Integrantes de la Policía Metropolitana del Valle de Aburrá crearon una organización delincuencial para enviar mujeres a Francia a cambio de recibir 8 millones de pesos por cada una. En impactantes relatos, las víctimas denuncian la alianza de los uniformados y dan cuenta de horas eternas de abusos sexuales, golpizas y amenazas.
“Viendo gente en uniforme, pensé que eran buenas personas”, así empezó la declaración juramentada de Alejandra Ramírez ante las autoridades francesas que la rescataron en Marsella cuando era obligada a prostituirse. Fue reclutada por el intendente Carlos Augusto Fernández en un comando de la ciudad de Medellín. De acuerdo con el expediente, Ramírez obtuvo un permiso para entrar a la sede de la institución a vender las boletas de una rifa. Allí tuvo comunicación con el funcionario, quien le ofreció una plaza de modelo webcam en territorio europeo y le anticipó que debía tener relaciones sexuales con los clientes. Ella mostró disposición.
La red criminal le prometió a Alejandra ganancias de 30 millones de pesos al mes, dejó en sus manos la decisión de terminar el contrato cuando quisiera y entregó a alias León como su protector, un francés de 28 años que promocionó su cuerpo en sitios web de pornografía y la empujó a ejercer la prostitución.
“Yo era la modelo de León, su única herramienta de trabajo. León nunca me pidió consentimiento, nunca me dijo que yo sería la reina del anal. Tuve servicios con un cliente orinando en su cara”, detalló la víctima, quien acusó a este hombre de violarla, amenazarla con asesinarla, arrojarla a la basura y atentar contra su familia en Antioquia.
Sara López también cayó en las garras del grupo que era comandado por Jorge Restrepo, un oficial de operaciones aéreas que se enfiló en la Policía en 2014 y salió en 2022 para tomar el control de la red de trata de personas en Francia. Al parecer, tuvo en cuenta los consejos de alias León para instrumentalizar a las mujeres paisas.
El exuniformado publicaba las fotos de López en internet junto a dos tarifas: 100 euros por 30 minutos y 160 euros por una hora. “En el anuncio hay un número de móvil con mi foto. El cliente pensó que estaba hablando conmigo, pero en realidad estaba hablando con Jorge”. El compromiso era que los dos dividieran las ganancias en partes iguales.
La misma estrategia usó Restrepo con Alexandra Caicedo, quien agregó en el expediente que él se encargaba de la seguridad de las mujeres cuando sostenían relaciones sexuales con hombres. En una oportunidad, un extranjero se fue contra ella. “Hace cuatro semanas vino un cliente, me golpeó y me robó, me tiró gas lacrimógeno”. Fue reclutada por el subintendente en retiro Álvaro Hernández Pérez. La Fiscalía informó que él le ofreció 20 millones de pesos mensuales para ejercer labores de acompañante: “Servicios sexuales en París”. Sin embargo, una vez llegó a ese país, las condiciones cambiaron y las ganancias no superaban el 25 por ciento.
Las víctimas se aferraron a un traductor en línea para maniobrar con el idioma, calmaron la angustia de los maltratos cuando pensaban en lo provechoso que el dinero podía ser para sus familias en Colombia y se levantaban diariamente con la esperanza de alcanzar un futuro menos agresivo al que estaban destinadas. El horror no lo han podido olvidar.
“Me decía: ‘Vas a tener que salir a la calle a buscar clientes porque no hay otra opción, tú ya no tienes clientes, no estás bien en el mercado de la página’”, eran algunas de las frases que le mencionaba alias León a Alejandra Ramírez, quien justificaba las violaciones sexuales con la siguiente expresión: “‘Eres puta’, me decía ‘perra’”.
Las confesiones de la red
La cabeza de la organización sería Georges Kalliterakis, alias León, que tiene reportados cuatro viajes a Colombia entre diciembre de 2018 y abril de 2022. En esos trayectos, él se acercó a Jorge Restrepo, el exuniformado de la Policía Metropolitana del Valle de Aburrá, destacado por su bilingüismo, e invitó a sus compañeros al aterrador negocio.
El francés le confesó a su instructor de boxeo, Miguel Romero, el entramado: “Me dijo que traía putas de Colombia, Ecuador y México para hacerlas trabajar. Me explicó que los mexicanos no eran tontos y que no aceptaban prostituirse. Él me hizo una propuesta diciéndome que las niñas de Honduras también podrían venir y hacer lo mismo”.Y un amigo íntimo de León, presentado por las autoridades francesas como Baptiste Mariscal, confesó la alianza con los uniformados en Medellín: “Me habló de su proyecto en relación con el proxenetismo, me dijo que viaja mucho, sobre todo en Colombia. Me dijo que el jefe de Policía en Colombia recluta a las niñas”.
Georges Kalliterakis fue capturado y en los interrogatorios esquivó las preguntas sobre los señalamientos de sus hombres de confianza y las mujeres con las que compartió. En los archivos conocidos por SEMANA, su respuesta frecuente era la siguiente: “No tengo nada que decir al respecto, no tengo nada que decirte sobre este individuo”.
Después de varias presiones de la justicia, Jorge Restrepo cedió y reconoció su participación en la red de trata de personas: “Vine aquí con dos intenciones. La primera idea era traer chicas como acompañantes y, luego, si las cosas iban bien, quedarme tres meses como turista y después volver a Colombia con las chicas. Me dejé influir por Georges”.
El intendente Carlos Augusto Fernández también aceptó sus responsabilidades y fue condenado a 84 meses de prisión, tras lograr un preacuerdo con la Fiscalía. “Él fue vinculado por haber intermediado en el envío de una ciudadana colombiana que fue a territorio francés y allí fue esclavizada sexualmente”, dijo su abogado, Juan Mario Tobón.
Ahora bien, las víctimas de estos hombres también detallaron ante los detectives que el fenómeno de reclutamiento para la prostitución hacia Europa es un fenómeno cotidiano en Medellín, principalmente en las zonas donde hay alta demanda de servicios sexuales. Hay varias investigaciones abiertas para esclarecer estos episodios.
“(En) Europa la prostitución es mejor pagada, entonces hombres como León viajan a Colombia, van a discotecas donde hay prostitutas, buscan muchachas bonitas y las invitan a venir. El contacto debe buscar chicas y obtener dinero si las encuentra. La chica no paga el boleto, ellos pagan por ella”, afirmó una de las mujeres en este proceso. Hoy, ellas son acompañadas por autoridades y asociaciones francesas.
“Estoy feliz porque soy libre. Me sentí en una cárcel abierta. Cuando me despertaba, tenía que ir a buscar a los clientes. Hoy doy gracias a Dios porque me salvó la vida, vi la muerte en mi rostro. Luché con mi pensamiento y Dios me dio valor, porque una cosa es decirlo y otra es vivirlo en carne propia”.
La Policía Nacional le entregó este proceso a la Dirección de Investigación Criminal para que lo examine con lupa junto a la Fiscalía, pues recientemente se conocieron nuevos detalles y pistas que podrían ampliar el nivel de responsabilidades. Los testigos tienen la voluntad de ofrecer nombres y brindar ubicaciones para frenar el flagelo que protagonizaron. *Los nombres de las víctimas fueron cambiados para proteger su integridad.