El supuesto paro armado que estaría impulsado el Clan del Golfo en varios municipios del país sí caló en Arboletes, Antioquia. En la mañana de este viernes el comercio no abrió las puertas y los profesores no dictaron clases. Si bien la administración municipal y la Policía han desestimado los mensajes intimidatorios, la población teme que las advertencias se cumplan.
Una hoja en blanco y un par de renglones dan cuenta de las supuestas consecuencias que asumirían las personas de ese pueblo que no cesen las actividades hasta el siete de agosto, el día en que toma posesión Gustavo Petro. La foto del texto se difundió masivamente entre los vecinos. En varias voces, acordaron no salir de sus casas.
En imágenes registradas en las redes sociales se observan las calles vacías y las tiendas de los barrios fuera de servicio. Cuando se les pregunta a los habitantes por la persona que les ordenó acoger el paro armado, no tienen un nombre propio, sino que todos señalan a internet. Se paralizó un municipio por el miedo que entró por una pantalla. Sin embargo, en esa zona sí delinquen.
De acuerdo con las labores de inteligencia de la fuerza pública, en todos los municipios del Urabá antioqueño hay presencia de las subestructuras del Clan del Golfo. En los rincones de este territorio se cometen extorsiones, homicidios selectivos y desplazamientos. En medio del plan pistola que impusieron, azotaron ferozmente a los uniformados de la Policía.
Diana Garrido es la alcaldesa de Arboletes. Con un tono inconforme reconoció que la mitad de su pueblo sí se encerró, pero que el resto siguen trabajando con la desconfianza de recibir una mala noticia en cualquier momento. Para hacerle frente a las intimidaciones, ordenó abrir las oficinas de la administración municipal y mantener la operación en el hospital local.
“Hay mucha desinformación, no te puede mentir. Realmente no sé de dónde viene la información. Estamos tratando con la Policía de darle confianza a la gente y decirles que no hay ningún paro. La situación es muy incierta porque en el comercio están muy asustados. Hoy la gente amaneció con la zozobra. Yo le digo a la gente que vamos a abrir, a trabajar”, señaló la mandataria local.
Ante la ausencia de estudiantes y profesores en las instituciones educativas, los rectores tomaron la decisión de ponerle el candado a las entradas de las sedes hasta que la ola de miedo baje la altura. A ellos también les insistieron en citar a los alumnos a clases, pero se negaron ante la incertidumbre que hay en el pueblo.
Mientras las personas están resguardadas en sus hogares y ventanean la soledad, los uniformados están parados en las esquinas para trasmitirles la tranquilidad que necesitan. Paulatinamente, uno que otro retoma sus labores. El último reporte entregado por el comando de la Policía en Urabá detalló que la gente empezó a abrir las puertas.
El cruce de presuntos panfletos del Clan del Golfo ha confundido a la población. En un texto advirtieron que el paro armado y el plan pistola caminarían juntos hasta este domingo. En otro documento desestimaron las acciones delincuenciales, tal como lo pidió el máximo jefe de la organización desde una cárcel de Estados Unidos.
Esas decisiones estarían encaminadas a la propuesta de negociación que le extendieron los ilegales al nuevo Gobierno quien manifestó la intensión de entablar un diálogo con el fin de que respalden al Estado que desafiaron por años. Junto al Clan del Golfo y el ELN, en la canasta del acogimiento se incluirían a los Pachelly y la Oficina, grupos delincuenciales que operan en el Valle de Aburrá y otros municipios de Antioquia.