Tras el escándalo desatado por las denuncias contra el concejal Julio Enrique González por presunto maltrato laboral, principalmente contra mujeres, el partido Centro Democrático, al cual pertenece, se pronunció por medio de un breve comunicado.
En la comunicación, la bancada expresa su repudio a los comportamientos supuestamente ejercidos por González y confirma la apertura de una investigación por estos hechos.
“Desde el partido Centro Democrático rechazamos la conducta denunciada contra el concejal de Medellín, Julio Enrique González Villa, y anunciamos que iniciaremos de inmediato una investigación disciplinaria”, aseguró esta bancada.
Y añadió: “Seremos implacables sancionando las conductas que se ejerzan contra cualquier mujer”.
Las denuncias
Al parecer, las víctimas frecuentes serían las mujeres que fueron contratadas entre los años 2021 y 2023. Durante ese período, habrían sido sometidas a gritos y sobrecarga en las tareas para que él pudiera hacerle contrapeso a la administración de Daniel Quintero.
Testimonios recogidos por SEMANA, en primer lugar, resumen presuntas agresiones verbales cuando los resultados de los empleados no lo complacían. Esas conductas las habrían repetido sus hijas, quienes contaría con su respaldo para hacerlo.
“Para nadie en el Concejo es un secreto que es bufón y grosero”, afirmó una de las fuentes consultadas que pidió omitir su identidad por seguridad. Los gritos, emitidos desde el interior de su despacho, harían eco en los pasillos de la corporación.
Aunque era una supuesta realidad de la que solo se murmuraba en el edificio, este 21 de abril pasó a la esfera pública cuando renunciaron cuatro de sus empleados. Una de ellas lo hizo por el presunto maltrato y, detrás de la mujer, aparecieron denuncias del pasado.
Una joven abogada que acababa de salir de la universidad expresó: “Por mi juventud y deseos de aprender, acepté que se presentaran estos abusos, el maltrato verbal, hostigamiento y agresión ejercidas por el concejal, pero también una de sus hijas”.
En una oportunidad le reclamaron por el tono en el que se refería a sus asesoras, pero habría reprochado que “le armaran un sindicato, no les iba a pedir perdón, porque no está acostumbrado a hacerlo porque es su actitud natural”, manifestó otra exempleada.
Otro punto en común es que les habría exigido leer en sus tiempos libres extensos documentos de literatura par que pudieran estar a su altura. Por ejemplo, en un fin de semana les pondría un límite de cien páginas y los lunes tenían que rendirle cuentas.
Las preguntas las formularía él o sus hijas. “Todo esto era una pesadilla. Yo empecé a sufrir de ansiedad y pesadillas de pensar en mi trabajo. Yo lo hice por necesidad, pero no soporté más. Lloraba en la oficina, mientras él me regañaba”, agregó otra mujer.
En medio de los relatos, se indicó que las contrataciones fueron diseñadas para apoyarlo en sus actividades como concejal, pero habría sacado provecho del talento de las empleadas con el propósito de beneficiar a su compañía especializada en derecho.
“Teníamos que cumplirle un horario en el edificio de El Poblado. Allá era donde más se enfurecía. Le daba puños a la mesa mientras nos miraba y gritaba”, comentó una de las fuentes que le tomó respeto cuando él dictaba clases en una reconocida universidad.
Las exempleadas también señalan al concejal del Centro Democrático de “exigir jornadas excesivas de trabajo, asistencia a actividades programadas en horarios nocturnos y me expuso a sitios de alta peligrosidad para hacer campaña en favor de un candidato”.
Ahora bien, Julio Enrique González respondió a SEMANA que, en algunas oportunidades, se ha visto en la necesidad de llamarles la atención a sus funcionarios cuando no responden a las peticiones y el trabajo que implica ser miembro de la oposición.
“La ciudad está pasando por una situación muy grave: toma hostil por parte de Quintero Calle donde se están robando a Medellín. Hemos tenido que trabajar muy duro, haciendo mucha investigación y no podemos equivocarnos”, plantó el corporado de Medellín.
Luego dijo: “Cuando alguien se equivoca, uno tiene que hablarle como corresponde. A veces, hay que hablar duro. Hay personas que han trabajado por primera vez y no han sentido una voz que les hable duro, pero eso no puede considerarse como maltrato”.
Concluyó: “Es posible que alguien diga que él me habló duro en alguna oportunidad, eso es posible, yo no voy a negar, porque mi temperamento es eso, pero no siempre. Cuando hay que hablar suave, se habla suave. Por encima de todo es la ciudad. Yo no puedo permitir que mi unidad de apoyo cometa un error”.
Con todo esto, se espera que este lunes se interponga una queja en la Procuraduría para que mida el trato que el concejal les dio a las personas que pasaron por su equipo de trabajo mientras ostenta el cargo de funcionario público.