Falsos cirujanos están realizando procedimientos estéticos a domicilio en Medellín. A los pacientes les inyectan aceites de cocina para aumentar el volumen del cuerpo y extraen grasa con elementos contaminados. Es una mafia que, aprovechándose de la ilusión de las personas de tener una figura esbelta, destruye vidas a cambio de dinero.
La Seccional de Salud de Antioquia tiene pruebas que dan cuenta de odontólogos que operan rostros, enfermeros que aplican biopolímeros y médicos generales que practican lipotransferencias. Mientras que el Colegio Médico tiene en el radar a entrenadores deportivos y cosmetólogos que intervienen cara, abdomen, glúteos y senos. Los quirófanos están ocultos en garajes, apartamentos, gimnasios, peluquerías y tiendas en todo el Valle de Aburrá. Allí acuden mujeres de clase media y baja para someterse a tratamientos económicos que muchas veces terminan comprando un tiquete a la muerte o el pasaporte para sobrevivir en un viacrucis de dolor, angustia y terror.
La Fiscalía ha recibido 15 denuncias por los estragos que estos sujetos han causado en la integridad de las víctimas, aunque las autoridades reconocen que hay un subregistro en las quejas. En los expedientes se reseñan estómagos devorados por bacterias, caderas descompuestas por venenos y nalgas destruidas por derivados del petróleo.
La Gobernación de Antioquia tiene la sospecha de que hay un número considerable de personas que se estarían “pudriendo” en la intimidad por el miedo de reconocer en público que fueron intervenidas de manera clandestina, pues las mismas organizaciones ilegales las obligan a guardar silencio y amenazan con represalias si intentan hacer justicia. Es el caso de dos ciudadanas extranjeras que salieron de Medellín con los abdómenes abiertos e infectados, después de recibir intimidaciones cuando emprendieron acciones penales contra un grupo de inescrupulosos que les prometieron lipoesculturas en las redes sociales. Una falsa cirujana las operó y les destruyó el cuerpo.
Ellas fueron atraídas en internet con llamativos anuncios comerciales que les anticipaban una gran transformación: “Logra el cuerpo que siempre soñaste. Consulta por nuestros servicios en Colombia”. La oferta las enamoró: tiquetes aéreos, recorridos por Antioquia, intervención estética y recuperación en un hotel por 20.000 dólares, cerca de 81 millones de pesos.
El defensor de las víctimas, Juan Sebastián Medina, alega ante tribunales que estos sujetos acabaron con sus vidas: “Ellos las destrozaron y no hay cómo reparar esa situación”. En medio de las investigaciones, él descubrió que los procedimientos fueron realizados por individuos que nunca se graduaron como especialistas y duda que hubieran ido a clases.
Estas mujeres confiaron en la buena reputación que tienen los doctores antioqueños en el mundo, quienes han aprovechado el auge del turismo en el Valle de Aburrá para poner a disposición sus capacidades a bajo costo, si se compara con las exorbitantes cifras que se manejan en el exterior en materia de servicios en salud. La alta demanda de usuarios está siendo captada por los ilegales. Así lo denuncia la secretaria de Salud del departamento, Marta Ramírez: “No están dejando a los pacientes en manos de los especialistas adecuados. Médicos generales haciendo cirugías estéticas invasivas, odontólogos aplicando biopolímeros, ellos no están capacitados”.
En los últimos 20 meses, se ha reportado la muerte de ocho pacientes en medio de estos procedimientos. Y esta semana se confirmó que 44 personas padecen una infección de piel y tejidos blandos por tratamientos realizados en un garaje de Medellín: hoy no aparecen los responsables y, en el mismo sitio, hay denuncias por millonarias estafas.
“Servicio personalizado”
Uno de los hallazgos más preocupantes es que hay grupos de salubristas que están interviniendo a los usuarios a domicilio. Es decir, están instalando zonas quirúrgicas en apartamentos, aplicando anestesia local y abriendo los cuerpos para modificarlos sin ningún tipo de cuidado. Una barbaridad que, por lo general, no cuesta más de 10 millones de pesos. “Hemos conocido de la realización de liposucciones, la inyección de grasa en la región glútea, intervenciones en la nariz y en los párpados por parte de personas que no tienen nada que ver con el sector de la salud”, alerta Carlos Valdivieso, presidente del Colegio Médico de Antioquia e integrante de la Sociedad Colombiana de Cirugía Plástica.
El doctor Juan Carlos Vélez, uno de los más reconocidos en este campo médico, detalla que hombres y mujeres están recibiendo en el cuerpo mezclas tóxicas que los pueden llevar a la muerte a cambio de tener más volumen. Ha hallado en sus pacientes sustancias derivadas del petróleo, aceite de motor de avión y silicona que compran en ferreterías.
“A esto no se les puede llamar procedimientos estéticos. Esto es una agresión aberrante al cuerpo humano y debería estar prohibida y castigada por la ley. Ellos camuflan ácido hialurónico”, informó el especialista. Y da un ejemplo: si el aumento de glúteos se hace con la sustancia que indica la ley, no baja de 600 millones de pesos, pero ellos cobran 8 millones.
Silvana Vásquez es una de las sobrevivientes. Aunque ella pagó 4 millones de pesos por la aplicación de unos centímetros de biopolímeros, se ha gastado más de 35 millones de pesos en la recuperación. A su juicio, los estándares de belleza que hay en la opinión pública, y en los que ella quiso encajar, la llevaron a tomar la peor decisión de su vida. “Esto es un calvario. Tener estas sustancias en el cuerpo es muy doloroso, es un veneno que se esparce con rapidez, es una decadencia en la salud y los responsables no van a asumir nada de lo que te pasa. Yo cometí un error grave y la gente sigue cayendo”, dijo la mujer, quien se arrepiente de lo que pasó y quisiera devolver el tiempo para reparar lo que hizo.
En una búsqueda rápida en Instagram, se encuentran invitaciones a modificarse el cuerpo en Medellín, y buena parte de los oferentes son estilistas, quienes presentan los bajos precios con supuestas promociones: “Luce la nariz que quieres por $ 200.000, luce los glúteos que sueñas por menos de un millón, aumenta los labios por $ 200.000”.
En uno de esos lugares le intervinieron los glúteos a Marta Orozco, cuyo nombre fue modificado por seguridad. Una sustancia química le contaminó el cuerpo, se ha practicado tres cirugías para erradicarla, pero ha sido imposible: “Yo me toco y me siento las bolitas. Eso me cambió la vida. Mi pesadilla es el dolor, la fiebre y el malestar”.
Pese a estos antecedentes, las cirugías a manos de inescrupulosos no han parado y las autoridades están reforzando la vigilancia para frenarles su accionar y han clausurado ocho centros estéticos este año. Tras esta presión, las intervenciones irregulares han sido programadas en horas de la noche con el fin de despistar a los inspectores. A esta grave situación, se suma otra denuncia de la Secretaría de Salud de Antioquia. Si bien en Colombia está prohibida la aplicación de biopolímeros desde 2023, en Medellín no ha parado esta práctica. La penalización es de 32 a 150 meses de privación de la libertad y multas que van de 150 a 250 salarios mínimos.
La recomendación es denunciar este tipo de acciones y no caer en las manos de estas organizaciones, pues es imposible curar los estragos que causan en los cuerpos. En dado caso de realizarse un procedimiento estético, es aconsejable dudar de los precios baratos, verificar el título del profesional que hará la intervención y tener certeza de la legalidad del quirófano.