Asesinar personas y envolver sus cadáveres en bolsas es una práctica heredada del paramilitarismo. Aunque en Bogotá se identificó la pericia sistemática por parte del Tren de Aragua, en Medellín y el Valle de Aburrá es un crimen que no tiene un protagonista absoluto. En lo que va corrido de 2022, las autoridades han atendido 19 casos.
El ajuste de cuentas entre las organizaciones delincuenciales que operan en la capital de Antioquia es el argumento preliminar que pesa sobre los homicidios identificados, tal como ha ocurrido en los últimos diez años. Una fuente de la Policía Nacional reveló que los cometen “porque se fumaron lo que no debían fumarse o se robaron la plata”.
Los cuerpos que hasta agosto aparecieron dentro de las bolsas en el Área Metropolitana tuvieron signos de violencia. Buena parte de los escenarios documentados por las autoridades judiciales dan cuenta que los cadáveres estaban descuartizados y divididos en envolturas que, a pesar de las complicaciones operativas, pudieron ser identificados.
¿Quién responde?
Los emisores de estos hechos violentos son grupos del crimen organizado que tienen las capacidades de costear los homicidios. De acuerdo con el mapa de la Fiscalía General de la Nación, en esta región del país se tienen consolidadas más de 80 bandas ilegales que se sostienen con la extorsión y el tráfico de estupefacientes en toda la subregión.
Una de las hipótesis de las unidades de inteligencia de la Policía Nacional es que son los incumplimientos dentro de las organizaciones lo que suscita este tipo de asesinatos. Más allá de la tortura que padecen las víctimas, el objetivo es mandar mensajes al resto de enfilados con el fin de advertir sobre los alcances que podría tener la falta de palabra.
En la baraja de responsables de los crímenes reportados en las calles de Medellín no está el Tren del Aragua a razón de que es institución no tienen pruebas de que delinca en Antioquia, a pesar de que la oficina del alto comisionado para la paz señaló que hay reportes del grupo trasnacional en esta ciudad, además en Cauca y el Valle del Cauca.
El modus operandi
El común denominador de los crímenes estudiados es que los ilegales dejan a sus víctimas en zonas visibles para que la comunidad les advierta a las autoridades sobre el hallazgo. En imágenes registradas en las redes sociales se ven los paquetes en sitios que son fácilmente de percibir: al lado de porterías y a un pie de montañas concurridas.
Aunque la Fuerza Pública no ha identificado un sitio específico del Valle de Aburrá donde se cometan repetitivamente este tipo de muertes violentas, se presume que no son en la zona donde aparecen los cadáveres. Hasta esos lugares son trasladados en carros luego de torturarlos a una distancia considerada, en espacios que tienen bajo el dominio.
Así ocurrió el 30 de julio en la zona urbana del municipio de Bello. Dos bolsas contenían los cadáveres de Miguel Ángel Álvarez Zapata, de 20 años y otro de 27, David Ramiro Ramírez. Ambos fueron retenidos en Medellín y, tras varias horas de secuestro, aparecieron en la parte trasera de una unidad residencial del norte del Aburrá.
¿Casas de tortura?
Las organizaciones que defienden los derechos humanos en el Área Metropolitana encendieron las alarmas por supuestas casas de tortura que estarían instaladas en las laderas de Medellín. Incluso, en la zona nororiental habría un cocodrilo que sería utilizado por los grupos de ilegales para someter a las personas que nadan contra de sus objetivos.
“Sí hemos identificado a lo largo de la historia sitios de tortura. El grupo de Los Pájaros lo hace. Las comunidades lo han denunciado en Belén, Altavista y Castilla, aunque podría haber más”, afirmó Julio César Rengifo, analista del conflicto y miembro de la Corporación Humanitaria Justicia al Derecho.
Si bien la Secretaría de Seguridad y Convivencia de Medellín descartó las advertencias de entrada, el comando de la Policía Metropolitana del Valle de Aburrá informó que no ha recibido denuncias de los casos en mención, pero que habilitarán una línea de investigación para ponerle la lupa a los supuestos centros de violencia.