Las entidades sanitarias del Valle de Aburrá siguen en aprietos por la sobreocupación que hay en los servicios producto del pico de las enfermedades respiratorias que hay en el país, agudizadas por la temporada de lluvias. La alta demanda superó la oferta de las salas de urgencias que fueron adaptadas en unidades de hospitalización.
Los médicos dan cuenta que la infraestructura de las clínicas y el número de los profesionales de la salud que deben atender a los enfermos no dan abasto: se están viendo obligados a doblar los turnos para cubrir las necesidades de los pacientes, muchas veces sin cumplir con las condiciones de comodidad que están acostumbrados a ofrecer.
Por ejemplo, el Hospital San Rafael del municipio de Itagüí se declaró en emergencia funcional desde este miércoles por la presión que hay en los servicios de la empresa pública, adjudicada a las deficiencias respiratorias por las fuertes lluvias que han caído en las últimas semanas sobre el Valle de Aburrá.
“Actualmente, tenemos una ocupación que supera el 100 % en urgencias y hospitalización está en su ocupación máxima, además de pacientes con enfermedades crónicas descompensados, lo cual limita la capacidad de respuesta oportuna y recepción de usuarios para estos servicios”, señaló la entidad a través de un comunicado que está marcado con alarmas rojas.
En la misma carta les pidió a los usuarios que hagan uso del tapabocas al momento de acudir al hospital para prevenir la propagación de los virus que están circulando y hacer un uso racional de los servicios para reducir la tensión.
Lo mismo recomendó la Clínica Las Américas, al informar que la sobreocupación por encima del 110 % en emergencias la obligaron a limitar la atención a las urgencias de alta complejidad. Es decir, recibirán a los enfermos en la sala de reacción inmediata cuando las condiciones de salud del paciente sean críticas. De lo contrario, podrán acudir a las consultas médicas.
La decisión se tomó luego de realizar una expansión de los servicios, reforzar la contratación de los profesionales de la salud y remitir a los pacientes de menor complejidad a las sedes del sur del Valle de Aburrá. No obstante, los esfuerzos y medidas adoptadas superan el volumen de pacientes que se presentan diariamente a la Clínica.
“Agradecemos a toda la comunidad su comprensión, respeto y tolerancia frente a nuestros equipos de salud que están dando lo mejor para brindar la atención integral de la manera más oportuna que las circunstancias permiten”, afirmó el gerente de esta empresa, Santiago Navarrete Rivera.
Situaciones similares ocurren en el Hospital San Vicente Fundación, Hospital General de Medellín, Clínica Pablo Tobón Uribe y el Hospital Manuel Uribe Ángel, del municipio de Envigado, donde hay altos niveles de atención en las salas de hospitalización y las unidades de cuidados intensivos.
Con base en el Sistema de Monitoreo del Centro Regulador de Urgencia y Emergencias del Ministerio de Salud, las UCI en Antioquia están marcadas con la alerta roja porque los niveles de ocupación están en el margen del 90 %: de 827 camas que hay en el departamento, en 745 están siendo atendidos pacientes; solo 21 están internados por complicaciones asociadas a covid-19.
En Medellín, por ejemplo, el comportamiento de las unidades de cuidados intensivos da cuenta de la presión. De acuerdo con el reporte de las entidades de salud de la ciudad, el 93 % de las UCI están ocupadas. En el resto del Valle de Aburrá, hay cifras desfavorables en Bello y Envigado; mientras que en Itagüí hay alerta naranja.
Al otro lado del departamento, en el oriente antioqueño, las camas del Hospital San Juan de Dios de La Ceja están en alerta roja, mientras que en las clínicas de Rionegro hay una saturación del 80 %.