En las últimas horas, terminó la incertidumbre que agobiaba los habitantes del Eje Cafetero. Las autoridades encontraron el cadáver del sacerdote Darío Valencia Uribe, quien fue reportado como desaparecido hace 149 días. El hallazgo se logró tras una confesión de nueve horas que la Fiscalía escuchó desde una prisión de la capital de Francia.
El religioso se dejó de reportar el 25 de abril de este año en Pereira, pero anticipó a sus allegados que se reuniría con un hombre para venderle su camioneta. El sujeto era Julián Eduardo Cifuentes Gómez, quien reconoció ante detectives que lo asesinó con cuatro disparos y escondió su cuerpo en una zona boscosa del departamento de Caldas.
Todo esto se conoció tras una investigación de cinco meses. Primero, identificaron al acompañante del cura, luego hallaron abandonado el carro que estaba en venta con rastros de sangre y, más tarde, descubrieron el paradero del responsable: el supuesto comprador escapó a París y allí fue privado de la libertad.
Él se refugió en esa ciudad porque conocía la dinámica, pues ahí vivió un tiempo considerable. Al parecer, salió de Colombia con el propósito de esquivar las investigaciones, dado que, en ese momento, su nombre ya era barajado como uno de los sospechosos de la desaparición del sacerdote Darío Valencia Uribe.
Cifuentes Gómez fue pedido en extradición para que rinda cuentas por el crimen. SEMANA conoció que pasa sus días en una celda pequeña y es atormentado por varios extranjeros. Sus horas las convive con detenidos de África, Marruecos y Arabia. Precisamente, el desespero que vive lo llevó a confesar la situación.
Una comisión de la Fiscalía viajó a Europa a escuchar lo que tenía por contar. Aunque en un principio mostró resistencia, luego narró lo que ocurrió durante nueve horas. En ese momento, contó que mató al sacerdote por cuestiones económicas. Sus palabras fueron reconstruidas a este medio por una fuente cercana al proceso de investigación.
“Él dijo que no había sido por temas pasionales —como inicialmente se había especulado—, sino por plata, cuestiones económicas del carro que estaba en venta”, narró la persona de manera extraoficial. Después, el supuesto comprador detalló la manera como lo asesinó y entregó el nombre de la vereda donde escondió el cadáver.
De acuerdo con su relato, le disparó al interior del vehículo que estaba en venta y luego se internó en las montañas de Caldas para arrojarlo al vacío. Con la ayuda de su familia, las autoridades judiciales ubicaron los restos en las últimas horas. Aunque se tiene certeza de que los restos son los del cura, se está a la espera de un examen de Medicina Legal.
La situación jurídica del asesino confeso todavía no se ha esclarecido. Lo más probable es que sea extraditado a Colombia y sortea ese requerimiento con una abogada desde París. Los feligreses en el Eje Cafetero piden todo el peso de la ley por lo que cometió, aunque habría alcanzado un preacuerdo con el ente de acusación.