La Policía Nacional, a través de la Operación San Gabriel, pudo inferir que la mamá del menor de edad, su padrastro, la abuela y otros miembros del núcleo familiar serían los victimarios del aterrador crimen que llevó a la desaparición del menor Maximiliano Tabares, de seis años de edad.
Los capturados se dedicaban a realizar ritos satánicos y todo indica que la desaparición del niño obedece a las prácticas ilícitas de estas personas.
En la mañana de este viernes 21 de octubre, las autoridades dieron a conocer los cuatro allanamientos en los que se materializaron las capturas de estas personas en los municipios de Segovia y Bello, Antioquia. La Fiscalía 140 especializada logró que estas personas fueran legalizadas por un juez de la República.
En los operativos que realizaron los uniformados, cuando llegaron a la vivienda de la mamá del menor encontraron debajo de la cama y en otros espacios objetos satánicos; como los elementos con los que realizan ritos y muñeco vudú. Además de varios libros sobre estas prácticas, cuchillos y hasta frascos con diferentes hierbas.
Luis Fernando Suárez, secretario de Seguridad Humana de la Gobernación de Antioquia, afirmó que seguirán en el trabajo de encontrar el cuerpo del niño, “para poder esclarecer este hecho tan doloroso que nos llena de dolor. Yo insisto en la ruta para poder encontrarlo. Es una zona muy compleja por el incremento de homicidios y de grupos armados”.
“Hacemos un llamado a la comunidad para que estemos atentos a cualquier hecho que atente contra la integridad física, mental y sexual de nuestros niños. Seguimos con los operativos para dar con el paradero del pequeño Maximiliano. Las órdenes de captura fueron expedidas por los delitos de desaparición forzada, tortura agravada, lesiones personales y concierto para delinquir”, sostuvo el coronel Jhon Alzate, director de Protección y Servicios Especiales de la Policía Nacional.
Estos hechos siguen siendo un misterio. Las autoridades tratan de establecer si la desaparición del menor se trataría de un negocio para encontrar una guaca de oro.
Habla la familia de Maximiliano Tabares
Los otros integrantes de la familia del niño no tienen paz desde que desapareció. En un principio creyeron que se había escondido en una casa para huir de un castigo de su madre, pero las advertencias de un presunto sacrificio tomaron fuerza. Los parientes sospecharon desde un principio que la mujer no estaba diciendo la verdad.
Elkin Tabares es uno de sus tíos. Recibió la noticia de la pérdida de Maxi, como lo llaman en su casa, cuando estaba trabajando. El mensaje le cayó como un balde de agua fría, porque era uno de los más protegidos y mimados del hogar: es la semilla que les dejó su hermano en la tierra, pues él falleció violentamente hace varios años.
La familia paterna fue la más cercana al menor a razón de que la mayoría de su vida la pasó junto a ellos. La abuela tomó las riendas de su formación hasta que la madre le solicitó que le retornara la custodia. Eso ocurrió este año, pero las autoridades no intervinieron en el pleito porque se alcanzó por mutuo acuerdo.
Ahora bien, este hombre entró en tres oportunidades a la residencia de la víctima para tratar de confirmar o desmentir los rumores que estaban circulando ampliamente en las calles del pueblo. “Nos dijeron que esa gente hacía rituales en la casa y que el niño estaba ahí. Cuando llegamos, esa mujer limpió todo para borrar las evidencias”, afirmó Tabares.
Sin embargo, las dudas siguieron. Ellos contrataron a personas videntes de la región para que les dieran pistas sobre el paradero de Maximiliano. En los mensajes les daban cuenta a sus parientes de que no estaba vivo, mientras que los habitantes les lanzaban esperanzas. Lo buscaron en las montañas, caseríos y casas abandonadas.
Tabares reconoce que la respuesta la podría tener la madre, y espera que sea por la mediación de las autoridades para cesar la intranquilidad que los acompaña desde que se enteraron de la desaparición. “Nosotros no tenemos vida, estamos muy afectados, esto es muy doloroso para todos. Que sea lo que Dios quiera”, agregó el tío de la víctima.
Todos están apegados a las palabras que salgan del proceso judicial que enfrentan los seis presuntos integrantes de la secta satánica de Los Carneros. La Fiscalía los acusa como presuntos responsables de los delitos de concierto para delinquir, desaparición forzada agravada, tortura agravada, encubrimiento por tortura y lesiones personales.