En la tarde de este jueves 10 de octubre, se conoció la noticia del fallecimiento de Francisca Mena, mamá de la deportista Caterine Ibargüen, en una clínica cerca de la ciudad de Medellín, en el departamento de Antioquia.
Fabricio Vargas, quien es el mánager de Ibargüen, habló con SEMANA y aseguró que el deceso de la señora Francisca se había registrado en horas de la mañana de este jueves y que su hija se encontraba al frente de todos los trámites para darle el último adiós.
“La noticia la conocí hoy en horas de la mañana, pero no tengo certeza de qué sufría doña Francisca. Caterine se encuentra al frente de todas las diligencias tras el fallecimiento”, explicó Vargas.
De igual manera, sostuvo que se encuentra a la espera de los detalles del sepelio de la mamá de la deportista que representa.
Entre tanto, desde la Liga de Atletismo de Antioquia lamentaron lo sucedido por medio de una publicación en su cuenta de Instagram.
“Con profundo respeto, la Liga de Atletismo de Antioquia envía sus condolencias a Caterine Ibargüen por la partida de su madre, Francisca Mena. Que su memoria sea siempre una bendición. Q. E. P. D.”, se logra leer en la publicación.
Incluso, varios medios de comunicación del país han publicado sobre la muerte de la mamá de la múltiple medallista olímpica por medio de sus redes sociales.
En 2013, Caterine Ibargüen se convirtió en la primera atleta colombiana en ganar una presea en campeonatos del mundo. Era el Mundial de Daegu y ella se alzó con el bronce. Allí comenzó su carrera hacia la cima de los números 1.
Desde entonces, a todos en Apartadó, en el Urabá antioqueño, se les hincha el corazón cada vez que aquella niña prodigio que nació, creció y se hizo atleta en el municipio, participa en una competición internacional, como los Juegos Olímpicos de Tokio 2021. A Wilder Zapata, su entrenador en la infancia, le brota la emoción al relatar el orgullo que lo invadió cuando Ibargüen ganó el oro en los Juegos Olímpicos de Río en 2016, y su calificativo de “reina del salto triple”.
Zapata recuerda a todo el mundo a su alrededor frente al televisor viendo saltar a Caterine, algo que solo se puede comparar con lo que ocurre en el país con un partido de la selección de fútbol. “Eso nunca había pasado antes. La gente se entusiasmó mucho, en especial los jóvenes que quisieron practicar el atletismo. Muchas mamás trajeron a sus hijas y nos decían: ‘Es que mi hija quiere entrenar el salto triple para ser como una Caterine Ibargüen’”.
Conoció a Caterine a los 13 años y luego de meses de entrenamiento comenzaron a competir en interclubes en Medellín y también en un torneo internacional. En 2003, salió de Apartadó haciendo salto triple, salto alto, salto largo y pruebas de pista. “De hecho, ella sale del municipio ese año con 10 récords nacionales, tres de ellos en salto triple, y uno internacional; la primera vez que los hizo en 2002, logró cinco récords nacionales”.
En el tiempo que compartieron juntos, entre 1997 y 2003, Zapata le impartió disciplina y la certeza de que contaba con todas las condiciones para llegar lejos. “Además, su abuela me la recomendó para que me encargara de garantizar que estudiara. Desde niña fue jovial y alegre, pero le gustaba ‘la recocha’ y más de una vez la regañé y me tocó echarla como dos veces del estadio”. El salto triple siempre fue su fuerte.
“Tenía todas las condiciones para destacarse, porque ella no era de esas deportistas longilíneas, delgadas y altas. Por lo tanto, no tenía ese biotipo condicionante para ser una deportista de alto nivel, por ejemplo, para la prueba de salto alto”, precisa en exentrenador.
Hoy en día, jóvenes atletas de Apartadó, a quienes Ibargüen ha inspirado, destacan por su alto rendimiento. María Alejandra Murillo tiene 16 años y comenzó a entrenar a los 10. Hace menos de un mes se alzó como la campeona Suramericana Sub-20 y repetirá en el Mundial Sub-20.
“Yo veo en Alejandra lo mismo que veía en Caterine cuando tenía la misma edad: la misma mente ganadora y su disposición para entrenar, aún sabiendo que tiene mucho talento”. Su admiración por Caterine supera la lógica deportiva, porque ella vive a una cuadra de la casa donde se crió Caterine en el barrio Obrero, cuenta Sergio Hernández, su entrenador.