Esta sería la cuarta ocasión en la que Bardot debería enfrentarse a la justicia por sus mordaces palabras. "Mientras entre los animales la raza alcanza cumbres de vigilancia extrema y los bastardos son considerados residuos a los que se deja pudrir en las perreras o a los que se mata sin compasión, a nosotros se nos reduce a sentir un orgullo políticamente correcto por mezclarnos, por cruzar nuestros genes", afirma en su libro que aparece después de una década de silencio.Desde el momento de su lanzamiento, varias organizaciones defensoras de los derechos humanos han protestado por su contenido. Sin embargo, la que en su tiempo fue la actriz y modelo más famosa del mundo, no ha hecho nada distinto que corroborar lo escrito. "No tengo que hacer ningún 'mea culpa'. Si digo esas cosas es porque las siento profundamente", repondió contrariada durante el programa que conduce Marc-Olivier Fogiel, quien le preguntó inquisidoramente sobre su obra. Bardot respondió molesta a la mayoría de preguntas que le formuló y al final de la emisión, al borde del llanto, ni siquiera de despidió del presentador. Es a ello que responde parte de la controversia, porque Fogiel aseguró que al término de la emisión había sido amenazado por el marido de la actriz, un conocido militante de la extrema derecha francesa, próximo del Frente Nacional de Jean-Marie Le Pen. De su polémica obra no se libran los homosexuales, a quienes cataloga de "fenómenos de feria"; ni los mendigos, de quienes dice que "toman al asalto nuestras iglesias para transformarlas en pocilgas". Las mujeres políticas tampoco salen bien libradas, "todas las mujeres ministras del Gobierno ¿de verdad están en su sitio? (...) Salvo raras excepciones, sólo son patrañas imbuidas por un poder que las sobrepasa", escribe la actriz, quien también asegura que en lugar de dedicarse a la política "deberían poner su belleza al servicio del reposo de su guerrero".La Liga de Derechos Humanos (LDH) y el Movimiento contra el Racismo y por la Amistad entre los Pueblos (Mrap) prometen acciones legales, porque según sus representantes "el racismo en Francia no es una opinión, es un delito". Otras asociaciones, como la SOS-Racismo o la Liga Internacional Contra el Racismo y el Antisemitismo (Licra), prefirieron no acudir a la Justicia "para no dar publicidad a un libro que es una infamia".