José Miguel Narváez Martínez nació en 1959, el año de la Revolución Cubana, la que inspiró a una generación de jóvenes latinoamericanos que abanderaron ideas de izquierda durante las décadas siguientes. Pero en su cabeza esas tendencias nunca cuajaron. Durante sus años de colegio se destacó por dos cosas. Era uno de los mejores estudiantes de su promoción, aplicado, cumplidor, inteligente. Y era también el que le caminaba a los profesores, cercano al prefecto de disciplina, el encargado de llevar las listas de control de sus compañeros en un colegio tradicional bogotano donde cursó todos sus estudios, desde niño a adolescente. Mientras muchos viven la rebeldía en esos años, él era un alineado al orden, a la autoridad. Crimen de Jaime Garzón El joven José Miguel Narváez, estricto, rígido, elocuente, ya mostraba las características que lo llevaron a ser una de las cabezas de la inteligencia colombiana en uno de los momentos más violentos el país. Las mismas cualidades con las que, cuando torció el camino, conquistó a Carlos Castaño, el jefe fundador de las autodefensas, a quien le hablaba al oído, quien lo consideraba una especie de dios, según el Iguano, otro paramilitar que recibió la cátedras de Narváez, llamadas "Por qué es lícito matar comunistas". Lea la historia completa: Narváez, lo que había en la mente del asesino de Jaime Garzón