Mientras el conflicto armado se agudiza en los municipios más pobres del país, y las disidencias de las Farc, así como otros grupos criminales, asesinan sin piedad a los miembros de la fuerza pública y le declaran la guerra a Colombia, decenas de miles de soldados decidieron retirarse del Ejército Nacional. La cifra es alarmante y escandalosa. Muchos alegan que el Gobierno los dejó solos, otros dicen que no hay garantías y unos más hablan de desmoralización de la tropa desde hace un poco más de dos años.
En entrevista con SEMANA, algunos uniformados van de frente y acusan al presidente Gustavo Petro y al ministro de Defensa, Iván Velásquez, de restarles importancia a las tropas y desampararlas frente al enemigo. En respuesta a un derecho de petición, el Comando de Personal del Ejército Nacional reconoció que 16.384 militares abandonaron la institución entre agosto de 2022 y abril de 2024. En promedio, cada día 25 soldados deciden soltar el armamento y dedicarse a otras labores en la vida civil. Son múltiples las razones de esta desbandada: políticas, económicas, técnicas y personales.
Al desmenuzar esta cifra, 6.989 soldados se retiraron, pues ya cumplieron su edad de pensión al pasar dos décadas en la institución. Dicho proceso es normal y de rutina; no obstante, las alarmas se encienden cuando en el mismo informe se detalla que entre agosto de 2022 y abril de 2024 cerca de 8.882 combatientes dieron un paso al costado por voluntad propia, es decir, salieron por motivaciones personales. ¿Qué los llevó a esto? Para completar la cifra de salidas, aparecen 513 casos de uniformados llamados a calificar servicios, lo que en otras palabras se traduce como un despido.
Al comparar las estadísticas de los últimos nueve años, 2022 y 2023 han sido los periodos en los que más soldados han salido del Ejército. En el año en el que Iván Duque terminó su gestión y Gustavo Petro la arrancó, fueron 10.195 los retirados, mientras que el año pasado cerró con 9.335.
Así se han comportado los retiros de militares en los últimos nueve años, según el Comando de Personal del Ejército Nacional: 6.825 (2016), 6.878 (2017), 7.641 (2018), 8.256 (2019), 8.271 (2020), 8.414 (2021), 10.195 (2022), 9.335 (2023) y en los primeros cuatro meses de 2024 van 1.517.
Detrás de cada número reciente hay una historia y, en muchas de ellas, el común denominador es el descontento con los anuncios públicos del presidente Gustavo Petro. Las negociaciones de paz que adelanta con actores ilegales en varias regiones y su política de seguridad nacional habrían espantado a cientos de personas de las filas.
Además de esta, hay cuatro razones transversales: los sujetos alegan que el salario mensual no es proporcional al peligro que corren en las montañas, sus familias les reclaman un empleo menos invasivo, son tentados por las ofertas millonarias de los ejércitos internacionales o, por norma, deben salir porque no hay cupos en ascensos.
Hablan los retirados
Al ampliar la lupa, se conoce que los soldados profesionales son los que más han levantado la mano para pedir la baja durante la administración de Petro: 1.588 (2022), 2.923 (2023) y 693 (2024). Uno de ellos, quien pidió omitir su nombre, justificó la salida por las condiciones salariales y el abandono a sus allegados, pues tenía complicaciones para visitarlos porque estaban asentados en una zona roja con presencia de actores armados.
“El sueldo militar no es un sueldo. Es muy poco frente al sacrificio que tiene día a día y los largos tramos que se deja de ver a la familia, de compartir con los seres queridos. Uno a la casa siempre va es de visita”, manifestó el hombre, que hoy trabaja en una empresa privada con un ingreso mensual favorable.
Bajo este mismo argumento, el segundo lugar lo ocupan los suboficiales: 695 (2022), 1.943 (2023) y 420 (2024). El sargento segundo en retiro Adolfo Castaño forma parte de esta lista y su razón es exclusivamente política, pues no esperó la posesión del primer gobierno de izquierda para presentar la renuncia irrevocable.
“Me retiré en el mismo momento que el señor Gustavo Petro quedó de presidente. Me parece bastante ilógico tener que cumplir las órdenes de una persona que perteneció a un grupo guerrillero. Es deshonroso verlo a él en los cuadros de honor como la figura que representa a las Fuerzas Militares. Yo quiero volver a ponerme las botas, pero será cuando él ya no sea presidente”, agregó el exuniformado.
Una mujer suboficial que se unió a la institución a temprana edad se vio en la obligación de abandonar su proyecto de vida por la supuesta antipatía del Gobierno: “Las cosas se han puesto un poco complejas. Hemos perdido algunos beneficios de los que gozábamos antes, y el respeto que tenía el Ejército en la población se ha perdido por el nuevo Gobierno. Eso se ha visto con inseguridad para nosotros”.
El número de dimisiones por voluntad propia es menor en el campo de los oficiales, quienes tienen a cargo el direccionamiento de las tropas y la administración de la institución: 117 (2022), 386 (2023) y 126 (2024). Pero es el sector donde hay más llamados a calificar servicios: 31 (2022), 210 (2023) y 64 (2024), dado que se aprieta la competencia para ascender en los grados militares.
Soldados de exportación
La salida de soldados también obedece a un fenómeno en crecimiento: los ejércitos internacionales están incorporando a militares colombianos que tengan habilidades para combatir enemigos y están dispuestos a pagar millonadas por sus servicios. Hay antecedentes en Emiratos Árabes Unidos, Ucrania y África.
El cabo Careloco, conocido ampliamente en las tropas con ese sobrenombre, es uno de los 16.384 retirados durante la administración de Petro. Duró 14 años en las filas y esa experiencia le valió para portar el uniforme de un país asiático, desde donde monitorea el orden público de su tierra y lamenta el rumbo que está tomando.
“Conocí esta oferta de trabajo por mis compañeros que ya se habían venido para este país. Los requisitos son estar físicamente bien y tener las ganas de salir adelante. Acá hay mandos, sueldo y moral, eso lo motiva a uno a dejar el Ejército. No es el de uno, pero es mejor pago. También hay soldados en Ucrania y Alemania”, afirmó el exmilitar.
SEMANA conoció que en Bogotá hay dos empresas que se han encargado de llamar la atención de los suboficiales y oficiales que tengan conocimiento en misiones especiales para viajar a otros países. Ofrecen el pago de 2.500 dólares mensuales; con la cotización actual, serían más de 9 millones de pesos.
El general en retiro Eduardo Zapateiro, excomandante del Ejército Nacional, afirmó que los militares colombianos son demandados en el exterior por el excelente entrenamiento, disciplina y experiencia operacional. Así lo exaltan los medios internacionales y a eso se suman los retos que enfrentaron con los grupos ilegales.
“El soldado colombiano es un hombre con vocación y, asimismo, son muchachos que en su mayoría terminan sus carreras a corta edad. Tienen mucho que brindar en el ámbito de seguridad y defensa”, dijo el exoficial. No obstante, recomendó tener cuidado con las ofertas labores, pues abundan las estafas y los malintencionados.
La violencia
Son múltiples las razones que impulsan a los soldados a quitarse el uniforme. Una de las más usadas es el incremento de la violencia y los obstáculos que habrían encontrado en el camino para defenderse, pues consideran que el cese al fuego que el Gobierno pactó con algunas organizaciones criminales habría sido un error.
Esas palabras las dice un soldado profesional en retiro, quien prefirió omitir su identidad: “A la Fuerza le amarraron las manos y, por el contrario, la fuerza enemiga está fortaleciéndose más y con mayor presencia; pareciera que el enemigo fuera uno”. Se refiere al ELN y a las disidencias de las Farc, a las que enfrentó por años.
Según las cuentas del Ministerio de Defensa, entre agosto de 2022 y marzo de 2024, 134 miembros de la fuerza pública perdieron la vida en medio de acciones violentas. Ahí faltan por sumar los fallecimientos de los seis militares atacados en masa por las disidencias de las Farc en una compleja operación en Cauca.
Los participantes de dicha operación, en dramáticas comunicaciones conocidas por SEMANA, detallaron el riesgoso movimiento contra el Estado Mayor Central, comandado por alias Iván Mordisco: “No podemos tirarnos al hueco porque nos tienen rodeados por todos los puntos. Si nos tiramos al hueco, nos matan a todos”.
Esa misma estructura criminal, en medio de los combates, dio una orden brutal que se prueba en audios en poder de las unidades de inteligencia militar: “Nada de coger prisioneros, a todo hijueputa le mochan la cabeza”, dijo alias Dumar, un sanguinario guerrillero que coordina la guerra en ese departamento.
El Cauca es un terreno turbulento que las familias de los militares quieren que esquiven. El Gobierno ordenó una confrontación permanente para debilitar al EMC, que tiene un imperio en el suroccidente colombiano alrededor del tráfico de estupefacientes a gran escala y comercialización de material de guerra.
Todo este episodio lamentable contó con un serio agravante: el Ejército dejó tirados en zona rural de Argelia los cuerpos de los militares masacrados por el frente Carlos Patiño.
Esa guerrilla se dio el lujo de presentar los cuerpos como trofeos de guerra y hasta expidieron un comunicado para demostrar su poderío. Tres días después, los cadáveres fueron enviados por las disidencias en un campero hasta zona urbana de Argelia, donde fueron retirados vía aérea hacia Popayán. Ese episodio fue un duro golpe mediático para la operación de la tropa en esa zona del país.
Cupos limitados
A juicio de Guillermo León, oficial en retiro de la Fuerza Aérea y presidente de la Asociación Colombiana de Oficiales en Retiro de las Fuerzas Militares, el número de los retiros de militares estaría aumentando desde 2016, lo que llevaría al déficit de hombres y mujeres en todas las instituciones a unos 100.000.
“Hay retiros que se han dado de manera forzosa al efectuar relevos de la cúpula por parte del Gobierno nacional. Al poner de comandantes o director de la Policía a personas con baja antigüedad, hace que salgan unos grandes grupos de oficiales que, obviamente, tienen un efecto en la dirección estratégica”, dijo León.
Hay otra consideración para entender los números: si no hay cupos para ascender en la carrera profesional de los oficiales y suboficiales, tienen que abandonar las filas, dado que los recursos son reducidos para formarlos a todos.
Ellos tienen la opción de retirarse por voluntad propia o son llamados a calificar servicios.”Es algo piramidal: cada grado tiene un cupo limitado de personas que pueden estar allí. Entonces, cuando hay unos cursos que vienen grandes, pues no hay todos los cupos suficientes y tienen que retirarse porque no hay cómo ascender. Si no hay recursos para pagarles, no los pueden ascender”, agregó León.
Sus recomendaciones para ajustar el camino y cubrir el déficit de uniformados consisten en incentivar la incorporación en todas las instituciones, ajustar las políticas de reclutamiento para la prestación del servicio militar obligatorio y aumentar la inversión. En medio de este panorama, Colombia deberá afrontar uno de los periodos violentos más complejos, con unas guerrillas atomizadas y con control total en muchos territorios rurales y urbanos.