La Diócesis de Sonsón – Rionegro rompió el silencio frente a los hechos violentos que tienen acorralados a los municipios de Nariño y Argelia en el departamento de Antioquia. En un comunicado de dos páginas presentó una radiografía de la pesadilla que se vive.
El pronunciamiento se da luego de que terminara el paro armado que impuso el Clan del Oriente en ambas poblaciones como retaliación por un golpe que le propinó la fuerza pública contra las rentas ilegales que sostiene en el suroriente del territorio.
Durante el fin de semana ninguna persona salió de sus viviendas y el comercio se vio en la obligación de cerrar sus puertas por las intimidaciones. Al parecer, los emisores fueron alias Camilo y alias Chatarra, presuntos aliados del Clan del Golfo en esta región.
El obispo Fidel León Cadavid Marín afirmó que el poder que tienen los actores armados se ha ido fraguando en los últimos meses, escenario que se manifiesta con un aumento en las muertes violentas, masacres, desapariciones y desplazamientos forzados.
“En el oriente antioqueño se vienen presentando asentamientos de estructuras armadas ilegales y bandas criminales con ataques y amenazas a la población civil, generalmente asociados a las disputas por las rentas del microtráfico”, mencionó el sacerdote.
Además de esta estructura delincuencial, en el radar de las autoridades está El Mesa y Clan Isaza, todos compiten por tener el control de las drogas. Entre tanto, les llama la atención la ubicación de los pueblos: se mueven entre Caldas y el Magdalena Medio.
Este escenario fue calificado como preocupante por la Iglesia porque los derechos fundamentales están siendo amenazados, mientras las comunidades ponen en tela de juicio las acciones que están tomando las autoridades para hacerles contrapeso.
La Diócesis de Sonsón - Rionegro plasmó en el comunicado que las decisiones que se han tomado por parte del gobierno regional y nacional no han sido eficaces, junto al actuar desenfrenado de las estructuras armadas que se camuflan en los municipios.
“La falta de acciones contundentes han generado zozobra y desconfianza hacia las instituciones y una gran sensación de crisis de gobernabilidad”, agregó monseñor Cadavid Marín. Ante esta situación, se suspendieron las eucaristías por dos días en Nariño.
También se plantearon peticiones para reducir la violencia. En primer lugar, la Iglesia le solicitó a los ilegales respetar la vida y dignidad de los ciudadanos. En ese sentido, parar las hostilidades contra los campesinos y comerciantes que sufren de la extorsión.
Mientras que a las autoridades locales, regionales y nacionales se les pidió buscar soluciones urgentes para contrarrestar los estragos que nuevamente está dejando la violencia en los municipios del suroriente, pero que no sean acciones paliativas.
“Instamos a las autoridades a contrarrestar las afectaciones por parte de los actores armados ilegales que operan en el oriente antioqueño. La vía para conquistar la paz no es otra que la del respeto por la vida y la integridad del ser humano”, concluyó el obispo.
Antes de conocer este pronunciamiento, la Gobernación de Antioquia dio a conocer que las diferentes entidades del Estado están presentes en los municipios afectados por el Clan del Oriente para dar tranquilidad: Fiscalía, Ejército, Policía y dependencias regionales.
“Con acción fortalecida de nuestra fuerza pública y una presencia integral de la institucionalidad, recobramos la confianza y la tranquilidad de las comunidades de Argelia y Nariño”, manifestó el mandatario de los antioqueños, Aníbal Gaviria Correa.
Además, en un recorrido que se realizó por tierra, se pudo verificar que los demás municipios del oriente reportan normalidad en el comportamiento del orden público, pero no se desconoce la zozobra y terror que permanece en los hogares.