La lideresa social Damarys Palacios Becerra a veces camina en las noches para que el dolor no sea estático. “¿No le da miedo transitar a altas horas sabiendo de la situación de seguridad?”, le preguntan y ella sin afanarse responde: “yo estoy muerta desde el día en que mataron a mi hijo”.

Su hijo era Deiner David Palacios, tenía 19 años y el día que lo asesinaron -en septiembre del 2021- salió a buscar transporte para sacar a su mamá y hermanos del barrio El Reposo, zona norte. La noche anterior entró una facción de Los Mexicanos y advirtieron, con disparos e intimidaciones, que ahora eran dueños de ese territorio. Damarys, como lideresa social, era un blanco fácil para los criminales.

Quibdó, Chocó. | Foto: Juan Diego Mercado.

“Ese día no subieron ni busetas, ni rapis (motocicletas que prestan servicio de movilidad), entonces mi hijo fue a buscar transporte para que saliéramos de aquí. Él mismo fue el de la idea que debíamos desplazarnos”, cuenta Damarys. Su hijo alcanzó a caminar tres cuadras, allí se encontró a un amigo con moto al que le pidió el favor de llevarlo hasta su casa y sacar de urgencia a su mamá del barrio, pero una vez abordó el vehículo, una bala le atravesó la cabeza.

A Damarys le avisaron casi en instantáneo. Ella llegó al sitio y alcanzó a ver sus últimos segundos de vida. Lo vio nacer y lo vio morir. “Yo tuve la fortuna, en medio de la tragedia, de levantar el cuerpo de mi hijo, sé dónde está enterrado, lo que no sé es quién y por qué me lo mataron”, añade Damary. Deiner era estudiante de último grado de bachillerato y tenía la vocería juvenil del barrio El Reposo.

De los 600 casos documentados por la Fundación Círculo de Estudios Culturales entre 2016 y 2022, solo se ha esclarecido alrededor del 87 por ciento. La cifra, a pesar de ser alarmante, no es una preocupación mayor para la administración municipal. Incluso, la normalización de la violencia ha llevado a que se denomine a los muertos por números y no por nombres.

El coronel Clauder Antonio Cardona Cataño, comandante de la Policía de Quibdó, reconoce que hay una problemática creciente en algunos sectores donde la violencia se ha incrustado con fuerza. No desconoce la existencia de fronteras invisibles y un fenómeno de extorsión fuerte.

Madre de Kevin Murillo Palacio, asesinado en Quibdó, Chocó. | Foto: Juan Diego Mercado.

“Lo que mantienen a estos grupos en la ciudad es la extorsión, porque ni siquiera estamos hablando de un corredor de droga”, dice el coronel. Precisa que desde esa institución tienen el reporte de 482 jóvenes asesinados entre 2016 y 2022. De los otros 118 que denuncian organizaciones sociales no tiene idea.

Ante esto, las madres de varias de las víctimas enviaron una sentida carta al fiscal general, Francisco Barbosa, para que haga presencia en el territorio y esa entidad se comprometa a esclarecer esos casos. “Aquí hasta los muertos se los roban porque las cifras de personas asesinadas jamás coinciden con lo que informan las autoridades. Por eso decidí empezar yo mismo el registro de los homicidios desde el año 2020″, cuenta el veedor Darwin Lozano Murillo.