Este martes 3 de enero se tiene prevista la ejecución de Amber McLaughlin, quien se convertirá en la primera mujer transexual que sufra la pena de muerte en Estados Unidos. Su única esperanza es que la medida pueda ser evitada por el gobernador del estado de Misuri, el republicano Mike Parsons.
McLaughlin fue condenada aún como Scott McLaughlin —su nombre masculino antes de su transformación— por la violación y asesinato de una mujer, Beverly Guenther, en 2003. Pero solicitó formalmente clemencia al gobernador Parsons, alegando que sufre daños cerebrales y un trauma infantil.
Sin embargo, si Parsons no interviene, McLaughlin será ejecutada por inyección letal, informa la cadena CNN.
“La investigación ha reconocido el arrepentimiento sincero de McLaughlin y también lo han hecho todos y cada uno de los expertos que la han evaluado en los años que han pasado desde el juicio”, destaca la petición al gobernador.
McLaughlin fue “sólidamente diagnosticado con discapacidad intelectual limítrofe” y fue “diagnosticado universalmente con daño cerebral así como síndrome de alcohol fetal”.
El Centro de Información sobre la Pena de Muerte (contrario a la pena capital) resaltó que McLaughlin “es la primera persona trans a la que se le ha asignado fecha de ejecución en Estados Unidos”.
Además, recuerda que el jurado no aprobó la pena de muerte por unanimidad, circunstancia que sí es necesaria en la gran mayoría de estados que ejecutan a reos.
“La ley de Misuri considera que un jurado no unánime es un jurado bloqueado, por lo que se recurrió a una norma que permite al juez imponer una sentencia por su cuenta”, señalan, al tiempo que recuerdan que “el juez se basó en circunstancias agravantes rechazadas por el jurado para condenar a muerte a McLaughlin”.
Numerosas personalidades políticas y de la sociedad civil han pedido que se anule la ejecución de McLaughlin. Entre los argumentos que esgrimen está el hecho de que fue abandonada por su madre, agredida recurrentemente por su padre adoptivo y protagonista de “múltiples intentos de suicidio”.
McLaughlin no ha iniciado ningún proceso legal para cambiar su nombre o comenzar un tránsito físico, por lo que permanece en el Centro Correccional de Potosi, cerca de San Luis, un centro solo para varones.
Cabe resaltar que no hay ningún caso conocido de un recluso abiertamente transgénero que haya sido ejecutado antes en EE. UU., según el Centro de Información contra la Pena de Muerte contra la Ejecución.
“Está mal cuando alguien es ejecutado de todos modos, pero espero que esta sea la primera vez que no ocurra, para las personas que reaccionan con odio”, dijo el defensor público federal Larry Komp.
La portavoz del gobernador Parson, Kelli Jones, aseguró que la Oficina del Gobernador está revisando su pedido de clemencia. “Estas no son decisiones que el gobernador toma a la ligera”, dijo Jones en un correo electrónico.
Los abogados de McLaughlin también mencionaron la indecisión del jurado y el remordimiento de McLaughlin como razones por las que Parson debería perdonarle la vida.
Además, hay que tener en cuenta que Missouri solo ha ejecutado a una mujer antes, afirmó la portavoz del Departamento de Correcciones del estado, Karen Pojmann, en un correo electrónico.
Los abogados de McLaughlin dijeron que anteriormente compartía habitación con otra mujer transgénero, pero que ahora vive aislada antes de la fecha programada para su ejecución.
Pojmann dijo que el 9 % de la población carcelaria de Missouri son mujeres, y que todos los reclusos de pena capital están encarcelados en el Centro Correccional de Potosi.
“Es extremadamente inusual que una mujer cometa un delito capital, como un asesinato brutal, y aún más inusual que una mujer, como fue el caso de McLaughlin, viole y asesine a una mujer”, dijo Pojmann.
*Con información de Europa Press.