En este momento, hay más de 10.000 migrantes varados en el municipio de Necoclí, Antioquia, mientras esperan un puesto que los lleve hasta la entrada de la selva del Darién con el objetivo de caminarla durante cinco días para arribar a Panamá. El recorrido no es gratis, un grupo de coyotes pide altas cantidades de dinero para guiar el camino.
Aunque hay más de cinco rutas que empiezan en Colombia y terminan en Centroamérica, el tránsito que inicia en Necoclí es el más frecuentado por los extranjeros, dado que es el viaje más organizado y de menor costo frente a los demás. Se sospecha que las organizaciones delincuenciales que operan en el Urabá son las encargadas de tramitarlos.
Los migrantes llegan caminando y en vehículos de servicio público desde las fronteras. En el radar de la Defensoría del Pueblo hay ciudadanos de Venezuela, Ecuador y de sectores de Asia y África que están cautivados por el sueño americano a raíz de las afectaciones que habrían padecido en sus países de origen. La mayoría llega sin dinero en sus bolsillos.
Cifras que pagan los migrantes
Según narró una fuente a SEMANA, que pidió no ser citada, el primer pasaje que deben pagar es la lancha que los conduce desde Antioquia hacia Chocó por las aguas del Golfo de Urabá. Un puesto puede llegar a costar más de 180.000 pesos. Con suerte, los viajeros encuentran un espacio en las embarcaciones para cinco días después. Esa es la razón del represamiento que hoy se ve en Necoclí.
Mientras esperan el turno, algunos extranjeros ofrecen servicios en las calles. Limpiar vidrios y cargar productos a cambio de monedas es lo más repetitivo. También se ha recurrido a la mendicidad y la explotación sexual, escenario que ha encendido las alarmas porque el 20 % de la población migrante son menores de edad.
Más tarde deben contactar a los sujetos que arman los recorridos en grupos por la temida selva que desemboca en Panamá. Ellos exigen entre 800.00 pesos y un millón. En el paquete está asegurado el trayecto, pero no el éxito del viaje. Al pie del camino, hay cadáveres que dan cuenta de las complicaciones del terreno y de no seguir las órdenes.
Otro porcentaje debe ser destinado para los alimentos que se adquieren en Necoclí, porque en los pueblos que se encuentran en el departamento de Chocó la oferta es muy inferior a la demanda y los precios son más altos. Ahí compran comida enlatada y botellas de agua que son abandonados cuando el peso supera las fuerzas de los cuerpos.
En la travesía dejan dinero. Las personas de la zona se alquilan para cargar los bolsos y los menores de edad que llevan los migrantes en las espaldas. Por lo general, el cobro es en dólares y se mide por horas. Mientras que los guías se encuentran en las montañas peajes de ilegales que piden otra tajada del viaje que comandan por la zona.
El Ministerio Público mostró preocupación por las condiciones en las que caminan los migrantes a razón de que se podrían encontrar vulneraciones a los derechos humanos. Para eso se pidió la intervención de todos los organismos del Estado con el fin de asegurar el paso de los extranjeros que hacen su tránsito en Colombia para llegar al otro lado del continente.
“El incremento de la población migrante y refugiada en tránsito hacia el norte del continente ha hecho que la crisis humanitaria en la frontera con Panamá se agudice al igual que los riesgos de vulneración de derechos fundamentales para estas personas”, aseguró el Defensor del Pueblo nacional, Carlos Camargo.
En particular, se requirió la presencia del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar para verificar el estado de los niños, niñas y adolescentes que están en el territorio. En los últimos 15 días han pasado cerca de 4.290 menores de edad. Las autoridades han identificado que varios de ellos viajan sin acompañantes.