Avanzan las investigaciones para esclarecer lo que ocurrió el pasado 11 de septiembre en una vivienda del barrio La Isla de Medellín, donde una familia apareció muerta consecuencia del cianuro. Aunque en un principio se había advertido que el hecho estaría relacionado con un suicidio colectivo, las autoridades tienen una nueva versión.
Al interior de la residencia fueron hallados los cadáveres de Diana Lorena Vélez y sus dos hijos, María Camila Hincapié y Juan Carlos Hincapié. Los detectives no descubrieron marcas violentas en sus cuerpos que, en un principio, dieran cuenta de un posible homicidio; no obstante, esta teoría fue tomando fuerza con el paso de los días.
De acuerdo con un informe emitido este jueves por la Secretaría de Seguridad de Medellín, se trataría de un asesinato del que fueron víctimas los jóvenes de 17 y 21 años: “Al momento de la inspección técnica, se determinó el hecho como un triple suicidio. Sin embargo, la Policía y la Fiscalía vienen abordando el caso como un homicidio doloso”.
Tal como lo había anticipado SEMANA con base en los testimonios de los allegados de los fallecidos, la información advertiría que Diana Lorena Vélez habría tomado la decisión de acabar con su vida y la de sus hijos, quienes estaban matriculados en instituciones de educación superior de la capital de Antioquia y llevaban una rutina tranquila.
Los investigadores recopilaron varias pruebas que demostrarían la nueva versión. En primer lugar, una carta que la señora le entregó a la novia de su hijo el 8 de septiembre, con la promesa de que solo la podía abrir cuando ella le diera la orden, pues era una aparente sorpresa para el joven con motivo de su cumpleaños.
La mujer le cumplió la palabra y solo abrió el paquete horas después de la tragedia: “Cuando fuimos a mirar, era que le había dado plata y la nota, (donde se leía) que la perdonara por lo que ella le había hecho, que le daba muchas gracias por la felicidad que le habría brindado al hijo”, comentó a SEMANA una fuente cercana al proceso.
Además de este archivo, se descubrió otro papel que dejó Vélez al alcance de las autoridades, lo que evidenciaría que todo estaba planeado: “Manifiesto y autorizo la voluntad de donar mi cuerpo fallecido a la ciencia médica. De no ser posible la donación, manifiesto mi voluntad en vida y autorizo ser cremada y las cenizas ser desechadas”.
El padre de María Camila y Juan Carlos, César Hincapié, estaba a cientos de kilómetros de distancia, pues desde hace varios meses había terminado la relación sentimental con la presunta victimaria y se dedicó a trabajar en el exterior, aunque siempre estaba pendiente del bienestar de sus hijos y les brindaba constante acompañamiento.
En un comunicado dirigido a la opinión pública, Hincapié sostuvo: “Me veo en la obligación de pedir prudencia y paciencia hasta conocer las pesquisas de Medicina Legal que, con certeza sé, llevarán a la conclusión de que mis hijos no se quitaron la vida. Algo de lo que como padre estoy completamente seguro”.