Para tener éxito en Instagram, nada mejor que una pose lasciva en bañador o bikini, según se desprende de lo comunes que resultan estas imágenes en la aplicación.

La estrella de la telerrealidad estadounidense Kylie Jenner parece haber aplicado recientemente este precepto al subir una foto en bikini para llamar a sus 197 millones de suscriptores a registrarse en los padrones electorales antes de las próximas elecciones presidenciales en Estados Unidos. Surge un interrogante: el algoritmo de la red social, es decir la fórmula secreta que rige el contenido de la plataforma ¿fomenta este tipo de iniciativas?

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Según una investigación de la organización AlgorithmWatch publicada en junio, la respuesta es sí.

"Nuestros resultados permiten afirmar que una foto de una mujer en ropa interior o bañador se muestra 1,6 veces más que una de ella vestida. Para un hombre la tasa es de 1,3", declararon al diario digital francés Mediapart dos autores del estudio, Nicolas Kayser-Bril y Judith Duportail.

Para obtener este resultado, analizaron las 1.737 "entradas" (posts) de 37 cuentas de Instagram, seguidas por 26 voluntarios que habían instalado un complemento en sus navegadores para contar las veces que aparece cada imagen.

En 2016, Instagram, que está a punto de cumplir 10 años, dejó de presentar las fotos por orden cronológico. Es un algoritmo el que las selecciona para que coincidan con las preferencias de cada usuario, según una serie de parámetros que no están claros.

Según los autores del estudio, podría basarse en un "nivel de desnudez" calculado cuando la imagen se publica en la red. Citan una patente de 2011 presentada por Facebook (que compró Instagram al año siguiente), que protege un sistema para identificar la piel a través de bandas de colores específicos.

Este estudio está "completamente sesgado", replicó una portavoz de Instagram a la AFP. "El algoritmo analiza el tiempo dedicado a cierto tipo de contenido, las interacciones, y muestra como prioridad" el contenido que atrae a cada suscriptor, pero "no existe una patente que dé prioridad a la desnudez, no tiene sentido".

La sensación de imágenes similares se debería entonces a los hábitos del usuario, que podría evitarlo dando "un pequeño paso, para ir a buscar otro tipo de imágenes", explica la portavoz.

Mojigatería

Se acusa a las redes sociales de reproducir los sesgos sociales personalizando al máximo el contenido que ofrecen a los usuarios. Pero es difícil respaldar estas observaciones porque los estudios suelen toparse con la falta de datos proporcionados por las plataformas.

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El caso es notorio en Instagram debido a que la aplicación tiene una responsabilidad económica con los "influencers" (remunerados por las marcas según su audiencia), pero también con la sociedad al transmitir un cierto estándar físico a más de mil millones de usuarios. Al mismo tiempo a Instagram se le acusa de mojigatería, y sobre todo de falta de objetividad en la aplicación de sus propias normas sobre la desnudez.

Estas prohíben los "primeros planos de nalgas completamente expuestas" y los "pezones de las mujeres", pero en varios casos se ha suprimido la moderación para mostrar fotos de mujeres desnudas, que exhiben sus formas y michelines.

A principios de año la red social eliminó imágenes de internautas que sostenían la portada de la revista francesa Télérama sobre la gordofobia.

"A los algoritmos de Facebook, Instagram y demás no les gusta la desnudez, incluso cuando no tiene nada de pornográfica (...). La foto de (la DJ en la portada) Leslie Barbara Butch no muestra ni sexo ni pezones, pero, obviamente, mucha piel. Demasiada, aparentemente, para las redes sociales", escribió la revista.

Este verano, la "influencer" francesa Juliette Katz, conocida en la red por su cuenta Coucoulesgirls que hace campaña contra los estereotipos de belleza, se quejó de la censura: "¿La pequeña punta marrón de mi pezón se considera un ‘acto sexual‘? ¿Mi piel demasiado presente o el hecho de que mi cuerpo ocupe demasiado espacio en la foto?"

Instagram niega cualquier "censura a una determinada categoría de personas. A veces cometemos errores, ya sea con el algoritmo, o humanos", reconoció la portavoz. Pero no calculamos un "porcentaje de piel" para aplicar los criterios de moderación, "eso es una leyenda urbana".

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