Estados Unidos instó el lunes a Rusia a “garantizar el acceso seguro y sin trabas” de la misión de inspectores del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) a la central nuclear de Zaporiyia en Ucrania, la mayor de Europa.

“Seguimos creyendo que un cierre controlado de los reactores de Zaporiyia sería la opción más segura y menos riesgosa”, dijo en conferencia de prensa John Kirby, portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca.

Washington también pide a Moscú que acepte la creación de una “zona desmilitarizada” alrededor de la central, en el centro-este del país, y adonde se dirige una misión de inspección del OIEA, reiteró Kirby.

El director general del organismo, el argentino Rafael Grossi, encabeza la misión formada por una decena de personas para inspeccionar la planta ocupada por el ejército ruso. Grossi reclamaba desde hace meses poder acceder al lugar y advertía el “riesgo real de catástrofe nuclear”.

La central de Zaporiyia, que alberga seis de los 15 reactores ucranianos, cayó en manos de las tropas rusas en marzo, poco después del inicio de la invasión el 24 de febrero.

Kiev y Moscú se acusan de bombardear las zonas aledañas y de poner en peligro las instalaciones. | Foto: Ukrinform/Future Publishing

Riesgo real

En Zaporiyia, cerca de la central nuclear del mismo nombre, que está ocupada por las fuerzas rusas y es bombardeada regularmente, los habitantes se preparan para lo peor. Este lunes, al recibir sus pastillas de yodo, algunos ya se imaginan la explosión de los reactores.

“Ya sabe, tuvimos el accidente de Chernóbil, la amenaza ya era muy grande, pero sobrevivimos, gracias a Dios. Hoy, la amenaza es total, del 100%”, dice Kateryna, una jubilada de 68 años que aún sufre problemas de tiroides tras el desastre de 1986.

“Seis reactores en lugar de uno”, añade, refiriéndose a la capacidad de la planta de Zaporiyia, en comparación con el único reactor que se dañó en la catástrofe de Chernóbil, que sigue en mente de todos.

Como muchos otros habitantes, Kateryna se dirigió el lunes a una escuela de la ciudad de Zaporiyia para recibir pastillas de yodo, que deberá tomar en caso de una contaminación radioactiva.

Desde hace semanas, Rusia y Ucrania se acusan mutuamente de bombardeos en el recinto de la central, ocupada por Rusia desde marzo. Se espera la llegada esta semana que una misión del Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA) para realizar una inspección.

El presidente de Ucrania reiteró su llamado a que se ponga la lupa sobre el uso de la central nuclear de Zaporiyia por parte de tropas rusas. | Foto: AP Photo/Mary Altaffer

Más allá de los bombardeos de los que se culpan mutuamente rusos y ucranianos, Kiev acusa a Moscú de almacenar allí armas pesadas y municiones y de tener una guarnición de 500 soldados.

El Kremlin asegura que solo cuenta con personal de seguridad y el lunes pidió a la comunidad internacional que ejerza “presión” sobre Ucrania para que reduzca la tensión en torno a la central nuclear.

Tras varios bombardeos que provocaron un corte temporal de la red eléctrica la semana pasada, el operador ucraniano Energoatom dijo el sábado que había un riesgo de “pulverización de sustancias radiactivas”.

En Zaporiyia, los servicios de emergencia ya están realizando simulacros de evacuación de los residentes y practicando la descontaminación del polvo radiactivo. Casi dos toneladas de solución especial de descontaminación se almacenan en instalaciones de la ciudad.

En caso de catástrofe, las alarmas sonarán dos veces, con un día de diferencia.

“Puede que la nube radiactiva no llegue al lugar donde está la gente. Cuando suene la segunda alarma, sabremos claramente por dónde se está extendiendo”, explica Taras Tishchenko, médico de la región.

“Entonces tendremos toda la información sobre las rutas ‘limpias’ y los lugares de evacuación”, añade.

*Con información de AFP.

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