El pasado fin de semana, un turista perdió la vida mientras disfrutaba de un paseo con su familia en las playas de Santa Marta. El trágico incidente ocurrió cuando Juan Carlos Olivera Castillo, de 32 años, oriundo del Carmen de Bolívar y residente en Barranquilla, se ahogó mientras nadaba.
Olivera, quien trabajaba como supervisor de vuelos en el aeropuerto Ernesto Cortissoz de Barranquilla, había llegado a la ciudad costera acompañado de su hermana y otros familiares para pasar un tiempo de descanso. Sin embargo, lo peor vino después.
Según informes preliminares, mientras se encontraba en el mar, el joven sufrió un problema de salud que lo dejó incapacitado para mantenerse a flote, lo que provocó que ingiriera una gran cantidad de agua.
Ante este trágico suceso, otros bañistas actuaron rápidamente para socorrer a la víctima, logrando estabilizarlo y trasladarlo en taxi a una clínica cercana. Sin embargo, a pesar de los esfuerzos médicos, las complicaciones durante su atención en el centro de salud terminaron por causarle la muerte.
Este incidente ha generado un llamado urgente de la ciudadanía para establecer medidas preventivas en las playas de Santa Marta, destacando la falta de salvavidas permanentes en muchas de ellas. Los habitantes locales señalan que este tipo de tragedias podrían haberse evitado con una mayor presencia de personal capacitado para prevenir ahogamientos.
Las autoridades, por su parte, instaron a los bañistas a ser más cautelosos, ya que en ocasiones las personas se adentran en el mar bajo los efectos del alcohol, sin ser conscientes de los riesgos que corren.
En lo que va del año 2024, las playas de Santa Marta han registrado un saldo lamentable de nueve personas fallecidas por ahogamiento, la mayoría de las cuales eran adultos mayores que sufrieron problemas de salud mientras nadaban, lo que les impidió mantener el control y resultó fatal.
Estos trágicos eventos han impulsado a la comunidad a exigir una mayor presencia de salvavidas en las playas, una medida que consideran esencial para evitar más muertes. Aunque los prestadores de servicios turísticos han intervenido en algunas emergencias, su capacidad resulta insuficiente ante la alta afluencia de turistas en la ciudad.
La semana pasada, un visitante fue salvado gracias a la rápida acción de los encargados de los servicios turísticos, pero la responsabilidad de la seguridad no puede recaer únicamente sobre ellos. Las historias detrás de estos trágicos sucesos muestran el dolor de familias que llegaron en busca de descanso y terminaron enfrentando un desenlace fatal.
Una de las víctimas fue John Jairo Jaramillo, de 60 años, quien murió en la playa de El Rodadero después de salir solo a nadar. En el Parque Tayrona, en Playa Brava, Uriel Alejandro López Chávez, de 32 años, fue arrastrado por las olas tras sufrir un calambre, mientras que Leidys Carrillo Mendoza, de 42 años, falleció en otra playa durante sus vacaciones.
Yeferson Barrios Fonseca, de 21 años, fue encontrado flotando en El Rodadero, mientras que Luz Amira Gómez Camacho, de 75 años, murió mientras se bañaba en Pozos Colorados. José María Campos Sierra, un turista de 67 años, perdió la vida tras ser arrastrado por una ola en la bahía de Santa Marta. Finalmente, Juan Carlos Olivera Castillo, de 32 años, también murió después de sufrir un problema de salud en el agua que le impidió reaccionar a tiempo.