La otra cara de la moneda sobre el fatal accidente de la avioneta PA -31, de matrícula HK 5121, operada por la aerolínea San Germán, la viven los propietarios de las viviendas donde cayó esta aeronave el pasado lunes, 21 de noviembre, sobre varias viviendas del barrio Belén Rosales. Estas personas, que por fortuna sobrevivieron de milagro a la tragedia, hoy cuentan con preocupación que aún no les han retirado los escombros, como tampoco les han arreglado los daños ocasionados.
Catalina Garcés habló con SEMANA y manifestó asombrada la dificultad y zozobra que está padeciendo tras esta emergencia. En su casa, un muro cayó encima del techo y aún no han retirado los escombros. Asegura que nadie les da respuesta.
“No entendemos qué es lo que está pasando, nos tienen en una total incertidumbre. Por ejemplo, en mi caso, me toca estar todo el tiempo pendiente de que no se me caiga un techo encima. Gran parte de la avioneta cayó sobre mi casa. Nadie nos responde, ni la Alcaldía, ni la aerolínea”, sostuvo Garcés.
Por la trayectoria de la aeronave, cinco de las edificaciones presentaron daños leves y dos más daños severos. Por eso, luego de la visita de inspección por riesgo realizada por el equipo técnico del DAGRD, recomendaron la evacuación temporal de cuatro viviendas.
“Teniendo en cuenta el gran impacto de la aeronave sobre estas viviendas, una de las fases más importantes es la evaluación estructural por parte del equipo especializado del equipo técnico del Dagrd, para que ellos puedan evaluar cómo quedó la estructura posterior a este impacto y así mismo determinar cuáles son las recomendaciones técnicas para estas familias”, expresó Laura Duarte, directora del DAGRD.
La investigación que adelanta la Aerocivil da cuenta que el accidente ocurrió poco después del despegue del aeropuerto Olaya Herrera, segundos antes de que la tripulación se declarara en emergencia y reportara la falla del motor. Videos muestran que la avioneta no pudo mantener el vuelo y continuó su descenso.
“La investigación se orienta, por lo tanto, hacia la confirmación de la falla reportada por la tripulación y la determinación de su origen. Esto se hará mediante la práctica de inspecciones especializadas a los motores y a otros componentes”, anunció la entidad a través de un comunicado dirigido a la opinión pública.
Al mismo tiempo se descartarán otras hipótesis que habrían generado el suceso. Por un lado, se confirmarán aspectos como el peso y balance de la aeronave. También pasará por la lupa de los técnicos los cálculos de rendimiento bajo las condiciones ambientales predominantes en la pista a la hora del despegue.
“De otra parte, se ha confirmado por parte de la Autoridad Aeronáutica, que la tripulación se encontraba al día con sus requisitos de aptitud psicofísica, de entrenamiento y de proeficiencia en la operación de la aeronave”, concluyó la Aerocivil, instituto que lidera las investigaciones de esta emergencia.
Homenaje realizado a los pilotos
En la mañana de este 24 de noviembre fueron despedidos desde el aeropuerto Olaya Herrera de Medellín los dos pilotos que fallecieron mientras conducían la avioneta que se estrelló sobre una zona residencial de la ciudad el pasado lunes, cuando se dirigían a Chocó. Las exequias se llevarán a cabo en el Valle del Cauca.
Julián Andrés Aladino tenía el control de la aeronave cuando precipitó en el barrio Belén Rosales a las 10:14 a. m., mientras que Sergio Guevara Delgado lo secundaba en el volante. Ambos advirtieron a la torre de control sobre las fallas que tenía el motor, pero no alcanzaron a llegar a la pista con los seis pasajeros.
En la emergencia no hubo sobrevivientes. Los cadáveres fueron recuperados por el Cuerpo Técnico de Investigación (CTI) de la Fiscalía General de la Nación ese mismo día y, tras los estudios practicados, fueron entregados en las últimas horas a sus seres queridos, quienes les darán el último adiós entre este jueves y viernes.
Los compañeros de vuelo de los pilotos los recibieron en la terminal aérea, pues sus familiares tomaron la decisión de despedirlos en sus lugares de origen. Ambos nacieron en el departamento del Valle del Cauca. Antes de que los féretros fueran embarcados en una aeronave, se realizó una eucaristía y un sentido homenaje.
En el aeropuerto se enfilaron en una calle de honor por donde rondaron los ataúdes de color blanco. El sentimiento de la tragedia se mostró entre lágrimas y un silencio prolongado. Luego llegó un estruendo de aplausos que fueron traducidos por los asistentes como orgullo por el trabajo que hicieron en vida.