"Nosotros estamos aislados, lejos del virus, pero sí sentimos miedo (...) de que una persona contagiada llegue a la isla, nos infecte a todos y nos muramos", dice a la AFP el guía turístico Adrián Caraballo, de 22 años. Santa Cruz del Islote —o Islote, como todos lo conocen— ha lidiado durante décadas con la falta de un médico, agua potable o electricidad permanente. Más apiñada que Manhattan, en la isla viven 268 personas en 0,01 kilómetros cuadrados, el equivalente a una hectárea, donde la población alivia las penurias cotidianas con ingenio y solidaridad.
Pero el nuevo coronavirus acecha. Con 50 millones de habitantes, Colombia registra más de 102.000 infecciones y 3.400 muertes. Y a unas dos horas de Islote está la ciudad turística de Cartagena con una de las peores tasas de contagio en el país. Antes de que el virus desembarque, los líderes de la isla instauraron un protocolo de cuarentena para cualquier lugareño que salga, pise tierra firme y vuelva a entrar. Caraballo regresó de una cita médica "en el continente" y ahora pasa una prueba de 14 días sin síntomas en la isla vecina de Tintipán. Lea la nota completa aquí.