No son pocas las teorías de conspiración que giran en torno a la muerte, pero sí contadas las que relacionan el deceso de alguien con un animal. ¿Realmente pueden, por ejemplo, los perros y gatos ser capaces de presentir cuándo alguien está próximo a partir? Es ahí cuando entra la discusión. Sin embargo, en Estados Unidos un felino es la prueba.

Su nombre es Óscar, un gato que hace parte de la “familia” en un hogar geriátrico de Estados Unidos, pero cuya particular cualidad hace que los trabajadores y hasta adultos mayores del lugar no lo pierdan de vista. Cada movimiento suyo es el presagio de que algo está por ocurrir y muy rara vez falla.

El día a día de Óscar transcurre entre sus rondas y la compañía que hace a algunos de los abuelos. En algunos casos su presencia es más prolongada y es ahí donde el lugar enciende sus alarmas porque teme lo peor: alguien está a punto de morir.

¿Cómo llegó Óscar a este lugar?

El hogar geriátrico Steere House Nursing & Rehabilitation Center en Rhode Island se convirtió hace muchos años en su casa. Allí no solo lo alimentan y le dan refugio, sino que también sirve de “asistencia” al personal cuando debe prestar un poco más de atención en alguien. Las sospechas, por ejemplo, del equipo sanitario terminan por comprobarse horas después.

El felino tuvo la suerte, y tal vez el infortunio para otros, de que el hogar geriátrico decidiera adoptarlo cuando todavía era un bebé.

“Creo que uno de los miembros de la plantilla que trabaja en la planta lo trajo, cuando era un gato callejero. No es extraño que los geriátricos tengan mascotas. Steere House tiene varias que viven en el edificio y dan compañía y consuelo a los residentes”, dijo a El Mundo David M. Dosa, geriatra.

Este médico no tiene presente cuál fue la primera situación en la que notaron que no se trataba de un animal común y corriente, pero una vez que se detectó “el don de Óscar, si lo queremos llamar así (...), la plantilla ha vigilado de cerca sus actividades relacionadas con la predicción”.

Todo es cuestión de horas

La tercera planta del lugar tiene una consideración peculiar, pues “nadie muere” en ese piso “a menos que Óscar le haga una visita y se quede un rato”. De hecho, esa ubicación es donde vive o suele pasar la mayor parte de su tiempo; es la sección dedicada a quienes padecen demencia y están en fase terminal.

El geriatra David Sosa ha escrito en la revista New England sobre la “mascota” y en uno de los ejemplares describe uno de tantos casos en los que la muerte empieza a rondar.

“Óscar llega a la habitación 313 (...). La señora K. descansa con la respiración constante, pero débil. Óscar salta sobre la cama y de nuevo huele el aire. Se detiene a considerar la situación y entonces gira sobre sí mismo dos veces antes de enroscarse junto a la señora K. (...) Una enfermera entra en la habitación para examinar a la paciente. Se detiene al notar la presencia de Óscar. Preocupada, deja apresuradamente la habitación y vuelve a su mesa. Coge el historial médico y comienza a hacer llamadas”.

El artículo relata que, a la media hora, empieza a llegar la familia de esta mujer porque es el momento de despedirse, incluso se hace contacto con un sacerdote para que le ponga la unción de los enfermos.

“Treinta minutos después, la Sra. K. toma su último aliento terrenal. Con esto, Óscar se sienta, mira a su alrededor y luego sale de la habitación tan silenciosamente que la familia afligida apenas se da cuenta” recoge el texto.

¿A qué responde su comportamiento?

De acuerdo con el geriatra David Sosa, las predicciones de Óscar no constituyen algo paranormal, pues explica que “existen evidencias de animales que se utilizan para predecir terremotos y, desde luego, se han contado historias sobre animales que identifican infecciones”, entre otros.

Para el médico, una de las posibilidades es que el felino tenga la capacidad de oler, por ejemplo, la feromona (componente químico secretado por un ser vivo), algo de lo que no es capaz el ser humano. Sin embargo, Sosa reconoce que “en última instancia, esto solo es una suposición”.