Fue el propio Yeison Jiménez, el cantante y orgullo de Manzanares, Caldas, quien se paró fuerte contra una banda de estafadores. Los denunció y la Fiscalía, en la seccional de Bogotá, descubrió que el autor de Por qué la envidia no fue el único estafado por dos hermanos y un cómplice, conocidos como los Victorinos.
La estafa arrancó en septiembre de 2020, cuando a una bodega de propiedad de Yeison Jiménez, en el sur de Bogotá, llegaron Édgar Fernando Forero, Víctor Alfonso González y Jaime Renato González, estos dos últimos hermanos. El responsable de la bodega, un hombre de confianza del cantante, llegó a un acuerdo para arrendar por tres años.
El espacio se convirtió en una vitrina para la compra y venta de carros. El negocio lucía lucrativo, a tal punto que Yeison Jiménez decidió invertir, así como otras personas que se enteraron de las ganancias prometidas por los estafadores. Pero no pasaron ni tres meses y, como dijo el mismo artista en su canción Ni tengo ni necesito, “si la carreta suena, es porque va vacía”.
Los Victorinos se comprometieron a entregar un camión como parte de pago por los tres años de arriendo. Luego otro negocio: el canje de unos vehículos de lujo por otros de propiedad del artista y 20 millones de pesos en efectivo. Más tarde, los estafadores ofrecieron un lote en el norte de Bogotá y la víctima, Yeison Jiménez, a través de su hombre de confianza, entregó 100 millones de pesos y una camioneta avaluada en 250 millones más.
En total, el tumbe a Yeison Jiménez superó los 800 millones de pesos y le hicieron el combo completo. No le entregaron los carros que le prometieron, no pagaron el arriendo y el lote de la millonaria negociación ya tenía dueño. Incluso, los carros que entregó como parte del supuesto canje fueron objeto de un traspaso fraudulento en secretarías de tránsito y sin la firma o huella del propietario.
En los escasos tres meses que los estafadores estuvieron en la bodega de Yeison Jiménez, supieron usar bien el nombre del artista como un supuesto socio en el negocio. Los delincuentes captaron más víctimas con la compra y venta de vehículos, en una modalidad que quedó detallada en la Fiscalía: ofrecían dos o tres veces un mismo carro, incluso vendían lo que no era de ellos.
En la estafa cayó Lubier Andrés Castaño, un comerciante a quien los Victorinos le ofrecieron cuatro tractomulas. La víctima, confiado, entregó 800 millones de pesos en efectivo y un apartamento en el sector de Hayuelos avaluado en 300 millones más. Los delincuentes solo le entregaron un camión que tenía una denuncia por estafa de otra víctima. Al final, se quedó sin nada, pues el apartamento fue vendido cuando falsificaron las escrituras.
A otra víctima le ofrecieron tres tractomulas por más de 600 millones de pesos, que incluyó, como parte de pago, la entrega de una lujosa camioneta BMW. Semanas después, las tractomulas fueron inmovilizadas porque estaban en otros procesos de estafa y, cuando la víctima contactó a sus “socios”, ellos le entregaron como compensación unos cheques que resultaron no tener fondos. Además, la camioneta que aportó la víctima fue objeto de traspaso con documentos falsos.
Días antes de dejar la bodega de Yeison Jiménez, los estafadores encontraron una nueva víctima. Un empresario que también cayó en el tumbe, cuando le ofrecieron dos vehículos por más de 33 millones de pesos. Los pagó, pero un carro nunca lo recibió y el otro tenía orden de inmovilización, una víctima más los había denunciado.
En el curso de la investigación, fueron apareciendo más víctimas de los Victorinos. En total, 19 personas terminaron estafadas con la misma modalidad. Mientras se quedaban con los carros y camiones de sus víctimas, a otros incautos les vendían los mismos vehículos. La estafa era redonda.
La directora de fiscalías en Bogotá, Leonor Merchán, reveló que en los tres meses, mientras estuvieron en las bodegas de Yeison Jiménez, las estafas de los Victorinos superaron los 4.370 millones de pesos. Las denuncias fueron agrupadas y, como en pocas oportunidades en estos casos, se logró una contundente judicialización.
Los tres Victorinos fueron capturados luego de una exhaustiva investigación que incluyó declaraciones, seguimientos, interceptaciones y un centenar de pruebas para demostrar ante un juez que los estafadores son un peligro para la sociedad y que durante años lograron evadir la acción de las autoridades.
Fueron capturados el pasado 31 de julio, cuando investigadores de la Policía los ubicaron y notificaron de las órdenes de detención en su contra por los delitos de estafa agravada, uso de documentos falsos y concierto para delinquir. Los cargos fueron aceptados por los Victorinos y en las audiencias preliminares reconocieron ser los responsables de las estafas.
Por fortuna, los jueces entendieron la gravedad de los hechos y reconocieron el trabajo de los investigadores. Los tres Victorinos fueron enviados a la cárcel, en cumplimiento de una medida de aseguramiento que solicitó la Fiscalía, acompañada de una exigencia de justicia de las víctimas.
Los estafadores, sin duda, tenían la creencia de que admitir su culpabilidad los eximiría de la prisión, ya que ese tipo de delitos no suele llevar consigo penas de encarcelamiento. Sin embargo, la imputación también abarcó el cargo de concierto para delinquir, un acto ilícito que acarrea sanciones severas y en el que no se contempla la posibilidad de arresto domiciliario.
Fueron meses de investigación, dijo Merchán a SEMANA, en la que la prueba documental y técnica fue fundamental. Los hallazgos abrieron nuevas dudas sobre la participación de más personas: funcionarios de notarías y secretarías de tránsito que permitían los trámites de traspaso y escrituración sin el lleno de los requisitos legales.
“Es así como los individuos de esta organización persuadían a sus víctimas y se ganaban su confianza con aparentes negocios ofreciendo vehículos, inmuebles y servicios a bajo costo o que generaban grandes ganancias. Algunos de los vehículos comprados por parte de las víctimas fueron objeto de inmovilización, debido a que eran requeridos por autoridades judiciales”, señala un informe de la Fiscalía.
SEMANA contactó a Yeison Jiménez, quien ha denunciado otros hechos de estafa, esta vez por internet, en los que estarían utilizando su nombre y el de su familia para sacar dinero. Aseguró que él mismo se encargó de advertir a la Fiscalía y colaborar con la investigación. El problema, considera, es que trata de personas peligrosas, por lo que prefiere ser prudente con los detalles y dejó los resultados a las autoridades.
Ahora, el problema para las víctimas es la reparación. Hasta el momento, lo único que han logrado es la admisión de culpabilidad de quienes han confesado su responsabilidad; sin embargo, no hay avances en cuanto a restituciones económicas. En este punto, concuerdan con Yeison Jiménez cuando dijo en su famosa canción, Ni tengo ni necesito, que bien parece una diatriba a la riqueza: “Trabajé duro pa’ comprarme lo que tengo”.