El robo de una motocicleta llevó a las autoridades judiciales a destapar una olla podrida de delincuencia en la ciudad de Medellín. Al parecer, un grupo de ladrones arrebataba los automotores en las calles de manera violenta y, después, los escondía en una bodega.
Por medio de una llamada telefónica se reportó el hurto de una moto en el corregimiento de San Cristóbal. Desde la central de radio se ordenó a la Policía Nacional activar el protocolo para dar con el paradero de los responsables de manera inmediata.
Con el registro de las cámaras de seguridad se pudo establecer el recorrido que hicieron. Salieron de ese sector del distrito con destino a la comuna Trece. La información recolectada indicó que el material hurtado se encontraba en el sector de La Loma.
El grupo de reacción puso en marcha las actividades de patrullaje y verificación en la zona, ubicando en el primer piso de una residencia una motocicleta que, luego de solicitar antecedentes, había sido reportada como robada. Así lo informó la institución:
“Al indagar con las personas que viven en el segundo piso, una ciudadana manifiesta ser la propietaria del inmueble. Sin embargo, que el primer piso lo tenía arrendado”. Después de tener el visto bueno para ingresar a ese apartamento, se llevaron una gran sorpresa.
No solo tenían una moto hurtada, sino seis. Aunque no hubo capturas, el material incautado quedó a disposición de la Fiscalía General de la Nación para que sea devuelto a sus propietarios, quienes instauraron la denuncia formalmente ante las autoridades.
El sitio era una bodega usada por los delincuentes para ocultarlas e interpretada por el comandante Operativo de la Policía Metropolitana, coronel Henry Bello, como una “estructura criminal dedicada a hurtar las motocicletas y a lesionar a las víctimas”.
También se logró la recuperación de una volqueta robada en el municipio de Yalí y hallada en un parqueadero del corregimiento de Altavista. Allí se pudo ejecutar la captura de dos hombres que, en ese momento, tenían en su poder nueve placas, entre falsas y originales.
Por otro lado, investigadores de la Policía Nacional y la Fiscalía General de la Nación pudieron reconstruir el homicidio de un patrullero de la institución que ocurrió el pasado 7 de enero en el Valle de Aburrá. Cuatro personas estarían involucradas en el crimen, una ya fue detenida.
El uniformado habría terminado el servicio de vigilancia en una comuna de Medellín y se desplazaba hacia su residencia, ubicada en el norte de la subregión. En medio del recorrido, fue interceptado por un grupo de personas que llevaban una pistola.
Tras varias semanas de investigación, se concluyó que lo asesinaron por hurtarle la motocicleta que estaba conduciendo. Al mostrar resistencia para entregarla, recibió los disparos que lo llevaron a la muerte. Los delincuentes alcanzaron a huir del sector.
La lupa estaba puesta sobre ellos, aunque dar con su paradero representó un reto importante porque no dejaron rastros importantes. En primer lugar, rastrearon los sistemas de información de la zona y la compararon con bases de datos.
El empujón lo dio la ciudadanía. Las personas que atestiguaron la situación entregaron detalles trascendentales que facilitaron la captura de uno de los principales sospechosos.
“Para el esclarecimiento de este hecho fue vital la información de la comunidad que estuvo presente el pasado 7 de enero. Por medio de estas personas se pudo realizar un retrato hablado del victimario y cotejarlo morfológicamente”, indicó la institución.
Todas las pruebas se direccionaron hacia un hombre de 22 años, cuya captura fue avalada por un juez en el barrio Santa Cruz de la ciudad de Medellín, luego de que se les expusieran las pruebas por el delito de homicidio agravado del patrullero Juan Diego Patiño.