Hace unas pocas horas el presidente de le República, Iván Duque Márquez, anunció la extradición del máximo cabecilla del Clan del Golfo, Dairo Antonio Úsuga, alias Otoniel, quien tiene en su contra 160 órdenes de captura por los delitos de homicidio, secuestro, narcotráfico, extorsión, terrorismo, concierto para delinquir, reclutamiento forzado de menores, abuso sexual, fabricación, tráfico y porte ilegal de armas, entre otros.

Ante la noticia, las víctimas del conflicto armado en Antioquia han manifestado su preocupación frente a esta decisión que, según ellos, podría enterrar su derecho a la verdad y la reparación.

“La extradición de Otoniel perjudica a las víctimas para la verdad y su reparación”, manifestó Gerardo Vega, director de la Fundación Forjando Futuros. A Otoniel lo acusan de cometer masacres y tiene notificaciones azul y roja de Interpol.

Mientras tanto, el jefe de Estado aseguró que “ese bandido fue extraditado para cumplir las penas de narcotráfico en los Estados Unidos, pero quiero dejar claridad de que una vez cumpla esas condenas regresará a Colombia a pagar por los crímenes que cometió”.

Sin embargo, las víctimas del departamento no ven con buenos ojos el envío de este delincuente al exterior. “A nosotros, las víctimas, se nos van a llevar la verdad, no decimos que no lo extraditen, pero que lo hagan cuando él cuente la verdad a las víctimas. Estamos adoloridos por esa situación”, comentó Silvia Berrocal, firmante de la acción de tutela que pedía evitar extradición de Otoniel.

El jefe de Estado indicó que Otoniel es considerado como uno de los criminales más peligrosos del planeta, el cual una vez que cumpla con su condena en EE. UU. deberá, según el jefe de Estado, volver a Colombia y responder por sus deudas pendientes con las autoridades judiciales del país.

No obstante, están quienes aseguran que “esta experiencia ya la ha vivido Colombia: en el año 2008, cuando extraditaron a los principales jefes paramilitares, los cuales se quedaron en Estados Unidos y pagaron unas cortas condenas, luego se quedaron viviendo allá y las víctimas quedaron sin justicia, sin verdad y sin reparación”, dijo el director Gerardo Vega.

Alias Otoniel arrancó su carrera criminal al lado de grupos de guerrilla; luego, sin explicación, terminó con los paramilitares y tras varios procesos de desmovilización fundó su propia organización criminal que demagógicamente bautizó como las Autodefensas Gaitanistas, que no era otra cosa que el Clan del Golfo.

Las víctimas sobrevivientes de los repudiables crímenes cometidos por el extraditado solo esperan una cosa: la verdad. Y el Estado se ha comprometido a garantizarlo. “Tememos por que vaya a salir otro Otoniel, estamos temiendo otra guerra, las víctimas no queremos eso”, dijo Silvia.

“Quiero también hacer absoluta claridad en que este delincuente deberá seguir colaborando con las autoridades colombianas que lo requieran en sus investigaciones y pesquisas. Esa extradición evidencia que nadie está por encima del Estado colombiano y que siempre estará por encima el Estado de derecho a cualquier delincuente”, insistió el mandatario.

El hombre más buscado del país

Durante diez años, Úsuga David fue el hombre más buscado del país. Después de no acogerse a la desmovilización de los grupos paramilitares junto al exjefe de las AUC, Daniel Rendón Herrera, alias Don Mario, organizó la banda criminal de Los Urabeños, la cual buscaba manejar el tráfico de drogas en el Urabá antiqueño. Esta organización pasó luego a conocerse como el Clan Úsuga y luego como el Clan del Golfo.

De esta banda criminal formaban parte varias de sus hermanas y núcleo familiar. Durante años fueron las encargadas de manejar las finanzas y coordinar las acciones en contra de la población civil y la Fuerza Pública.

Las autoridades reseñaron que Otoniel ordenó los más escabrosos crímenes para tener el control territorial. En uno de los operativos más grandes adelantados en contra de su estructura encontraron documentación que revelaba que era un “depredador sexual”, esto mediante el reclutamiento de menores de edad de la zona, preferiblemente vírgenes, para saciar sus aberraciones.