El bombardeo de un campamento de las disidencias de las Farc en Caquetá, en agosto de este año, dejó al descubierto que el reclutamiento infantil sigue siendo una constante en las filas guerrilleras. La trágica muerte de ocho menores de edad en dicha operación militar, hecho que le costó el puesto al entonces ministro de Defensa, Guillermo Botero, abrió el dilema de cómo combatir a los grupos criminales cuando existe el riesgo de que caigan niños. En las ciudades y en caseríos donde los alistan el clamor es cesar los ataques; entre quienes sufren los embates de las bandas, la súplica es bien distinta. Para dimensionar el problema del reclutamiento infantil, Salud Hernández, columnista de SEMANA, recorrió esa región. Lea aquí el especial...