El plan del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, de condonar parte de la enorme deuda estudiantil del país se estima que costará al gobierno 400.000 millones de dólares, informó el lunes la Oficina Presupuestaria del Congreso (CBO).
En ese sentido, la estimación, solicitada por legisladores conservadores y emitida por un organismo federal apolítico, probablemente eche más leña al fuego de la controversia entre demócratas y republicanos sobre el tema.
“La CBO estima que el costo de los préstamos estudiantiles aumentará en unos 400.000 millones de dólares adicionales” como resultado de la condonación de la deuda, dijo.
Pero un funcionario de la Casa Blanca apuntó que “la CBO calificó su propia estimación de ‘altamente incierta’. Estamos de acuerdo”.
Los republicanos acusan a Biden de malgastar el dinero en la medida, argumentando que los fondos públicos podrían utilizarse de forma más eficaz.
Biden anunció el plan el 24 de agosto, cumpliendo una promesa de campaña.
Según el plan de alivio, se recortarán 10.000 dólares de todos los préstamos que deban las personas que ganen un salario inferior a 125.000 dólares anuales. Para los antiguos estudiantes que fueron a la universidad con ayudas del gobierno, conocidas como becas Pell, el alivio será de 20.000 dólares.
Las universidades estadounidenses suelen costar entre 10.000 y 70.000 dólares al año, lo que deja a los graduados con una aplastante deuda al entrar en el mercado laboral.
Según estimaciones del gobierno, la deuda promedio de los estudiantes universitarios estadounidenses cuando se gradúan es de 25.000 dólares, una suma que a muchos les toma años o incluso décadas devolver.
La medida de Biden sigue siendo muy debatida. La estimación del costo del plan está alimentando un importante debate técnico entre expertos y economistas, en especial porque no está claro con respecto a los pagos de préstamos ya realizados por personas que se benefician de la condonación de la deuda.
“El sistema de admisión a las universidades en Estados Unidos está inclinado en favor de los ricos y famosos”
Varias universidades de Estados Unidos se precian de ser las mejores del mundo. Parte de ese prestigio tiene que ver con un competido proceso de selección en el que, según cifras oficiales, en promedio menos del 20% de los aspirantes a las universidades de élite es admitido. En algunos casos esa cifra llega a ser menor al 4%.
Pero un caso de fraude revelado por el FBI, considerado el mayor escándalo de fraude educativo en la historia del país, parece mostrar que además de tener méritos, hay que tener mucho dinero para ingresar a una universidad de renombre.
La investigación señala a más de 30 padres millonarios, entre ellos las actrices Felicity Huffman y Lori Loughlin, de presuntamente participar en un mecanismo de fraudes y sobornos para que sus hijos lograran un cupo en reconocidas universidades.
Según las autoridades, los involucrados pagaban a un consultor privado llamado William Singer, quien les daba instrucciones para hacer trampa en los exámenes de ingreso o pagaba sobornos a entrenadores deportivos para aceptar a estudiantes que no reunían las cualidades para ser admitidos.
A raíz de esta investigación, un grupo de estudiantes de California presentó el miércoles pasado una demanda contra ocho prestigiosas universidades, a las que acusa de no haber hecho un proceso de admisión justo.
Las acusaciones tienen en la mira a universidades como Yale, Stanford, Georgetown, la Universidad de Texas y la del Sur de California.
El FBI descartó que las escuelas tuvieran alguna participación en el mecanismo de fraude, pero para muchos este caso fue una muestra de que el dinero es un factor determinante a la hora de entrar a la élite académica.
*Con información de AFP.