La emisora Alfa Stereo habría sido utilizada para ejecutar una millonaria estafa mediante rituales satánicos en Antioquia. SEMANA accedió a impactantes testimonios, interceptaciones telefónicas y documentos oficiales que probarían las denuncias. En la historia aparecen falsos sacerdotes y hechiceros imaginarios que han dejado daños irreparables en un número indeterminado de familias.
Lo que les ocurrió a decenas de personas en Antioquia es de no creer. Estas creyeron ciegamente en un grupo de falsos comunicadores sociales, quienes utilizaron todo tipo de artimañas para despojarlas de casas, fincas y millonarias sumas de dinero. Todo esto, solo con el poder de la palabra. Son profesionales del engaño.
María Silvia Serna, una de las víctimas, tenía el corazón herido porque su esposo estaba ennoviado con una venezolana y escuchó un anuncio en la radio que hablaba sobre sanaciones espirituales. Ella contactó a la organización y pactaron una cita en el municipio de Rionegro: “Andrés me dijo que a mi esposo lo habían trabajado con brujería”. La mujer se refiere a Johan Stiven Patiño, a quien le entregó 120 millones de pesos para que liberara su hogar.
Este hombre se ganó la confianza de María Silvia Serna, se convirtió en su confidente y visitó su finca en varias oportunidades. La llenaba de confianza, aunque cada cita era un tormento, pues él desenterraba muñecos con alfileres y elementos escalofriantes que reforzaban la idea de la supuesta maldad. En una oportunidad, “puso a mi hijo a cavar la tierra y sacó un cofrecito donde había un billete bolivariano. No teníamos duda de que era la mujer con la que mi esposo había vivido”, cuenta María luego de realizar la denuncia ante las autoridades.
La hipótesis de la Fiscalía es que los posibles estafadores ideaban las condiciones para entrar a los predios de los ciudadanos y, sin levantar sospecha, instalaban los elementos con el objetivo de causarles temor. En el caso de María Silvia, esos hallazgos fueron suficientes para endeudarse con los bancos y con sus allegados a fin de financiar las curaciones, que consistían en medicamentos y largas jornadas de oración.
Además de alias Andrés, en las conversaciones telefónicas que sostuvieron con esta mujer también apareció un falso jerarca de la Iglesia católica, pero en realidad se trataría de Diego Alejandro Vargas, un sujeto dedicado a cultivos de aguacate. “El padre me dijo que me iba a dar un número para hacerlo y recuperar la plata que les había dejado a ellos, creo que el número era el 1985. Yo lo hice una vez, pero no me gané nada”, dijo María.
La organización criminal, como la consideran las autoridades judiciales, logró un poder de convencimiento sin precedentes: a María Silvia le auguraron un accidente si no continuaba con las curaciones. Lo mismo pasó con Verónica Salazar, a quien le advirtieron que todos los integrantes de su familia morirían si no seguía con los rituales que realizaban en Medellín, pues los tentáculos del grupo se extendieron al Valle de Aburrá.
El drama de esta última víctima surgió por medio de su padre: “Le dijeron a mi papá que le habían hecho un maleficio”. Presuntamente, ese mensaje lo emitió David, reseñado por el Cuerpo Técnico de Investigación (CTI) de la Fiscalía como Fabián Andrés Valencia, el dueño de la emisora Alfa Stereo, que tiene una cobertura importante en la capital de Antioquia, Rionegro, La Ceja, La Unión, Abejorral, El Carmen de Viboral e Itagüí.
En una sesión de tratamiento con el adulto, se habría hecho presente su esposa: “Dizque invocaron el espíritu de mi mamá, que llevaba 28 años de muerta, y ella, supuestamente, escribió unos garabatos en una hoja que decía que mi papá debía cederles la casa a ellos para que se librara de ese hechizo”, recordó Salazar. El pacto era que les entregara el inmueble de 200 millones de pesos, ellos lo vendían y le restituían el dinero. Los robaron.
La trama de la organización también quedó registrada en interceptaciones telefónicas en las que planearon cómo causar terror y las indicaciones a las víctimas para superar los conjuros. La fórmula clásica era beber tres aguas benditas de tres parroquias distintas, orar 66 padrenuestros a las 10:00 p. m., costear el encendido de 16 velones y, en un caso en particular, pagar 33 misas en lenguaje arameo en Italia por un millón de pesos.
Entre el abundante material probatorio de la Fiscalía se resalta una llamada que sostuvo uno de los posibles delincuentes con una mujer a quien estaban tratando por una supuesta brujería que no la dejaba prosperar: “Había un muñeco que tocó destruir, por eso yo le dije que la llamaba. Me tocó trabajar toda la noche, destruir todas esas cosas. Hay que mandar a hacer misas, necesita unas cremas”. Toda la plata la recibía él.
El hallazgo de la estafa
Estos episodios fueron detectados por las autoridades judiciales cuando Luis Ángel Restrepo, de 85 años, denunció que perdió sus dos propiedades en Medellín en una aparente estafa que habría sido protagonizada por esta banda. Inicialmente, el nombre más importante era el de Germán Antonio Duque, el encargado de adelantar los procedimientos notariales para, presuntamente, apoderarse de las casas.
Antes de morir, Restrepo emitió un oficio relatando la situación: “Me indicaron que me auguraban una fortuna en el camino si les vendía mis casas, diciéndome que me ganaría una lotería por medio de un número, que me la ganaría en el mes de las ánimas, o sea, en noviembre”. Él accedió y le entregó a Duque dos apartamentos avaluados en 200 millones de pesos con la promesa de que la plata llegaría 15 días después.
El adulto mayor, después de trabajar como oficial, sostenía el hogar con esos inmuebles. Eran él y su esposa, Rosa María López, quien busca justicia por lo sucedido: “Él ya murió. Falleció con una tristeza muy honda por haber perdido la propiedad. A él lo mató una pena moral. Yo quiero que esa gente pague todo lo que le hicieron a Luis Ángel. Se lo llevaron hasta la tumba por haberle quitado la propiedad y se murió de un infarto”.
La teoría de la Fiscalía es que, al parecer, Germán Antonio Duque adquirió los predios de Restrepo de manera fraudulenta por 44 millones de pesos, según una escritura pública del 24 de septiembre de 2018. Cinco meses después de esa fecha, Duque le vendió los apartamentos a una señora por 55.600.000 pesos, reseñado en otro documento oficial fechado el 12 de febrero de 2019, quien también rindió explicaciones por los hechos.
El ente acusador los atrapó, y defendió, con pruebas en mano, la siguiente hipótesis: “Mediante programas radiales emitidos por la emisora Alfa Stereo, propiedad del señor Fabián Andrés, invitaban a la comunidad a consultarlos, haciéndoles creer a sus oyentes, y posteriores víctimas, que, a cambio de pagar altas sumas de dinero, recibirían orientaciones espirituales concretadas en misas, ritos y demás actos esotéricos”.
Germán Antonio Duque, Johan Stiven Patiño, Fabián Andrés Valencia y Diego Alejandro Vargas fueron acusados de los delitos de concierto para delinquir y estafa agravada en la modalidad de masa. Pese a la evidencia, ninguno de los procesados se acogió a la imputación. Ellos no fueron privados de la libertad, deberán presentarse ante los llamados de la Justicia y no podrán salir del país mientras avanza la investigación.
Ahora bien, un juez de control de garantías de Medellín les ordenó frenar las actividades de esoterismo y se le pidió a Valencia, el dueño de la emisora, no asistir al medio de comunicación y anular cualquier mensaje radial en el que se anuncien tratamientos curativos o relacionados con la actividad que hoy lo tiene frente a la Justicia, cuyo volumen de pruebas podría aumentar en el futuro por el alto número de víctimas.