Un caso que podría sentar precedente acerca de los riesgos que implica el hecho de no recibir atención médica por personal especializado, es el que se está empezando a conocer por la muerte de un niño de 7 años que pertenecía a un resguardo indígena en el departamento de Risaralda.

El menor sufrió la fractura de uno de sus brazos tras una caída, por lo que sus padres decidieron llevarlo donde un sobandero de su zona, como se conocen a los masajistas de carácter empírico, pero como la salud del pequeño empeoró fue necesario trasladarlo al hospital San José en el municipio de Marsella, donde posteriormente determinaron remitirlo a un centro médico de Armenia.

Allí se dio inicio a un tratamiento por síndrome compartimental e infección de tejidos, el cual implicaba la realización de una intervención quirúrgica en la que por desgracia el infante sufrió una parada cardiorrespiratoria y finalmente falleció.

Sobre el síndrome compartimental agudo se conoce que en este se inflaman las capas gruesas de tejido que son los encargados de separar entre sí los músculos de los brazos y las piernas. Dentro de cada uno existe un espacio que se llama compartimento con tejido muscular, vasos sanguíneos y nervios que podrían sufrir una lesión de carácter permanente por un aumento de la presión que no sea tratado de manera oportuna; lo que a su vez lleva a una infección severa después de ocurrir un suceso como una fractura ósea.

Esta práctica de acudir a una persona sin certificación médica para que trate las lesiones lamentablemente es algo que se sigue realizando de manera habitual, ya que se confía en su supuesta capacidad de curar dolores y fracturas de espalda, cadera, brazos, piernas, cuello, entre otros, al realizar fuertes estiramientos o compresiones.

Algunos de los riesgos en los que se incurre al buscar esta clase de tratamientos comprenden las hernias de disco o el agravamiento de una lesión existente, la compresión de los nervios en la parte baja de la columna vertebral e incluso un accidente cerebrovascular por un movimiento inadecuado del cuello y los consecuentes daños en las arterias.

También se puede originar una afección conocida como sinostosis radiocubital, en la que no se da una correcta alineación de los huesos y estos quedan ubicados unos encima de otros. Además, es factible que se genere una infección o el desplazamiento de trombos de sangre a través del torrente sanguíneo.

Entre los incidentes que se tienen registrados con las prácticas de los denominados sobanderos están el embolismo renal, daño de nervios, desplazamiento de los dispositivos internos que tengan los pacientes para otros tratamientos como los stents, ruptura de útero, tromboembolismo pulmonar y úlceras en las extremidades.

Lamentablemente, a esta clase de tratamientos suelen acudir muchas personas de escasos recursos o que no cuentan con los medios para desplazarse hasta un centro médico certificado, por lo que se pueden generar enfermedades de orden cutáneo debido a que no se cuenta con condiciones de higiene básicas.

Además, las lesiones que los pacientes presentan se pueden ver agravadas por una manipulación indebida, movimientos y estiramientos bruscos; mientras que aquellas personas que padecen enfermedades crónicas en sus huesos, músculos y articulaciones pueden, incluso, terminar con una lesión severa.

Para evitar cualquiera de estas complicaciones es necesario acudir a una consulta médica especializada o de fisioterapia certificada; ya que en estas se incluye la realización de diversas pruebas eléctricas y manuales para establecer correctamente y con precisión cuál es el nivel de la afectación que se tiene, así como las limitaciones de fuerza o funcionalidad muscular, articular o nerviosa con el apoyo de otras pruebas e imágenes diagnósticas.