Un hombre apareció muerto y cubierto con una cobija en Medellín. Un mensaje recibido en la línea de emergencias dio cuenta sobre un paquete sospechoso que estaba ubicado a un costado de una vía. De acuerdo con las estadísticas de la Policía Metropolitana del Valle de Aburrá, esta escena se ha repetido en 22 oportunidades en lo que va corrido de 2022.
El hallazgo se dio en las últimas horas en el barrio Jesús Nazareno, ubicado en el norte de la capital de Antioquia. Sobre la calle estaba tendido el cadáver de un joven de 27 años, que fue identificado como Braian Arango González. Fue abandonado en la madrugada del 19 de septiembre y acomodado en posición fetal dentro de una sábana.
Aunque del crimen se conocen pocos detalles, las autoridades revelaron que la víctima estaba en situación de calle y eso podría marcar la línea de estudios del caso que fueron asumidos por la Fiscalía General de la Nación. En medio de las inspecciones judiciales, las unidades de la Policía no lograron establecer las lesiones que le ocasionaron la muerte.
“Según información preliminar, una persona que transitaba por el sector advirtió la presencia de este cuerpo sin vida envuelto en una cobija en la vía pública, razón por la cual informa a las autoridades. Motivaciones y responsables del hecho son materia de investigación”, reportó la Secretaría de Seguridad y Convivencia del distrito.
Las características de este homicidio se suman a los otros 21 que comparten los mismos móviles: cadáveres envueltos en bolsas, costales y cobijas en toda la subregión. Los hechos se han presentado con frecuencia en sectores abandonados de Medellín y el municipio de Bello. En su mayoría, las víctimas son hombres entre los 18 y 50 años.
Contrario a lo que ocurre en Bogotá, las autoridades explicaron que en esta región del país no han identificado una práctica sistemática de estos crímenes. Pero no descartan que esté relacionado con el ajuste de cuentas entre las organizaciones delincuenciales que operan con el tráfico de estupefacientes y las extorsiones.
Una fuente de la Policía Nacional reveló que los cometen “porque se fumaron lo que no debían fumarse o se robaron la plata”. Más allá de la tortura que padecen las víctimas, el objetivo de las bandas es mandar mensajes al resto de enfilados, con el fin de anticiparles sobre los alcances que podría tener la falta de palabra.
En la baraja de responsables de los crímenes reportados en las calles de Medellín no está el Tren del Aragua, a razón de que la institución no tienen pruebas de que delinca en Antioquia, a pesar de que la Oficina del Alto Comisionado para la Paz señaló que hay reportes del grupo trasnacional en esta ciudad, además en Cauca y el Valle del Cauca.
El común denominador de los crímenes estudiados es que los ilegales dejan a sus víctimas en zonas visibles para que la comunidad les informe a las autoridades sobre el hallazgo. En imágenes registradas en las redes sociales se ven los paquetes en sitios que son fácilmente de percibir: al lado de porterías y a un pie de montañas concurridas.
Aunque la Fuerza Pública no ha identificado un sitio específico del Valle de Aburrá donde se cometan repetitivamente este tipo de muertes violentas, se presume que no son en la zona donde aparecen los cadáveres. Hasta esos lugares son trasladados en carros luego de torturarlos a una distancia considerada, en espacios que tienen bajo el dominio.
Así ocurrió el 30 de julio en la zona urbana del municipio de Bello. Dos bolsas contenían los cadáveres de Miguel Ángel Álvarez Zapata, de 20 años, y otro de 27, David Ramiro Ramírez. Ambos fueron retenidos en Medellín y, tras varias horas de secuestro, aparecieron en la parte trasera de una unidad residencial del norte del Aburrá.