Actualmente, Medellín es la única ciudad que tiene metro. En sus dos líneas, tiene 11,9 kilómetros elevados y 22,1 kilómetros al nivel del suelo. Juan Diego Alvira visitó las zonas de la ciudad donde el sistema es elevado y descubrió que hay lugares en los que el presidente Gustavo Petro tiene razón: bajo los rieles se genera un caldo de cultivo para la venta de drogas, la prostitución y la concentración de habitantes de calle.
Una de las principales preocupaciones de los urbanistas frente a la posibilidad de que el metro sea elevado, especialmente en la Avenida Caracas, en Bogotá, tiene que ver con que en esa zona de la ciudad ocurra lo mismo, pero además de que haya demasiada contaminación auditiva.
Si bien el tema del ruido en Medellín no es muy problemático, según le dijeron los ciudadanos a Juan Diego Alvira, el otro asunto es diferente.
En la carrera Bolívar, cerca del emblemático hotel Nutibara, a Juan Diego Alvira le ofrecieron droga. “Vicio, vicio”, dijo uno, mientras que otro no tuvo ningún reparo en gritar “marihuana, marihuana”, a pesar de que en ese momento pasaba el equipo de producción del comunicador con cámaras a bordo.
En la escena, Juan Diego Alvira también se encontró con habitantes de la calle durmiendo en el piso, al lado de los vendedores ambulantes. Vio a mujeres y personas transgénero caminando por las vías, que quedan cerca de una zona de tolerancia, mientras que los pasajeros del metro pasaban por las alturas, quizá sin percatarse de lo que estaba ocurriendo bajo sus pies.
“Huele a drogas y a baño público; en este lugar tiene razón Petro”, dice Alvira en la videocolumna que publicó en SEMANA, mostrando la realidad del metro de Medellín, que en un largo tramo es elevado, tal y como plantea el proyecto actual del sistema en Bogotá.
Sin embargo, el periodista también se encontró con otras zonas del mismo centro de Medellín, donde el metro elevado ha generado desarrollo en la parte baja. Hay comercios organizados, pero también informales; funciona la ciclorruta; hay un carril para los carros, y allí la gente dice que el hecho de tener el metro pasándoles por encima no ha sido un problema para sus ventas.
En la videocolumna, Juan Diego Alvira les pidió a los políticos dejar de lado la mezquindad política y avanzar rápidamente con la construcción del metro en Bogotá. En las últimas horas, hubo una reunión entre la alcaldesa de Bogotá, Claudia López, y el presidente Gustavo Petro en el marco del encuentro de Asocapitales, donde los dos gobernantes pudieron zanjar diferencias con respecto al proyecto.
El Gobierno ha dicho que está dispuesto a pagar los cerca de 12 billones de pesos que costaría construir un tramo subterráneo por la Caracas, teniendo en cuenta que la alcaldesa López ya advirtió que Bogotá no invertirá recursos adicionales a los que ya están contemplados en el proyecto que hoy está proyectado para que el metro por la Caracas sea elevado.
Juan Diego Alvira recordó que el proyecto metro se viene ideando desde mediados del siglo pasado y cree que es momento de hacerlo, pues considera que los caprichos políticos no se pueden convertir en un obstáculo para que se frustre un proyecto, con el que la ciudad ha soñado desde hace décadas.
“El ahora presidente Gustavo Petro está empeñado en que un tramo de ese metro sea subterráneo, sin importar que ya exista un contrato firmado y que habría importantes sobrecostos que el Gobierno asumiría, a pesar de que ese dinero podría servir para aliviar otras necesidades, como el hambre”, dice el comunicador que añade en otro aparte.
“¿Por qué en Medellín sí se pudo? Porque antepuso los intereses de la ciudad a la conveniencia política, ideología y egos, porque los alcaldes que han llegado a Bogotá no han querido ser alcaldes, sino presidentes”.
Juan Diego Alvira mencionó que el Transmicable, en el extremo sur de Bogotá, es un proyecto que demuestra que cuando los gobernantes deciden construir sobre lo construido, se pueden hacer grandes obras que representan un enorme beneficio para los ciudadanos.
“La ideó magistralmente Petro y la siguió y construyó ejemplarmente Peñalosa”, y hoy cerca de dos millones de bogotanos se ven beneficiados. Además, generó sentido de pertenencia.