Durante el pasado fin de semana, la ciudad de Medellín fue escenario de un nuevo episodio de intolerancia que dejó a muchos habitantes conmocionados. Un vecino, frustrado por el ruido generado por una fiesta de cumpleaños en el barrio Belén Los Alpes, optó por una forma violenta de solicitar que se bajara el volumen.
La celebración, organizada por una familia local, se desarrolló durante el fin de semana del 19 y 20 de octubre y fue interrumpida abruptamente por disparos al aire realizados por uno de sus vecinos. Según relatan los residentes de la zona, la reunión se había mantenido “estruendosa” durante la mayor parte del fin de semana, y la paciencia del vecino se agotó cuando decidió “aguarles la fiesta”.
El incidente fue documentado por algunos asistentes a la celebración, quienes grabaron desde la puerta de su casa cómo el vecino, visiblemente iracundo, se acercó al portón y disparó al aire en un intento de imponer su voluntad.
En el video, se puede escuchar la tensión en el ambiente, así como los gritos de preocupación de los familiares del joven que intentó confrontar al agresor. “José, Dios mío, que vengas, te estoy hablando”, se escucha pedir a una mujer, tratando de persuadirlo para que regresara y evitar un conflicto mayor.
Este tipo de incidentes pone de manifiesto la creciente problemática de la intolerancia en las comunidades, donde la falta de diálogo y el descontento pueden escalar en situaciones peligrosas.
Los actos de intolerancia por los que más matan en Colombia
SEMANA documentó los episodios más insólitos en las regiones. La intolerancia social está acabando con 180 vidas cada mes en Colombia. Los homicidas, enceguecidos, han asesinado a padres, hermanos, amigos y vecinos.
Gilberto de Jesús Alzate les pidió a sus vecinos que redujeran el escándalo de una fiesta que tenía en vela a un sector de Medellín y la respuesta fue una puñalada que acabó con su vida en plena celebración del Día de las Madres.
Su esposa, Blanca Dolly Rendón, recordó la tragedia como si hubiera sido ayer: “A él lo mataron porque llegaron los vecinos a hacer bulla y él salió a decirles que le mermaran volumen al bafle. Le quitaron la vida porque pidió el favor”. Esta historia hace parte de los 52 expedientes que tiene la Fiscalía en la capital de Antioquia sobre muertes relacionadas con actos de intolerancia.
Esta región llegó a ser la más violenta del mundo por cuenta del crimen organizado, pero hoy la lista de homicidios es encabezada por situaciones de convivencia. Los casos que no se resuelven con armas letales o la justicia ordinaria, quedan en manos de las estructuras delincuenciales del Valle de Aburrá que tienen manuales de convivencia para resolver los conflictos en las calles.
Frente a esta situación, los ciudadanos creen que el silencio resulta la mejor opción para no levantar ampolla entre la gente: “Es mejor uno quedarse callado porque, si uno abre la boca, mire lo que pasa”, comentó Blanca Dolly tras vivir en carne propia este viacrucis.
Además, se conoció que el 40 % de los homicidios registrados este año en Bucaramanga están relacionados con la intolerancia social. Delio Hernández es una de las víctimas. Él era vendedor ambulante de aguacates y utilizaba una carretilla para promocionar el producto en las avenidas de la ciudad. En uno de sus recorridos, golpeó accidentalmente una motocicleta y el conductor lo atacó con un arma blanca en repetidas oportunidades.