noviembre de 2022 del pleito legal.