John Ferney Cano sentenció a muerte al urólogo Juan Guillermo Aristizábal después de una intervención quirúrgica que le practicó. Así quedó en evidencia en expedientes de la Fiscalía, a donde llegaron denuncias por amenazas y en un libro que él mismo redactó. Su objetivo se cumplió el 18 de abril en la Clínica Medellín de El Poblado.
El homicida tituló el documento Memorias de un loco sensible, cuya extensión es de 369 páginas dedicadas a hablar de su historia de vida y el drama que padeció por un intenso dolor en su miembro viril, lo que lo llevó a conocer al especialista en el año 2021 para tratar de encontrarle solución a su malestar.
El doctor le recomendó una circuncisión, una operación que consiste en cortar una porción de la piel que cubre la cabeza del pene. Cano pasó por el quirófano el 21 de octubre de ese año y no quedó satisfecho con el resultado, calificándolo como una “mutilación” que no le curó el sufrimiento, al contrario, se incrementó.
24 horas después del procedimiento, él se quitó las vendas que cubrían su miembro para ver la secuela: “Llorando y temblando de lo aterrorizado que estaba, apliqué el ácido fusídico como pude, alrededor de esa asquerosa y espantosa cicatriz, en medio del dolor. En el pequeño baño de mi casa me juré venganza”, se lee en un capítulo.
Más adelante, Cano anticipó el asesinato: “Ese infame se ha topado con la persona equivocada, lo odio como nunca había odiado a alguien, es un sentimiento indescriptible, de solo pensar en esa escoria imagino fulminarlo en reiteradas ocasiones con una pistola. Trabajaré con devoción por aniquilar a esa basura”.
En medio del libro, este sujeto repetía: “Mi objetivo ahora es darle muerte a ese infame urólogo. Él me engañó, ahora deberá pagar. Es un vil tramposo aprovechado. Me he enterado de que también lesionó a otro chico. Alguien tiene que frenarlo y estoy dispuesto a pagar el precio que sea necesario, incluso con mi vida”.
El asesino reconoció que estaba cansado, pero solo tenía un fin: “Ya he perdido toda esperanza, no en la ciencia, porque amo y creo en la ciencia, solo que de ahora en adelante solo trabajaré por buscar venganza y cobrarle a ese hijo de puta la mierda que me ha hecho. Él se aprovechó de mí, pero ahora es mi turno”.
John Ferney Cano ingresó al consultorio del doctor Juan Guillermo Aristizábal en la mañana del 18 de abril con una pistola en la mano. Según el reporte de la Policía Metropolitana, este sujeto lo atacó a disparos hasta la muerte, luego le prendió fuego al espacio y terminó el crimen en el baño quitándose su propia vida.
Cano le redactó una carta a su hermano donde le pidió guardar silencio y no aportar información a las autoridades, también pidió cómo hacer su funeral: “Este caso está resuelto, se trata de una venganza por una lesión física que, a su vez, causó un malestar mental. Procura cremar mi cuerpo y arroja las cenizas en cualquier lugar”.
Medellín no sale del asombro. Gremios médicos y universidades han pedido respeto por los profesionales: “Nos duele que circunstancias de violencia nos sigan arrebatando personas que cumplen con su misión de servir y preservar la vida; por ello, hacemos un llamado al respeto por el personal médico y de las áreas de la salud, que día a día trabajan incansablemente por el bienestar de sus pacientes”.