Los acudientes de los alumnos de los grados cuarto y quinto de la Institución Educativa Maestro La Sierra de Medellín, en la sede Villa Turbay, denunciaron que los profesores están distribuyendo por días el refrigerio del Programa de Alimentación Escolar (PAE) porque no alcanzan para todos los niños. En contravía, la Alcaldía argumentó que opera en este colegio con total normalidad.

Según la alerta emitida por los padres, los primeros estudiantes que aparecen en la lista de asistencia se benefician del desayuno entre el lunes y martes, mientras que los demás lo reciben ―con suerte― los días restantes de la semana. Al parecer, para cubrir las necesidades del restaurante escolar, los docentes piden elementos de la canasta familiar en los hogares de los alumnos.

En la sede Villa Turbay se dictan las clases para los niños desde el grado primero hasta quinto de primaria. De acuerdo con el registro de la Secretaría de Educación de la capital de Antioquia, 350 estudiantes son beneficiarios del Programa de Alimentación. Sin embargo, los profesores priorizan el suministro de refrigerios para los más pequeños “y lo que sobre se lo reparten entre los grados 4 y 5″, se lee en la denuncia pública.

La Alcaldía de Medellín aseguró que la Institución Educativa Maestro La Sierra ha recibido de manera cumplida los alimentos para suministrar el servicio sin alteraciones a los 790 estudiantes que tienen registrados en el PAE en todas sus sedes, incluida la de Villa Turbay, por parte de la Secretaría de Inclusión Social, Familia y Derechos Humanos de la administración del distrito.

Ahora bien, “si hay un menor que requiera ingresar al programa, se debe realizar la solicitud al Comité de Alimentación Escolar [de la institución], quien se encargará de hacer la ruta y realizar el estudio basado en los lineamientos del Ministerio de Educación, con el fin de verificar su cumplimiento para poder incluirlo en la priorización”, respondió la Alcaldía frente a los cuestionamientos de los padres.

Con base en los lineamientos del Gobierno nacional, los planteles educativos deben asignar los cupos del PAE de acuerdo con cuatro aspectos que se deben anteponer: priorizar al 100 % de los estudiantes que están en la jornada única y al 100 % las niñas y los niños de preescolar.

Además, a las poblaciones étnicas, víctima del conflicto armado o en condición de discapacidad, haciéndolo progresivamente desde los grados inferiores hasta las superiores. Luego, a la población determinada por el grupo de Sisbén desde el grupo A hasta grupo D, haciéndolo progresivamente desde los grados inferiores hasta las superiores.

No es la primera vez que los padres de familia minan de dudas la aplicación del Programa de Alimentación Escolar en Medellín. A principios de junio, 26 estudiantes de la Institución Educativa San Pablo resultaron intoxicados luego de tomar un yogur que fue suministrado por el restaurante del colegio. En la minuta de ese día apareció el lácteo junto a un pastel guayaba y otros recibieron un palito de queso.

Una vez se hizo la denuncia, la Unidad Administrativa Especial de Alimentación Escolar inició un proceso de vigilancia del que concluyó que no hubo negligencias visibles en los productos que se suministraron el día en el que los menores manifestaron malestar:

“La entidad de salud realizó visita de inspección, vigilancia y control a la institución educativa al día siguiente de presentarse el evento, y emitió concepto sanitario favorable para el almacenamiento y distribución del complemento alimentario. La interventoría realizó verificación del plan de saneamiento y de las fichas técnicas de los productos, dando como resultado cumplimiento en cada uno de los parámetros analizados”, se lee en el reporte de la entidad nacional.