A dos meses de las elecciones en Estados Unidos, una parte del campo republicano cambió su estrategia sobre el aborto, consciente de que una posición demasiado extrema podría costarle muy caro en la crucial votación de noviembre.
La decisión de la muy conservadora Corte Suprema de Estados Unidos de revocar la sentencia que consagraba el derecho al aborto en el país el pasado mes junio, puso esta cuestión en el centro de los debates políticos.
Los demócratas, encabezados por el presidente Joe Biden, debilitados por una inflación galopante y una economía en desaceleración, esperan salvar algunos escaños en el Congreso en las legislativas del 8 de noviembre, al movilizar a los votantes sobre la defensa del derecho al aborto.
Una votación reciente en el muy conservador estado de Kansas, unas primarias en el estado de Nueva York y varias encuestas que muestran que hasta el 60 % de los estadounidenses están a favor del derecho a interrumpir el embarazo, les dan motivos de esperanza.
Pero el influyente senador republicano Lindsey Graham alteró la situación al presentar un proyecto de ley que prohibiría el aborto en todo Estados Unidos después de las 15 semanas de embarazo. El anuncio desató la ira de los demócratas, ya que reduciría en varias semanas el límite vigente en estados progresistas como California o Nueva York.
El texto “privaría a las mujeres de sus derechos en los 50 estados” del país, denunció la vocera de la Casa Blanca, Karine Jean-Pierre. También dejaría vigentes las prohibiciones del aborto adoptadas por una decena de estados conservadores desde la decisión de la Corte Suprema, como la votada el martes por la tarde en Virginia Occidental.
Más moderado que muchas propuestas republicanas sobre el tema, el proyecto de ley de Graham ofrece a los conservadores la oportunidad de suavizar sus mensajes hacia el electorado estadounidense, que en su mayoría está a favor del derecho al aborto. Graham, un aliado cercano del expresidente Donald Trump, dijo que estaba ofreciendo una solución de “consenso” sobre la cuestión.
“El Partido Republicano se da cuenta de que el derecho al aborto está movilizando a los demócratas e independientes más de lo que esperaban”, dijo Wendy Schiller-Kalunian, politóloga de la Universidad de Brown. Así que, en algunas regiones, los republicanos están cambiando discretamente de rumbo.
En Carolina del Sur, un proyecto de ley que habría prohibido el aborto, con muy pocas excepciones, fracasó después de que varios republicanos se unieran al campo demócrata. “No quiero que nadie en esta sala tome decisiones de vida o muerte por mí, mi hija, mi nieta y, por lo tanto, por nadie”, dijo la senadora republicana estatal Katrina Shealy al justificar su voto.
En la campaña por escaños a nivel nacional, los candidatos republicanos también han cambiado de tono. En el disputado estado de Arizona, el republicano Blake Masters comparó hasta hace poco el aborto con un “genocidio”. Pero ahora este candidato al Senado solo menciona la prohibición de “abortos muy tardíos”, una posición que afirma compartir “con la mayoría de los estadounidenses”.
Este cambio de estrategia provoca, sin embargo, cierto malestar en una parte del campo conservador. Algunos, cercanos a la derecha religiosa, estiman que el aborto debería prohibirse por completo en todo el país y respaldan proyectos de ley en ese sentido. Otros temen que estas divisiones provoquen más confusión entre sus electores.
En los pasillos del Congreso el martes, la mayoría de senadores republicanos prefirieron evitar abordar este polémico tema. “El señor Graham publicó (su proyecto de ley) antes de hacerlo circular” en las filas republicanas, indicaba el senador Josh Hawley, representante de Misuri, el primer estado en haber prohibido el aborto tras la decisión de la Corte Suprema a fines de junio.
*Con información de AFP.