Se dieron a conocer más detalles sobre la compleja situación que presentó un vuelo comercial en diciembre del año pasado cuando una aeronave Boeing 777 de la aerolínea United Airlines perdió altitud de manera abrupta luego de despegar en Kahului, en la isla hawaiana de Maui para dirigirse a San Francisco, California.
Cuando la aeronave llevaba algunos minutos en el aire, el vuelo UAL1722 se precipitó en picada, esto hizo que en cuestión de 21 segundos pasara de 2 mil pies de altitud a 775 pies, es decir que el avión comercial estuvo a 230 metros de chocar con el océano, según datos emitidos por Flight Radar 24.
“El avión se recuperó, retomó el ascenso y continúo su vuelo hasta San Francisco donde aterrizó con seguridad”, reportó el sitio experto en seguimiento de vuelos.
A pesar del traumático episodio para los pasajeros del vuelo, ni la aerolínea involucrada ni la Administración Federal de Aviación (FAA) reportaron algún pasajero herido.
La emergencia se presentó el 18 de diciembre y según los datos que se han revelado, la angustiante situación se presentó un minuto después del despegue. Luego de lo ocurrido el vuelo continuó con normalidad.
La aerolínea ya se encontraba trabajando en una investigación junto a la Administración Federal de Aviación en donde se tomó la decisión de enviar a los pilotos de vuelo a capacitaciones extra, cabe señalar entre ambos pilotos suman cerca de 25 mil horas de vuelo, según reporta CNN.
Otro de los aspectos que se tiene en cuenta en la investigación es el estado del clima en el momento de la emergencia. A pesar de que no tiene información sobre las condiciones en el momento del hecho, aquel 18 de diciembre se presentaron precipitaciones en Kahului.
Ciencia dice cuáles son los asientos más seguros para viajar en avión
Para algunas personas, viajar en avión representa una experiencia emocionante que porque enmarca la posibilidad de conocer territorios atractivos o exóticos que están en lugares lejanos. Sin embargo, para otros el tener que abordar una aeronave representa una situación aterradora que los invade de angustia.
A raíz de las situaciones mencionadas, los viajeros suelen elegir los asientos del avión en función del espacio que ofrecen, la ventanilla o su distancia del baño. Pero muy pocos pasajeros toman una decisión basada en la ubicación que les brinde mayor seguridad en caso de ocurrir un accidente o situación compleja en medio del vuelo.
De hecho, la gran mayoría de pasajeros generalmente nunca eligen los asientos que están final de la aeronave, puesto que los consideran incómodos y poco seguros en caso de una turbulencia. Sin embargo, expertos en aviación han revelado que esa decisión está basada en creencias equivocadas y que dichos asientos son los más seguros que puede ofrecer la aeronave.
De acuerdo las declaraciones que Doug Drury, profesor especializado en aviación, ofreció en The Conversation, los puestos más seguros que puede tener un avión son los que están ubicados al final y los que se encuentran un par de metros adelante del centro de la aeronave.
Pese a que Drury reconoció que existen varios factores (tamaño y tipo de emergencia) que inciden al momento de establecer cuál sería la ubicación más segura al interior de una aeronave, generalmente las sillas ubicadas en la parte final del avión son las que más seguridad ofrecen.
Esto se debe a que esa ubicación queda a una distancia muy cercana a las salidas de emergencia, factor que eleva las posibilidades de supervivencia de un pasajero en caso de que se requiera evacuar el avión ante una emergencia en medio del vuelo.
Situación que no ocurre con los asientos ubicados en la zona de las alas y que también son cercanos a las salidas de emergencia, pues en esa zona están los depósitos de combustible y esta situación eleva un poco el riesgo para los pasajeros en caso de que ocurra una situación crítica.
Agregado a ello, el experto indicó que en caso de que la aeronave pueda sufrir un impacto, sería la parte delantera la que recibe la mayor parte del daño, mientras que la cola suele ser la menos propensa a tener una afectación masiva.
Para defender su argumento, Doug Drury se refirió al caso del vuelo 232 de United Airlines de 1989, el cual terminó chocando contra el suelo a causa de una falla menor mientras transportaba a 269 personas. Drury señaló que 184 pasajeros sobrevivieron al siniestro y que muchas de ellas estaban ubicadas en los asientos de la cola del avión, alas y las sillas ubicadas al final de la cabina de primera clase.