En conversación con SEMANA, el comandante de la Policía de Cesar, coronel Luis León, lamentó el asesinato de cuatro personas perpetrado el pasado 1 de enero en el municipio de Río de Oro, aproximadamente a dos kilómetros sobre la vía que conduce a Ocaña, Norte de Santander.

Ese homicidio se convirtió en la primera masacre registrada en Colombia durante el 2023.

Información oficial indica que las víctimas mortales departían en un establecimiento conocido como El Pentágono cuando llegaron dos sujetos en motocicleta y pidieron una cerveza. luego, sin mediar palabras desenfundaron un arma de fuego y dispararon contra dos hombres, quienes respondían a los nombres de Rodrigo Grismaldo y Edward Vacca.

Posteriormente, al salir del lugar, los homicidas agreden con arma blanca a las esposas, identificadas como Marlen Villamizar y Mildred Ortiz Pérez.

Mildred Ortiz Pérez y su esposo. | Foto: A.P.I

“El homicidio es materia de investigación. Lo extraño del caso es que dispararon contra los dos hombres y después asesinan a las mujeres. Todo es muy confuso”, aseguró el coronel.

Para el comandante, las primeras versiones señalan que lo sucedido puede obedecer un posible ajuste de cuenta por las rentas ilegales.

“Uno de los dos hombres tenía antecedentes por amenazas. Al parecer, una pareja vivía en Ocaña y la otra pareja residía en Río de Oro. Se presume que las cuatro personas se encuentran en el lugar para departir, estaban consumiendo bebidas embriagantes y lamentablemente ocurre el asesinato”. explicó el oficial.

De igual forma, descartó que los presuntos autores materiales pertenezcan a grandes organizaciones delictivas como el Clan del Golfo o el ELN.

“todo apunta a que los presuntos responsables son actores de rentas criminales. Eso es delincuencia común. No creeríamos que se trate del Clan del Golfo porque en esa jurisdicción el accionar fuerte lo lleva el ELN, pero ese no es el modus operandi de ellos”.

La Policía anotó que en el lugar de los hechos solo estaba un menor de 10 años, quien fue remitido a Comisaría de Familia. Hasta el momento, según las autoridades, el niño es el único testigo de lo acontecido.

La triste cifra de líderes sociales asesinados en el país

Indepaz y la Defensoría del Pueblo revelaron alarmantes cifras de los ataques y asesinatos de líderes sociales en Colombia. Teniendo como último registro el pasado mes de noviembre de 2022, se reportaron 171 líderes asesinados, 58 de los cuales han ocurrido desde que Gustavo Petro asumió la Presidencia.

De acuerdo con Indepaz, esta es la cifra más alta que se había registrado desde 2021, con 161 casos.

El perfil de los líderes sociales asesinados durante 2022 es calcado. La mayoría son personas de escasos recursos económicos, habitantes de zonas rurales donde ejercen labores como presidentes de juntas de acción comunal, representantes de organizaciones sociales, coordinadores de proyectos sociales o miembros de cabildos indígenas, así como de comunidades afrodescendientes.

Por ejemplo, Carlos Andrés Posada, a quien asesinaron el pasado 14 de noviembre en la vereda Mandarinos, zona rural de Ituango, se desempeñaba como presidente de la Junta de Acción Comunal y, aunque salió desplazado por amenazas de muerte, en julio de 2021 regresó con cuatro mil personas, todas víctimas del conflicto armado, a quienes lideraba en el proceso de retorno a sus territorios.

También adelantaba proyectos productivos y de infraestructura para su comunidad, pero todo eso quedó paralizado cuando el 14 de noviembre hombres armados entraron hasta la sala de su casa y lo atacaron con ametralladoras a quemarropa. La muerte de Carlos Andrés originó un nuevo desplazamiento en ese municipio antioqueño. Y tal parece que en esta escalada violenta, los líderes sociales no están a salvo ni en sus casas.

A Francisco Sarco Pipicay y Carlito Urágama Cano, miembros de la guardia indígena de la comunidad emberá Playa Bonita de Quibdó, Chocó, los asesinaron el 11 de noviembre también en la sala de su casa. Los comuneros compartían vivienda. Los hombres armados llegaron en la madrugada, balearon la puerta, entraron, hicieron arrodillar a Francisco y Carlito, luego les dispararon en frente de sus familiares. En las indagaciones preliminares de las autoridades reposa en el acta que “nadie vio, ni escuchó nada”.