En la obra, varios cuadros autónomos configuran los arquetipos del ser humano en el escenario, haciendo un concierto de emociones en torno a una flauta. Son más de 20 personales del universo shakesperiano, a través de discusiones, encuentros apasionados, amores y odios, en un juego teatral que promete divertir durante poco más de una hora.