El 25 de junio se cometió uno de los crímenes más sangrientos de los últimos tiempos en Colombia. Mientras el país estaba paralizado por el exitoso rendimiento de la Selección en la Copa América, un escuadrón de sicarios mató a siete personas al interior de una vivienda del municipio de Rionegro, Antioquia.
El reloj marcó las 7 de la noche. Las víctimas estaban frente al televisor de la sala esperando a que rodara el balón en el MetLife Stadium de Nueva Jersey, donde se enfrentarían Chile y Argentina. En ese instante, seis sujetos entraron de manera violenta al inmueble y, sin pronunciar una sola palabra, descargaron fusiles sobre sus cuerpos.
Joaquín Zuluaga, cuyo nombre verdadero se oculta por motivos de seguridad, fue el único sobreviviente de la masacre. Él estaba en una de las habitaciones de la residencia ubicada en el corregimiento de Llanogrande. Este hombre esquivó la muerte porque se escondió debajo de una cama y solo tuvo fuerzas para gritar: “Llamen a la Policía, llamen a la Policía”.
Eran ocho hombres los que vivían en esa casa. Habían llegado de la Costa buscando oportunidades laborales y fueron contratados para tareas de construcción. Sin embargo, los delincuentes pensaron que eran integrantes del Clan del Golfo que estaban adelantando misiones de inteligencia para apropiarse de esa zona de Antioquia.
La Policía Nacional en Antioquia analizó 5.000 horas de videos, extraídos de 100 cámaras de seguridad en diez municipios, e infiltró a agentes de inteligencia que permitieron reconstruir el paso a paso del homicidio múltiple.
El crimen se planeó en una vivienda del corregimiento San Antonio de Pereira de Rionegro. Allí, se reunieron los seis supuestos asesinos que pertenecerían al grupo delincuencial El Mesa, una banda que tiene sus raíces en el municipio de Bello.
Al parecer, la misión fue liderada por una mujer de 24 años conocida con el alias de Camila, señalada por los detectives de facilitar la adquisición de armamento. La acompañaron cinco hombres: alias Miakol, 320, Pipe, Salchicha y Muela. Todos tienen un pasado vinculado a la mafia.
Camila habría sido la responsable de conseguir fusiles, revólveres y transporte; Maikol coordinó el ingreso de los sicarios a la casa donde se encontraban las víctimas; 320 y Muela se encargarían de la observación criminal; mientras que Salchicha y Pipe lanzarían los proyectiles contra los supuestos enemigos.
Sobre la mesa hay un dato perturbador. Los victimarios alquilaron una finca en las inmediaciones del lugar donde ocurrieron los hechos para obtener información valiosa sobre sus rutinas y hábitos, incluso, tuvieron una conversación con los hombres que mataron, en las que les solicitaron empleo.
Uno de los funcionarios que participó en la investigación le contó a SEMANA que la operación delincuencial se cumplió al pie de la letra, pues los líderes de El Mesa pidieron evitar los errores dado que no estarían compitiendo con ciudadanos indefensos, pues tenían la certeza de que eran emisarios de alias Chiquito Malo, pero la información fue errónea.
“La noche del ataque, las coordinaciones comenzaron temprano, con la entrega de vehículos y armamento. Alrededor de las siete de la noche, los agresores irrumpieron en la finca, ejecutando su plan con una violencia inusitada, dejando una víctima adicional herida en el proceso. Rionegro fue escenario de una brutal masacre”, afirmó el oficial.
Tras meses de una intensa búsqueda, alias Camila fue encontrada en una vivienda de Medellín, Salchicha y Pipe estaban en Soacha, mientras que Maikol, 320 y Muela estaban privados de la libertad en un centro carcelario por otros delitos que habrían cometido.