El lunar de las manifestaciones contra el Gobierno nacional ocurrió en Medellín. Varios asistentes protagonizaron actos vandálicos y amenazaron el orden público en el centro administrativo de La Alpujarra, según el reporte que entregaron las autoridades.
En las redes sociales tomaron fuerza grabaciones y fotografías en las que se puso en evidencia el momento exacto en el que un grupo de protestantes se abalanzaron violentamente sobre una réplica de la paloma de la paz que construyó el maestro Fernando Botero.
El monumento quedó tendido sobre una acera a un pie de la avenida Oriental, mientras cientos de ciudadanos pasaban por un lado criticando las reformas que tramita el presiente Gustavo Petro y las decisiones que ha tomado el alcalde Daniel Quintero.
Al parecer, todo fue producto de una provocación que defensores de derechos humanos trataron de evitar cuando apenas estaba arrancando la movilización en pleno centro de la ciudad. Detrás del incidente está un amigo cercano y familiar del mandatario distrital.
Antes de que llegara la masa de personas, el señor Juan Carlos Upegui instaló el monumento a un lado de la vía como un llamado a la reconciliación. Él aparece como precandidato a la Alcaldía de Medellín por el movimiento Independientes de Quintero.
Su nombre ha sido centro de polémica porque ostentó cargos públicos en la administración, siendo primo de la gestora social. Llegó a la actual Alcaldía como secretario de la No Violencia y se retiró para hacerle campaña política al Pacto Histórico.
En sus manos tenía flores de color blanco con la intención de entregarlas a todo aquel que pasara por la vía, pero no lo dejaron. Una vez los manifestantes reconocieron su rostro, se fueron contra él y todo lo que lo acompañaba, incluida la paloma, que fue destruida.
Funcionarios de la Defensoría del Pueblo lo custodiaron, mientras le suplicaban que se retirara del lugar porque no tenía las garantías de seguridad y podría correr riesgos. Upegui salió corriendo con su equipo y los protestantes le lanzaron objetos para herirlo.
Las interpretaciones han sido muchas. Por un lado, están los que aseguran que fue una estrategia para figurar en la opinión pública ante su aspiración electoral. Mientras que otros dicen que fue una provocación para alterar los ánimos de los sectores de oposición.
Lo que quedó del hecho fue la paloma en el suelo y desbaratada, que carga con un grado de simbolismo para Colombia. El presidente publicó una imagen del incidente junto a una frase: “Muy simbólica nuestra oposición. ¿Qué daño les hace al arte y la paz?”.
El alcalde también comparó la escena de este miércoles con el ataque que ordenó Pablo Escobar a una imagen similar: “Lo que convirtió a Medellín en la ciudad más violenta del mundo jamás por ninguna otra superada… sigue ahí. Es nuestra misión cambiarlo”.
La congresista Paloma Valencia no se quedó en silencio tras la comunicación que emitió el mandatario Gustavo Petro: “¿En serio? Cuáles son sus pruebas para acusar a la oposición; y por qué jamás se refirió al daño de los bienes públicos durante su paro”, redactó.
Más allá de esta situación, lo cierto es que varios ciudadanos se salieron de sus casillas y agredieron físicamente a los algunos periodistas que estaban reportando la manifestación y a funcionarios de la Personería porque los confundieron con empleados de la Alcaldía.
Se cree que más de 15 mil personas protestaron en las calles de la ciudad con un sabor agridulce para las autoridades. En un momento de la tarde, Daniel Quintero pidió la intervención del Esmad de la Policía Nacional porque un grupo rompió las vallas del centro administrativo de La Alpujarra y bloqueó las entradas de la administración.