La demolición de un museo que contó la historia de Pablo Escobar en Medellín destapó una pelea a muerte que libran dos de los parientes que fueron más cercanos al capo: un hermano y un sobrino se enfrentan por una parte de su herencia para exponerla al mundo. Las autoridades judiciales ya fueron advertidas del alcance de la confrontación.

En un lado está Roberto, alias Osito, el mayor de la familia Escobar Gaviria. Él se ganó la confianza de Pablo para acompañarlo en sus actividades. Cuando pagó sus deudas con la justicia, construyó irregularmente una galería para arrumar los objetos que tienen el sello del narco y contar, desde sus vivencias, cómo fue su paso por la Tierra a cambio de dinero.

En ese negocio lo escoltó su hijo, Nicolás Escobar. Ambos acomodaron en ese sitio, ubicado en el exclusivo sector de Las Palmas, algunos elementos que tuvieron un valor especial para el jefe del cartel de Medellín. Hasta junio de 2018, el proyecto adquirió fama y reunió a cientos de extranjeros que viajaron a Colombia para escuchar los relatos.

Pablo Escobar, fallecido capo del Cartel de Medellín.

Por ese mismo tiempo, Roberto calificó a la madre de su primogénito como “puta” y estalló la relación: “Hasta hoy sos mi padre”, le alegó el hombre. De inmediato abandonó el museo y montó su propia versión, aunque con objetos no originales. Cuando intentó retornar al lugar que quedó en manos de su padre, los empleados de él le informaron que no lo hiciera porque estaba sentenciado a muerte. Al parecer, el Osito “les dio la orden a sus trabajadores de que, si yo volvía a ingresar, me mataran”.

Desde entonces, supuestamente, las intimidaciones no han parado e incrementan cuando Nicolás reclama los objetos que, siendo niño, usó frente a su tío para instalarlos en su propio negocio: “Si es tan berraco ingrese y quítemelas”, le habría dicho el Osito.

Sin embargo, la situación ha subido de tono desde 2022. Nicolás denunció ante el Gaula de la Policía, con pruebas en mano, que varias organizaciones que delinquen en la capital de Antioquia han llegado hasta su galería para amenazarlo: “Han ido más de cuatro grupos delincuenciales a atemorizarnos, mandados por Roberto Escobar Gaviria”.

Roberto Escobar. Foto tomada el 26 de agosto de 1994. | Foto: Getty Images

En una de esas visitas, le habrían exigido 500.000 euros para blindarse de cualquier acción que pudiera terminar con su vida, algo más de 2.000 millones de pesos. En el episodio más reciente, alias Osito se habría trasladado hasta el museo de su hijo para dejarle un paquete intimidatorio, tal como Pablo Escobar lo hizo cientos de veces.

Nicolás teme por su vida. Entre sus planes está reescribir la historia de su tío para hacer contrapeso a las narraciones de la televisión, cuyas versiones considera como mentiras. Aunque cree que sus sueños podrían ser desechados en cualquier momento: “Todo quedará plasmado en los libros, si Dios me presta la vida, si no es que me la quitan antes”.

El sitio fue demolido por orden judicial | Foto: Semana

Otra de sus aspiraciones es confrontar al Osito por lo acontecido y ponerse al frente de un polígrafo para medirse verdades. Él ya no lo llama papá y le cuesta pronunciar su nombre, pero cuestiona su vida: “Todavía cree que estamos en la época de Pablo, cuando el cartel mandaba, o creía que mandaba, porque contra el Estado nadie es capaz”.

También desea poner ante el polígrafo al resto de la familia Escobar Gaviria para que desmientan o aseguren ante la opinión pública las polémicas que rodean la historia del narcotraficante. Por ejemplo, la versión de que la madre del capo fue la que entregó las coordenadas de su ubicación el 2 de diciembre de 1993, día en el que fue abatido. SEMANA contactó a alias Osito para conocer su versión, pero se negó a atender los llamados.