El Servicio Geológico Colombiano (SGC) reveló un nuevo informe sobre el estado del volcán Nevado del Ruiz. Tal como ocurre desde el 30 de marzo, se mantiene el riesgo de erupción y esto podría darse en término de días o semanas.
Son varios los factores que evalúan los expertos del SGC para advertirle a los organismos de socorro y a la comunidad que no se puede bajar la guardia. Sobre la mesa están los temblores, los gases y las anomalías en la temperatura.
Entre el 5 y 6 de junio, una parte de la actividad sísmica fue asociada al movimiento de fluidos al interior de los conductos volcánicos. Prueba de ello fueron las emisiones pulsátiles de ceniza que quedaron registradas en cámaras.
De igual manera, se contabilizaron pequeños eventos en el cráter Arenas que tendrían relación con la dinámica del domo de lava que se está moviendo en el fondo. También se dio cuenta de fenómenos de fracturamiento de roca.
Por otro lado, continuaron las variaciones en la desgasificación de dióxido de azufre y la salida de vapor de agua y ceniza desde el cráter de la atmósfera, cuya altura máxima fue de 200 metros, medidos desde la cima del Nevado del Ruiz.
Con todo esto, “la actividad sigue siendo muy inestable. Aunque ya han pasado varios días en los que la actividad sísmica ha disminuido, es importante recordar que esto no implica que el volcán haya retornado a sus niveles normales”.
Por el contrario, no se puede despreocupar. La historia eruptiva, desde que se tiene registro, ha mostrado que la explosión de magnitud considerable puede ser antecedida por periodos de aparente calma después de una fuerte actividad.
“Los próximos días serán cruciales para prepararnos, de tal forma que sea posible mitigar al máximo los riesgos que puede representar una eventual erupción de este tipo”, señaló el director técnico de Geoamenazas, John Makario Londoño.
¿Quiénes están en riesgo?
Un mapa de amenaza elaborado por el Servicio Geológico Colombiano pone en evidencia los pueblos que deben estar preparados en dado caso de que sus sospechas se hagan realidad. Allí se encuentran en etapa de alistamiento ante una posible emergencia.
Zona de amenaza alta por caídas de piroclásticos
En primer lugar, los flujos piroclásticos o nubes ardientes son una mezcla de gases con materiales sólidos, como ceniza y rocas de diferentes tamaños, que pueden movilizarse a grandes velocidades y a altas temperaturas desde el volcán.
“Afectarían las partes cercanas del edificio volcánico, canalizándose por las cuencas de los ríos Lagunilla, Gualí, Azufrado, Recio, Molinos y las quebradas Nereidas, Alfombrales, La Lisa, La Marcada, La Hedionda, Aguas Calientes, La Plazuela y La Negra”, reportó el SGC.
Zona de amenaza alta por lahares
Los lahares o avalanchas son flujos de lodo volcánico que se componen de una mezcla de roca, arena, arcilla, escombros y agua. “Los lahares son altamente destructivos debido a su densidad y a la velocidad que puedan tomar”, explicaron los expertos del Servicio Geológico.
En la zona occidental del volcán, en las veredas de Villamaría (Caldas), descenderían por los valles de las quebradas Nereidas y el río Molinos; luego alcanzarían a los ríos Claro y Chinchiná; más tarde correrían 62 Kilómetros hasta desembocar en el río Cauca y, tal vez, avanzar algunos kilómetros aguas abajo.
En este recorrido se afectarían las zonas rurales de los municipios de Manizales, Villamaría, Chinchiná, Palestina, Neira y Anserma (Caldas).
Mientras que al sector del norte y nororiente de la cuenta del río Gualí los flujos podrían avanzar cerca de 97 kilómetros hasta desembocar en el río Magdalena, donde podrían seguir su recorrido aguas abajo.
En este camino, se afectarían las zonas rurales de Fresno, Herveo, Casabianca, Honda Palocabildo, Falan y Mariquita; y las cabeceras municipales de Mariquita y Honda (Tolima).
Zona de amenaza alta por ceniza
“Son pequeños fragmentos de material volcánico transportados por el viento. La afectación que generan depende de la cantidad de material que caiga”, dijo el SGC. Allí clasificarían las zonas rurales de Villamaría (Caldas), Herveo, Casabianca, Villahermosa, Murillo (Tolima) y Santa Rosa de Cabal (Risaralda).