Son muchas las paradojas crueles que deja la tragedia del bus 4077 afiliado a la Empresa Arauca, el cual fue sepultado por un deslizamiento de tierra de grandes proporciones en el sector La Cabaña, localizado en la vía que conduce de Pueblo Rico a Santa Cecilia en el departamento de Risaralda.
Una de estas situaciones la vive la familia de Nelson Asprilla, quien perdió a su hermano de 28 años; a su cuñada, de 21; a su sobrina de tres años y al hermano de su cuñada, de 24.
Todos ellos vivían en Pueblo Rico y decidieron viajar a Condoto, Chocó, que era el destino final del bus siniestrado, para asistir al funeral de un pariente que había fallecido este sábado.
Nelson le dijo a SEMANA que su familia no puede con tanto dolor, que no entiende todavía por qué la muerte parece ensañarse con ellos para llevarse a cinco de sus integrantes en apenas dos días.
“Nosotros tuvimos que dejar a la familia allá en Condoto con el dolor y la incertidumbre, y nos fuimos para Pereira a buscarlos en el Hospital San Jorge, porque no teníamos casi ninguna información. Allá nos dijeron que no los tenían en la lista de heridos que fueron remitidos y desde ese momento empezamos a temer lo peor” indicó.
Afirmó que en Pueblo Rico todo ha sido muy extraño con esta tragedia, porque no es su territorio y no conocen a nadie. Aún no tienen claro qué van a hacer para trasladar a sus cuatro familiares a Condoto ni cuándo se los van a entregar.
Esa macabra visita de la muerte también la está experimentando la familia de Ángel Ramírez, quien perdió a su esposa en esta tragedia que deja 34 víctimas fatales.
Ella había viajado hace 10 días a Puerto Tejada, Cauca, por el fallecimiento de su padre y regresaba a Istmina cuando la muerte la sorprendió.
“Es una tragedia muy grande porque ella se fue para Puerto Tejada muy triste a enterrar a su papá. Yo me quedé en Istmina con nuestras tres hijas de 19, 17 y 15 años”, manifestó.
La última vez que pudo conversar con su esposa fue el domingo a las 7:00 p. m.. Ella le contó que había salido de Puerto Tejada y que en ese momento se encontraba en la Terminal de Transportes de Cali, pero que ya había podido conseguir un tiquete para que la llevara a Istmina.
A las 12:00 a. m. la mujer se subió al bus 4077 con la esperanza de llegar a su casa, reencontrarse con su esposo y sus tres hijas, para pasar la página de este terrible suceso que era perder a su padre. Sin embargo, poco antes de llegar a Santa Cecilia, Risaralda, todo terminó.
Con la mirada puesta en el horizonte, Ángel le relató a SEMANA que esta cita con el más allá por parte de su esposa parecía ser algo inaplazable: “Lo más triste es que ella después del entierro de su papá tenía programado devolverse, pero se enfermó. Empezó a tener síntomas muy fuertes de gripa y por eso tuvo que quedarse unos días más”.
Contó que a pesar de todo su esposa estaba animada porque regresaba a casa a pasar la Navidad con él y sus hijas, pero que ahora esta tragedia los dejará marcados para siempre.
Cuenta que, cuando se enteró de la noticia, habló con unos amigos para viajar en un mototaxi desde Istmina, aunque solo pudo llegar hasta el lugar del derrumbe y después pasar por el filo de la montaña para acceder a la parte de la carretera que lleva a Pueblo Rico, para desde ahí empezar la angustiosa búsqueda de su esposa.
De manera oficial, se tenía inicialmente el reporte de que eran 25 los tiquetes vendidos, pero finalmente terminaron siendo 34 las víctimas mortales, entre los que se encuentran varios menores de edad.