Luego de las protestas en la ciudad de Medellín donde indígenas emberá ingresaron de manera violenta al centro administrativo de La Alpujarra y vandalizaron el lugar, el alcalde de la ciudad, Daniel Quintero se pronunció y en medio de su discurso aseguró que los indígenas usaron al menos 100 menores de edad en las manifestaciones.
Según el mandatario, los niños en las protestas son una estrategia de los miembros de la etnia para evitar la intervención de las autoridades, tanto policiales como distritales, pero lo más grave de su denuncia fueron las declaraciones en las que contó como serían instrumentalizados y explotados sexualmente.
“Los mandan a pedir plata, a bailar hasta altas horas con los extranjeros, los dejan en camionetas de lujo, de alta gama, los van dejando en varios puntos”, fueron las declaraciones más fuertes del mandatario de Medellín.
Quintero aseguró que esta manera de usar a los niños y niñas no es realizada por personas ”humildes, sencillas”, sino por una red que han conformado para tal fin, y que frente a ella están los llamados jefes, taitas o caciques.
“El día de hoy (miércoles 22 de febrero) se ha presentado una manifestación de la comunidad emberá katío que de manera violenta se ha tomado la Alcaldía, utilizando niños para ello; más de 100 niños utilizaron para la toma de la Alcaldía lo que obligó al desalojo de las instalaciones de La Alpujarra. Esta protesta se da debido a que en los últimos días y en las últimas semanas, con la gerencia de etnias y el ICBF, con la Policía de Infancia y Adolescencia hemos venido realizando unas tareas para unas intervenciones”, dijo Quintero.
Con los operativos realizados en diferentes zonas de Medellín buscan evitar que los menores sean usados para pedir dinero, practicar bailes a extranjeros, entre otros actos.
“Precisamente queremos evitar que estas personas utilicen niños en condición de mendicidad y en muchos casos de explotación sexual, y esto ha significado el restablecimiento de los derechos de varios de estos niños que han sido quitados a estas personas irresponsables y entregados al Bienestar Familiar”, dijo también el alcalde de Medellín.
En muchos de estos casos en los que los niños han sido retirados de sus hogares, el alcalde reveló que incluso han detectado abuso sexual.
“Nosotros respetamos a las comunidades emberá katío, respetamos a las comunidades en general, pero en Medellín no vamos a permitir su uso, su explotación, su abuso. Los niños tienen que estar es estudiando, en condiciones humanas dignas que les permitan un desarrollo adecuado y no en las condiciones a las que ellos los quieren someter” anotó el mandatario.
Después de ese momento aseveró que pese a las protestas no cederá ante las peticiones de la comunidad.
“Esta protestas busca que sedamos en algo que no vamos a ceder, los niños en Medellín se respetan y los vamos a hacer respetar”, concluyó.
La protesta
La comunidad inició una protesta de manera pacífica en el centro de la ciudad para reprochar supuestos incumplimientos del mandatario distrital, Daniel Quintero Calle. Al parecer, tendrían molestia por los constantes operativos que adelantan en contra las actividades de mendicidad, denominado por los manifestantes como un trabajo.
En el asalto están implicadas, al menos, 800 personas que habrían llegado al Valle de Aburrá desplazadas del departamento de Chocó, territorio azotado por el ELN, Clan del Golfo y otras estructuras delincuenciales de carácter local. En las imágenes registradas por medio de las redes sociales se observa a niños, niñas, mujeres y adultos mayores.
Cada uno tomó un palo para intimidar y golpear lo que se encontraran en el camino. Primero derribaron los filtros de seguridad que están instalados en la entrada de la plazoleta. Luego se dirigieron hacia la puerta de la administración. Aunque la fuerza pública trató de frenarles el paso, la demanda superó las capacidades institucionales.
El grupo alcanzó a llegar hasta el tercer piso de la Alcaldía. Destruyeron vidrios y dejaron en el suelo algunas plantas, mientras los funcionarios buscaban refugio ante el peligro que representó la invasión.