Este año pasarán por el aeropuerto de Bogotá tantos pasajeros como habitantes tiene Canadá, es decir, 36 millones. Al ritmo actual de crecimiento del tráfico, alcanzará los 40 millones en un par de años. Y al 2050 viajarán por allí unos 75 millones de pasajeros, una población similar a la que tiene hoy Turquía. Además, la eventual llegada de seis nuevas aerolíneas, el aumento del turismo y el fenómeno de bajo costo (low cost) generan una presión exagerada sobre una infraestructura que no se amplía hace siete años. Las cosas pintan todavía más complejas en el mediano y largo plazo. Ya los pasajeros están experimentando demoras constantes que tienden a incrementarse por cuenta de las lluvias y el aumento progresivo del tráfico. ¿Están la ciudad y el país preparados para atender semejantes cifras? Quien haya volado recientemente desde o hacia Bogotá se habrá dado cuenta de que no.
En horas pico, es decir de seis a nueve de la mañana y de cinco a nueve de la noche, El Dorado colapsó por cuenta del trancón de aviones que se presenta en las calles de rodaje, por las colas en las zonas de migración y el caos y desorden para chequear o reclamar una maleta. Peor aún, las demoras y el dolor de cabeza pueden ser más graves si el avión al llegar termina en una de las posiciones remotas, que no tienen puerta telescópica de abordaje y necesitan de varios buses para llevar a los pasajeros del avión al terminal.
El director de la Aerocivil, Juan Carlos Salazar, le propondrá al ministro de Hacienda utilizar parte de los recursos que genera la entidad para contratar más controladores y bomberos. SEMANA habló con los presidentes de varias aerolíneas, Aerocivil, ANI, el concesionario y los usuarios para conocer en detalle la situación y averiguar para dónde va esta ‘pequeña ciudad’ que no duerme. Una que está llamada a convertirse en hub estratégico para el país y la región.