En Pereira se gestó una singular captadora de dinero: Su Inversión. Y fue singular porque sus clientes son, en su mayoría, de la alta sociedad local; muchos de ellos socios los exclusivos Club Rialto y Club Campestre. Funcionó desde 2004 hasta junio pasado cuando la Superintendencia de Sociedades la intervino, como a otras 200 de parecida índole, entre éstas, las famosas Dmg y Drfe. Su Inversión, empezó a funcionar hace cinco años como un agente intermediario entre corredores de bolsa y clientes interesados. Se constituyó el 24 de diciembre de 2003 y fue registrada en Cámara de Comercio el 13 de enero de 2004 con una plana directiva peculiar, pues casi todas eran mujeres. La representante legal y gerente fue Luz Marina Vélez y su suplente, su hija Tatiana Ángel Vélez. En su junta directiva estaban su esposo, Cesar Ricardo Ángel, su otra hija Liliana Ángel Vélez y como suplentes, su yerno Jorge Alberto Mesa Hincapié y Yulieth Angélica Pineda Bedoya. Luz Marina Vélez, la gestora de la iniciativa, trabajó con César Castillo (ex alcalde de Pereira), y su familia está muy relacionada con los líderes políticos de la región: su papá, Hernando Vélez Marulanda, fue gobernador de Risaralda y su tío Óscar Vélez fue alcalde, gobernador del Gran Caldas y senador. Además su yerno y directivo de su junta, Jorge Alberto Mesa, es hijo de Alberto, ex gobernador de Risaralda.  Varios de los afectados pertenecen a familias de políticos liberales como los Mejía, primos del ex presidente César Gaviria Trujillo. Otra afectada fue Consuelo Jaramillo, quien se ha lanzado varias veces como candidata a la Alcaldía de Pereira, y fue conyugue del político Juan Guillermo Ángel. Con tal prestigio político, la señora Vélez, gozaba de toda la confianza social. Luego se asoció con Luz Marina Sánchez, quien lideraba otra captadora denominada Gran Valor, y con ella y otras personas gestaron Su Inversión, según dijo a Semana.com Susana Mejía, una de las personas que invirtió y perdió su dinero. Luego Luz Marina Vélez compró todo el negocio, con su esposo e hijas, y puso amigos como directivos, como aún se puede leer en la página www.suinversionpereira.com y la cual sigue activa como si nada hubiera pasado. Una odontóloga que perdió 100 millones de pesos, los ahorros de su vida, cuenta que Luz Marina, tenía don de gentes, era muy amable y carismática. “Era nuestra amiga de toda la vida”. Las rentabilidades que ofrecía Su Inversión no eran escandalosas, como sí sucedió con otras captadoras, pero sus tasas sí eran bastante más altas que las normales que ofrecen certificados de renta fija, fondos financieros u otros papeles de entidades vigiladas.  Según le dijeron varios de los afectados a la Superfinanciera, la compañía les ofrecía y pagaba, en la mayoría de los casos, un rendimiento del 18 por ciento anual y les daba la seguridad de que el riesgo era asumido por la compañía. Muchos de los que invirtieron ni siquiera firmaron un papel formal, ni sabían muy bien a dónde iba a parar su dinero. Confiaban ciegamente en Luz Marina. “Ella decidía en donde invertir nuestro dinero”, dijo a Semana.com una persona afectada que prefiere no dar su nombre y que, según explicó, vivía de sus rentas. En la resolución de intervención del 11 de junio de 2009, por la cual había ordenado a la sociedad y a su representante legal, Luz Marina Vélez Londoño, que suspendieran inmediatamente las operaciones de captación o recaudo de dineros, la Superintendencia Financiera explicó que Su Inversión S.A. “recibía los dineros de los clientes sin que mediara una instrucción específica sobre cuál debía ser el destino de la inversión y la forma para adquirirla, por lo que la compañía quedaba en libertad para administrarlo e invertirlo según el conocimiento que manifestaba tener del mercado de valores”. Mientras que la señora Vélez les ofrecía con su negocio jugosas utilidades a sus amigos del club, se volvió la más popular. Ayudaba a los necesitados, ofrecía cocteles y atenciones, otorgaba espaldarazos a políticos, daba regalos y apoyaba el deporte, sobre todo el golf, pues varios de los deportistas del Club Campestre recibían una ayuda mensual para ir a torneos y representar a la región. La alegría cesó, dice otro afectado, hoy jubilado, el día en que ella se enteró que habían intervenido a Dmg. “Entonces sufrió un infarto”, asegura. De ahí en adelante Su Inversión comenzó a demorar el pago de intereses a sus clientes. Algunos que habían comprado acciones de Ecopetrol a través de Su Inversión descubrieron que éstas habían sido vendidas, sin consultarles. Los más desconfiados intentaron sacar su dinero, pero la señora Vélez no los devolvía. Entonces vinieron reclamos más airados, pero nada. Un día de mayo encontraron un letrero en la oficina de Su Inversión que decía “Por auditoría interna cerrada hasta el 31 de mayo”. Su Inversión tuvo convenios de compra y venta de acciones para varios de sus clientes con la firma de comisionistas de bolsa, Global Securities. Por esos mismos días, el 19 de mayo del 2009, Global Securities informó en comunicado de prensa que había suspendido toda relación comercial con Su Inversión y que “bajo la relación comercial que existió con Su Inversión, Global no garantizaba inversiones ni otorgaba un seguro de depósito, sólo realizaba las operaciones de compra y venta de valores que ordenaba Su Inversión como representante ante Global de los clientes”. En este comunicado informó que le había pedido a la Superintendencia Financiera para que tomara las acciones del caso. Después del 31 de mayo, Su Inversión nunca más abrió. Los rumores empezaron a correr. Algunos se quedaron callados por temor a confesar que tenían allí invertido un dinero, cuyo origen quizás no podían justificar legalmente o no lo habían declarado ante la Dian. Terminaron presentando reclamos oficiales ante el ente interventor unos 160, de los 500 que se cree perdieron su plata. No fue cualquier pérdida: los reclamos oficiales muestran que algunos dicen haber invertido más de 200 millones de pesos. En julio de 2009 se nombró como interventor a Juan Luis Velasco Mosquera. Semanas después, el CTI de la Fiscalía allanó la oficina de Su Inversión y recuperó la información que allí encontró. Se abrió entonces una convocatoria para que los afectados reunieran sus documentos. De los casi 160 que reclamaron sólo tuvieron respuesta positiva 103, según informó una providencia del interventor el 7 de agosto pasado. Lo invertido por los 103 suma casi 6 mil millones de pesos, un promedio que revela que la mayoría de los afectados eran pudientes, unos 58 millones por persona. No obstante, las cifras invertidas por unos socios son superiores, dice el jubilado que perdió todos sus ahorros y propiedades. En la Fiscalía el proceso ha sido lento. Nombraron a un fiscal que se fue de vacaciones, y a su regreso le pasaron el caso a César Augusto Franco quien apenas se está empapando del asunto. Según contaron los afectados en una reunión del pasado 20 de agosto, el fiscal Franco les explicó que hasta ahora han podido descifrar la información de uno de los cuatro computadores que encontraron en la oficina de Su Inversión y por eso no ha avanzado mucho en su investigación. Semana.com intentó contactar al interventor Velasco y este envió algunos documentos, pero no hizo comentarios. Tampoco los socios de Su Inversión quisieron hablar. Esta revista pudo averiguar con diversas fuentes que Jorge Alberto Mesa, un directivo de la firma, da clases de golf en el Club Guaymaral de Bogotá. La Fiscalía aún determina si Su Inversión cometió delitos y si lo hizo, de qué tipo serían. En agosto, después de recoger evidencias, la Superfinanciera emitió un auto de intervención y sostuvo que en efecto Su Inversión, es una captadora de dinero y que gracias a los testimonios e información incautada había base para llevar a cabo un proceso judicial. Como un mal chiste, un afectado muestra cómo en un papel que recibió de Su Inversión en 2006, se ve que en el logo de la firma hay una pirámide. Pero todavía no es claro si en efecto fue sólo una captadora de dineros que se quebró con los reveses del mercado, una pirámide que estaba destinada a colapsar, o si hubo estafa, o incluso si, como lo sostienen varios entrevistados en voz baja, había lavadores detrás del negocio y la señora Vélez fue tan solo su cara presentable. Mientras tanto, empleados de los clubes, incluidos celadores y humildes amas de casa,  a los que pertenecían la señora Vélez, su familia y amigos, empresarios, intelectuales, esperan que se haga justicia. Han aprendido una amarga lección: el riesgo de entregar dineros de manera tan informal es muy alto, y la probabilidad de recuperarlos, escasa. *John Harold Giraldo H. es periodista y docente de la Universidad Tecnológica de Pereira.